Julio Resende vuelve a enlazar el jazz y el fado en un dúo atrapante

El pianista portugués lanza un nuevo disco con Bruno Chaveiro en guitarra portuguesa y espera presentarlo en España. En una entrevista con MásJazz asegura: “Me gustan los sabores atrevidos”. Es uno de los primeros duetos de piano y guitarra portuguesa que se han grabado en las últimas décadas.

Texto: Eduardo De Simone

@eduardodesimone

 

Julio Resende es un pianista sin prejuicios, para él no es admisible que un artista pudiera tenerlos. Portugués de nacimiento, ha logrado alumbrar un lenguaje musical que entrelaza el jazz y el fado y que comenzó a expandir su onda sonora más allá de su país tras editar el disco Amália, un homenaje a la diva del fado Amália Rodrigues. La conversación sobre él se hizo más contundente cuando lanzó por la etiqueta ACT el álbum Sons of Revolution, con su cuarteto Fado Jazz, un tributo a la revolución de los claveles que marcó la historia de los últimos cincuenta años en Portugal.

Resende se vio atrapado desde entonces en un torbellino de giras y presentaciones con distintas formaciones y también como solista. Desde Estados Unidos hasta Japón y desde Suiza a España, el mundo comprobó el talento de este artista que ya hace algunos años fue retratado por el escritor español Antonio Muñoz Molina: “Improvisa líneas melódicas que parecen alejarse del punto de partida hasta que se queda muy atrás, en soliloquios que dejan el tiempo en suspenso”, escribió en su columna de El País.

Una reflexión que cuadra con su nuevo disco, que sale a escena en octubre y que Julio se prepara para presentar en diversos países y salas. Se trata de Piano portugués namora guitarra portuguesa, de edición independiente, y que ofrece protagonismo a la guitarra de su compatriota Bruno Chaveiro, con quien ha tocado en todos los proyectos del grupo Fado Jazz.

Naturalmente se luce también el piano y hasta hay espacio para algún tema en solitario. Allí se advierten ecos de Keith Jarrett y hasta alguna referencia de Brad Mehldau. Su música es atrapante, con el sello del folclore tradicional de su país asociado a la bandera de la improvisación.

A propósito del lanzamiento de este nuevo álbum, registrado este año en la misma sala donde grababa Amália Rodrigues, conversamos con Julio sobre sus ideas musicales y sus proyectos:

Has editado un nuevo disco, esta vez con guitarra portuguesa, a la que concedes un importante protagonismo. ¿Cómo surgió la música de este álbum?

Siempre procuro que lo que hago tenga un carácter orgánico, como algo que fue sembrado, regado, desarrollado a lo largo de los años, y que pueda dar flores y frutos al final. Desde hace muchos años vengo desarrollando esta relación especial con la guitarra portuguesa y transformando también mi propio piano en una especie de “piano portugués”. Me encanta este mundo sónico de la unión entre piano y guitarra portuguesa, y puede parecer fácil de hacer esa reunión sonora, pero en realidad es algo muy difícil. Por eso prácticamente no existe ningún disco solo de piano y guitarra portuguesa en Portugal, al menos que yo conozca o que sea una referencia.

Es decir, sigo teniendo un gran amor por la tradición y por su encuentro con la innovación, con la tentativa de hacer algo nuevo con los materiales que ya tenemos disponibles. Como digo en el texto que acompaña el disco, intento caminar. Y caminar es justamente eso, un paso atrás (en la tradición y en el respeto hacia ella) seguido de un paso adelante (en el presente y en lo que soy y quiero seguir haciendo en adelante). Sólo con los pies y la cabeza respetando ambos territorios se puede avanzar. Hacer mi música, como hago camino, es todo lo que quiero. Y compartir eso con la gente. He tenido mucha suerte: desde el SFJazz en San Francisco, a Osaka en Japón, Suiza, Italia, España, Portugal; este proyecto ya ha recorrido el mundo y ahora llega en formato disco.

El fado sigue presente en tu música como parte de esta nueva grabación. ¿Sientes que has encontrado un lenguaje que te identifica o seguirás explorando otras alternativas?

Sin grandes dramas, yo sólo hago lo que deseo. Es decir, la semilla ya estaba en los árboles y yo realmente quería hacer fructificar esta música. No pienso si es fado, si es jazz, si es Fado Jazz. Me encanta la expresión “Fado Jazz”, que creé hace unos años para mi primer disco con el Fado Jazz Ensemble, porque me parece un fruto diferente, bonito, colorido y lleno de jugos de sabor atrevido. Sí, me gustan los sabores atrevidos.

Pero tengo muchos discos en el “cajón” (como los escritores tienen baúles).  Algunos ya listos, otros por terminar, otros por desarrollar, todos distintos. Y al mismo tiempo todos tendrán mi faceta exploratoria, ya sea Fado Jazz, Fado, piano solo, trío, cuarteto, electrónica… Todo lo que produzca sonido y con lo que consiga dibujar algo bello o perturbador puedo llegar a usarlo, como ya hice, por ejemplo, con los discos Cinderella Cyborg y Alexander Search.


A propósito de esta combinación entre fado y jazz. ¿Te caracterizas esencialmente como un músico de jazz que explora el territorio del fado o no te ves etiquetado de esa manera?

Pues, como dije, creo que las etiquetas no van conmigo. Pero tampoco busco ser excéntrico ¡para nada! Sólo quiero ser yo. Poder decir musicalmente quién soy. Y soy un amante de la música, de los sonidos y de los silencios, vengan de cualquier género musical.

¿Cuáles son los próximos proyectos que tienes en marcha?

Tengo un nuevo Trío Ibérico con el grandísimo batería Jorge Rossy, con el que saldrá un disco en 2026. Y el contrabajista es un músico portugués increíble que se llama Romeu Tristão. Estoy muy feliz con esa colaboración también. Podremos hablar de ella más adelante. Por ahora estoy concentrado en este nuevo disco Piano Português Namora Guitarra Portuguesa que sale este octubre en todos lados y en dar muchos conciertos por el mundo, sobre todo en España. ¡Adoro España! De verdad: son el mejor público del mundo. Y en Sevilla, por ejemplo, incluso aplauden al estilo flamenco cuando piden bises ¡es hermoso! España es preciosa y espero que Portugal y España sigan saludándose cada día cuando se cruzan una con la otra y ayudándose mutuamente, con sus nobles diferencias y con sus muchas semejanzas.

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