Entre el 28 de julio y el 2 de agosto Santander acogerá la sexta edición de su Festival de jazz, una apuesta que la sitúa en el selecto grupo de ciudades con una programación propia dedicada a este género y con continuidad en este formato de evento cultural.
Texto: Federico Ocaña
El festival aprovecha el impulso y la capacidad de convocatoria de Jazzaldia en Donosti, el vacío que deja en los aficionados, así como la tradición -si se le puede dar este nombre- de enriquecer la propuesta cultural del verano con actuaciones que de otra manera solo llegarían por goteo con una difusión mucho más costosa. Se trata de encajar, siempre en las mismas fechas, a finales de julio y principios de agosto, nombres y estilos para todos los gustos.
Dirigido por Enrique Bolado, uno de los gestores culturales más importantes de las últimas décadas (baste recordar su paso como director de la Filmoteca de Cantabria), quien retomó la idea y la ejecución en 2020, en plena pandemia, priorizando la pasión a la inversión, el festival ha vivido una pequeña evolución -para bien- hasta ser lo que es hoy. Este 2025 el Escenario Santander se consolida como la instalación o ubicación de referencia después de dejar la carpa del circo Quimera que había acogido a los músicos los primeros cuatro años (era idónea por su mayor capacidad y más céntrica) y habrá otros espacios en otros municipios de la comunidad cántabra vinculados también al festival.
En el cartel se percibe un esfuerzo por combinar la experiencia de músicos de primer orden en la escena internacional con intérpretes menos conocidos para el gran público pero que gozan de un prestigio incuestionable. Hay también una sabia combinación de estrellas emergentes con músicos consagrados y un equilibrio también deliberado de jazz clásico, Nueva Orleans, jazz vocal (Laura Anglade, Emma Smith), bebopers y gypsy. En este sentido, podemos suponer lo que significa para este festival contar con “pesos pesados” como Lew Tabackin, que unos días antes estará en Donosti, el bajista John Clayton o Ulf Wakenius, que ya estuvo en Santander en agosto de 2020.
Entre los intérpretes los hay que, como Wakenius, o como el saxofonista Julian Lee, repiten de un año para otro. En el caso de Ben Paterson escucharemos al pianista en el escenario los días 1 y 2 de agosto de la presente edición; por último, el público podrá disfrutar todos los días del saxofonista Ray Gelato (con un trío de órgano que completan Gerard Nieto al Hammond y Martí Elías a la batería, músicos ambos que el año pasado estuvieron presentes en Santander en la formación que lideró Adrian Cunningham). Hay una voluntad de vincular algunos nombres, estilos y referencias, bien sea a través de estas sesiones post-concierto, bien a través de invitados y conciertos concretos, con la ciudad y el festival de Santander, para crear más que un festival, un referente cultural como puede serlo el donostiarra que se mencionaba más arriba.
Al tiempo que presenta una propuesta contemporánea, el festival aprovecha para homenajear y difundir la música de Oscar Peterson (Oscar Peterson Centennial Celebration, con Clayton, Jeff Hamilton y Sullivan Fortner) y Charlie Chaplin (ahí entra el gypsy jazz de Stochelo y Mozes Rosenberg, con Costel Nitescu) y el legado de Norman Granz (con la All Star Jam Session de la última jornada con Terell Stafford, Julian Lee, Paterson, Wakenius, Willie Jones III y Mourad Benhammou).
Tras conseguir atraer al público de la carpa del Quimera al Escenario Santander, en 2024 varios conciertos consiguieron colgar el cartel de “No hay localidades”. En esta sexta edición el festival afronta el reto de consolidar esa línea ascendente en cuanto a asistencia, algo que tiene a su alcance gracias a lo atractivo de su programación y al cuidado y la seriedad de sus organizadores.
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