Daniel Román entrevista al guitarrista Álvaro del Valle para conocer más sobre su perspectiva acerca de la música, la composición, la creación y su trayectoria como creador y sideman.
1.- Esta pregunta me parece fundamental para abrir diálogo: ¿cómo conectas tu biografía con tu gusto por la música? ¿herencia, algún hito en particular?
-En mi familia no hay músicos pero he crecido rodeado entre cassettes y discos, vivía pegado a un reproductor de cintas y posteriormente de CD, comencé a tocar la guitarra y a aprender de forma autodidacta a los 12 años, me encantaba y podía estar durante días y horas sin parar tocando encima de discos de músicos de blues y jazz.
La predilección que tenía por ello me llevó a buscarme la vida para hacer de la música mi forma de vida moviéndome en la escena musical de Madrid, estudiando, viajando… Todo esto siempre significó un disfrute y una motivación para seguir tocando y aprendiendo que es lo que me ha llevado hasta el día de hoy.
2.- Se que eres un super guitarrista de jazz con un sonido tremendamente original. ¿Crees que esta faceta multidisciplinar —el bajo, la electrónica, el uso de softwares de programación, ha influido en tu sonido? ¿cómo se relacionan estos mundos al momento de componer?
-Me halaga mucho que se vea así, muchas personas me lo dicen y me preguntan por ello, quizá al estar supeditado a mi perspectiva interna no me doy cuenta de ello y para mí es algo normal, pero cada vez más personas me lo mencionan.
Creo que la cosa va más allá de estilos y herramientas, las cosas que toco vienen de una búsqueda en la que el principal objetivo ha sido el tener control sobre mis ideas y comunicarme de forma clara, para ello siempre he tenido una actitud abierta en la que he escuchado y respetado mucho a los músicos que tenían más experiencia, claridad y fluidez sirviéndome como inspiración.
Siempre he mantenido una actitud de escucha y aprendizaje ante los demás antes de compartir mis propias ideas y creo que el haber compartido y aprendido con- y de músicos de muchas partes del mundo y raíces distintas es lo que ha confeccionado mi visión del instrumento.
Encuentro inspiración en muchas músicas, no sólo en el jazz, la vida me ha llevado a toparme e interesarme por diferentes músicas de África, el Maqam, la música de la India, de Brasil, música afrocubana, la clásica, las texturas e interactividad de la electrónica en Europa… Entendiendo que cada región es un universo y que existen un sinfín de variantes he querido aprender de ello manteniendo el mayor respecto por culturas y costumbres.
Debido a esto a la hora de componer pienso más en términos generales y no tanto desde mi propio instrumento, la búsqueda de fluidez en mi expresión me ha llevado a tener un cierto virtuosismo pero no busco utilizarlo a no ser que la música lo demande. Pienso mucho en el ritmo, la orquestación de las partes, el mensaje, la estética de las armonías y melodías, la performance… utilizo los medios que conozco como la paleta de colores que compone todo y juego con ellos para desarrollar diferentes equilibrios.
3.- Cual sería tu hogar en términos estéticos: hay músicos que van de lo poético a lo sonoro o de lo político a lo pictórico. En ese sentido ¿eres consciente de lo que buscas con la música?
Dependiendo del proyecto, pero siempre me muevo alrededor de estéticas que me inspiran, para mi último disco me inspirado mucho en el jazz contemporáneo, algo de rock, electrónica, folk… busco crear unos marcos estéticos que me resultan agradables donde poder jugar a comunicarse a través de la improvisación respetando los códigos fundamentados en el ritmo y la melodía.
4.- ¿Cómo ha sido, por tu perfil disciplinar, encontrar una escena receptiva a tus propuestas? ¿un plus o una dificultad?
Una dificultad claramente, debido a la vorágine de información que estamos viviendo muchas personas necesitan concretar, y el perfil de un músico que toca diferentes instrumentos, lleva a cabo diferentes investigaciones y se mueve en diferentes entornos culturales entra en conflicto con la concreción y claridad necesaria hoy en día.
A estas cosas he llegado por mi propia curiosidad, pero también he tenido que separar mucho diferentes mundos porque si en la escena de jazz dices que haces otras cosas luego no te identifican como guitarrista y viceversa. A veces he ido a programar instalaciones artísticas o a hacer de técnico y productor en lugares donde nadie sabe que soy guitarrista y creo que es mejor así, porque el mundo necesita ubicarte en algo de forma sencilla.
A veces pienso que hubiese sido más fácil decir que soy guitarrista de jazz y ya está.
5.- Has sido sideman durante bastante tiempo: ¿qué te ha impulsado a ser el líder de tu proyecto y jugártela por tu música? Parece ser un proceso natural en los instrumentistas, pero cada experiencia es super singular ¿Por qué los has decidido así, entendiendo las dificultades y costos de posicionarse en el panorama jazzístico actual?
Tengo mucha música compuesta y creo que ha llegado el momento de mostrarla al mundo, toda la logística que ello conlleva siempre me pareció complicada de compaginar con esta vida inestable de músico, pero ya ha llegado el punto en el que he encontrado la forma de llevarlo y estoy disfrutando mucho del proceso. También tengo la enorme suerte de contar con grandes músicos que le han dado forma a mi música desde el primer momento: Naima Acuña, Reinier Elizarde El Negrón, Iñigo Ruiz de Gordejuela, Zoe Iacono y Román Filiú junto a un montón de personas que me apoyan y que quieren escuchar mi trabajo, tengo la sensación de que irá bien.
6.- Parece ser que, con el detrimento de las condiciones generales de la vida en las ciudades, ser músico se ha vuelto agotador y una tarea demandante que parece estancarse en los intentos incesantes por sostenernos. ¿Cómo proyectas el futuro de la profesión?
Antes de que todo se digitalizase y de que las redes tuvieran tanto peso conseguía trabajo por el boca a boca, por ser bueno tocando un instrumento y desarrollar mi conocimiento, ahora he tenido que dejar de lado mis investigaciones porque no me estaba saliendo rentable, y (triste pero cierto) me ha traído más beneficios enfocar el tiempo que antes empleaba en investigar en las redes sociales. Me da la sensación de que todo se ha vuelto tan visual que a veces es más importante la cara que tienes, tus números o la guitarra que llevas que lo que sepas sobre algo, el cómo vendes algo se ha convertido en algo más importante que lo que estás vendiendo y esto creo que va en detrimento de la cultura.
Intento adaptarme a ello manteniendo la mayor ética posible y siendo lo más fiel a mis valores pero no es fácil cuando vives en tus propias carnes como después de desaparecer durante un año debido a un cáncer y tres meses de quimio vuelves al mundo laboral de la música y ya no tienes trabajo.
Encuentro un montón de músicos vendiendo métodos milagrosos en internet basados casi en su totalidad en el contenido de otros autores sin mencionarlos, quizá me iría mejor haciendo eso, pero eso va en contra de mis valores porque para mi la música no es eso, creo que para tocar bien hay que salir de tu casa, conocer la historia y tener respeto por ella.
Por otro lado el hecho de que haya tanta gente haciendo lo mismo creo que puede hacer que todo esto pierda valor cada vez más y la situación se regularice, confío en que las nuevas generaciones vean las redes como nosotros vemos las tele en un futuro y que la música en directo gane valor al seguir siendo una experiencia terrenal y consciente.
Sea como sea el amor por la música sigue siendo algo que está por encima de todo eso y siempre hace que encontremos la forma de seguir.
7.- Los discos parecen, finalmente, ser el despliegue de un concepto único que atormenta, en el buen sentido, al compositor. Los discos tienen muchos temas. Pero ¿hay algún momento particular o un rasgo singular en tu música en la que puedas decir: a partir de este motivo o célula rítmica se edifica una sonoridad, esto me representa o intento desplegarlo en mi música?
Creo que está en la mezcla de elementos, como comenté antes intento alejarme de la idea de “disco de guitarrista” con la idea de poder mezclar los elementos sin la necesidad de poner la guitarra en un primer plano dejando fluir mi farera de productor, la instrumentación es algo muy importante para mi ya que considero que los timbres tienen mucho poder y dan mucha definición y significado a la música.
Para mi último disco he querido buscar sonidos muy orgánicos como el contrabajo, el piano, la voz, la batería acústica o incluso la guitarra eléctrica microfoneada para captar el sonido mis manos ya que he querido plasmar una idea de retorno a lo natural y acústico. Pero para otros busco sonidos más sintéticos y electrónicos en función de lo que quiera expresar. Digamos que la orquestación, melodía, ritmo y performance son los cuatro pilares fundamentales en común.