Entrevista a Ariel Brínguez: El alma del jazz que dialoga con Bach

El saxofonista cubano Ariel Brínguez, uno de los nombres imprescindibles del jazz contemporáneo, regresa a los escenarios madrileños el 24 de octubre en el Círculo de Bellas Artes, dentro del ciclo Jazz Círculo, para presentar su nuevo proyecto Jazz About Bach junto a su quinteto. Un concierto que promete ser una experiencia única, donde el virtuosismo técnico y la profundidad espiritual se darán la mano en un viaje que conecta la obra de Johann Sebastian Bach con la sensibilidad afrocubana y la libertad del jazz moderno.

Texto: Pedro Andrade

@pedroandracifu

Fotos cedidas por Ariel Brínguez

Con una carrera que abarca colaboraciones con artistas de la talla de Chucho Valdés, Iván “Melón” Lewis o Javier Colina, Brínguez se ha consolidado como uno de los músicos más relevantes de su generación. Su nominación a los Premios Grammy por Alma en Cuba, el proyecto que comparte con Melón, y el éxito de su disco Latidos —una emotiva obra inspirada en su paternidad—, reafirman su condición de creador inquieto, versátil y profundamente humano.

Conversamos con él sobre su inagotable curiosidad musical, la espiritualidad en su arte, la importancia de la improvisación y la búsqueda constante de nuevas sonoridades.

Másjazz: Ariel, gracias por regalarnos este rato. Sé que tu agenda está a tope. La primera pregunta tiene que ver con algo que me llamó mucho la atención. Te vi ayer en Medinaceli y me sorprendió tu capacidad para abarcar tantos proyectos a la vez. Por ejemplo, ayer estabas acompañando a Paloma Cosano, pero también trabajas con Iván “Melón” Lewis y participas en muchos otros proyectos. ¿Cómo logra un artista como tú organizar en su cabeza tantas partituras, ideas y universos musicales distintos? ¡Siempre me lo he preguntado y me parece una locura!

Ariel Brínguez: ¡Buenísima pregunta! Yo lo asocio, verdaderamente, a dónde uno está cómodo. Mi naturaleza es bastante de exploración: de géneros, de contextos distintos. Me obligo a salir de mi zona de confort y ver qué sucede.
Entonces, cuando tienes esa naturaleza, se vuelve relativamente sencillo lidiar con varios proyectos. De hecho, si tuviera un solo proyecto fijo durante mucho tiempo, se me haría aburrido.  

Necesito ese afán de ser “ciudadano del mundo”, aunque tenga acento cubano.
La música nos da esa posibilidad: poder ser varias cosas a la vez. No me incomoda estar en muchos proyectos, personales o de otros, porque me resulta muy atractivo y me ayuda a evolucionar como músico, artista y creador.

Másjazz: ¿Qué proyectos estás trabajando actualmente?

Ariel Brínguez: Proyectos propios tengo cinco o seis. Está Nostalgia Cubana, que seguimos haciendo. Tenemos uno que se llama Jazz About Bach, que presentaremos el 24 de octubre aquí en el Círculo de Bellas Artes. En cada uno de ellos intento crear una entidad distinta, no repetir el mismo concepto. Por ejemplo, en Jazz about Bach, me preparo días antes escuchando música de Bach, entrando en ese universo, el “universo de Bach”, y viendo cómo fluir en ese contexto.

Con Melón tengo un dúo que se llama Alma en Cuba, donde exploramos la herencia de la música de Cuba, o cómo la música popular se puede llevar a un contexto más de cámara.

Tengo un álbum que se llama Latidos, que contiene canciones dedicadas a mis hijos, con toda la influencia que recibo en Madrid, una ciudad tan cosmopolita. No es netamente latin jazz ni música afrocubana estricta: es un engranaje de muchas influencias. La madre de mis hijos es ibicenca y me ha abierto al Mediterráneo. Tengo otro proyecto que se llama Sandunguismo Ilustrado, con música electrónica y trance; en el que cada uno de los integrantes toca con su propio set de instrumentos. También tengo un dúo con Javier Sánchez llamado El Arte del Diálogo, donde trabajamos el lirismo de la canción y los arreglos.En esencia, lo atractivo de tener distintos proyectos es la oportunidad de ponerse en diferentes pieles y ver qué sucede. Es un experimento constante.

Másjazz: Es increíble la cantidad de cosas que pasan por la cabeza de un músico. En cuanto a Latidos, que es tu último disco de cosecha propia, influido por la paternidad… Quería preguntarte: ¿de qué manera cambia la visión de un artista cuando llega esa etapa de ser padre?

Ariel Brínguez: Ha sido tan contundente y tan favorable que tuve que plasmarlo en el disco. Hay un estereotipo con el músico cubano: que siempre tiene que ofrecer algo afrocubano, jazz latino, música bailable… Pero vivir la paternidad de cerca trasciende todo eso. Es un impacto tan fuerte que va más allá de las etiquetas. Lo de Latidos fue tan profundo que me cambió completamente. Estoy experimentando el amor a un nivel muy alto, con una responsabilidad enorme: tienes unas personitas que te miran y dependen de ti. Me gusta pensar que están en nuestras manos, y que nuestro deber es guiarlas para que sean buenas personas, que traigan más amor a la Tierra.

Hacer música desde ahí, desde esa sensación, es indescriptible. Es una emoción universal: todo el mundo puede entenderla. No hago música solo pensando en mí; la hago para compartir. Es mi manera de decir “yo sentí esto” y de transformarlo en lenguaje musical. Ser padre ha sido tan revelador… Sientes amor, miedo, una gama de matices enorme. Y para eso está el arte: para analizar esas cosas y compartirlas. Estoy muy orgulloso de este disco, es muy íntimo, grabado con gente que admiro: Javier Sánchez, Íñigo “El Negrón”, Elizarde, Marcos Cavaleiro… Grandes músicos y grandes personas, muy sensibles. Pudieron expresar esa experiencia desde su propia visión.

Másjazz: Cuando te he visto en directo, noto que hay algo muy tuyo en el diálogo con los músicos y con el público. Tu discurso tiene una espiritualidad muy marcada. Una de las características que veo en tu música, además de la técnica y el arte, es el mensaje. Mi pregunta es: ¿cuánto peso tiene para ti ese componente espiritual o de mensaje en tus composiciones?

Ariel Brínguez: Yo lo asocio a algo que trasciende la música: la intención interior. Esa intención que persigues en la vida, la música la refleja.
Decimos “espiritual”, pero en realidad la existencia misma lo es. La música viene a narrar lo que vivimos, a acompañarnos. Ser coherente con eso es muy potente. Creo en la utilidad del arte. Y sí, eso inevitablemente me lleva a una conexión espiritual.

Deseo que en mis conciertos la gente salga reforzada emocionalmente, que sus fantasmas se disipen. No me gusta decirlo mucho porque es algo como: “sagrado”, pero es algo que percibo, y es lo que me mueve. Vengo de Cuba, donde la música se asocia mucho al entretenimiento, pero también está el lado ritual, lo yoruba, lo ancestral. Entonces, ser consecuente con mi herencia hace que ponga todo eso sobre la mesa. Es una prioridad.

Másjazz: Te quería felicitar por la nominación a los Premios de la Academia con el proyecto que tienes con Melón, Alma en Cuba. Sé que compartís agencia de representación y una relación cercana. ¿De dónde viene esa conexión y cómo trabajan juntos?

Ariel Brínguez: Buenísimo. Compartir camino con Melón es un privilegio. Es un súper pianista. Lo que más me gusta de él es que conserva el hambre por compartir, por hacer música. Estudiamos en la misma Escuela Nacional de Arte en La Habana. Él es de una generación anterior, pero venimos del mismo entorno: un lugar donde vas a expandir tu intuición musical y tu locura. Ya en este nivel profesional, viviendo ambos en España (él hace casi treinta años, yo dieciocho), es muy bonito hacer música con alguien con quien compartes ese background.
Además, tenemos muchos puntos en común: la estética, la búsqueda, el respeto por la música. Grabamos Alma en Cuba en Cezanne Records, aquí en Madrid. Todo fluyó rapidísimo: una o dos tomas y ya estaba. Nuria, nuestra mánager, y Javier Monteverde, el ingeniero, estaban impresionados. Fue algo natural, fresco, sin pretensiones. Y luego, la nominación… fue la guinda. El premio, para mí, ya está: es haberlo hecho.

Másjazz: Después de tantos años de carrera, desde Santa Clara hasta Madrid, ¿qué te sigue moviendo para subir al escenario y ofrecer algo distinto cada vez?

Ariel Brínguez: Buenísima pregunta. Diría que lo que me mueve es la oportunidad que da la música de vernos. Cada contexto, cada día, cambia. El jazz tiene la improvisación, que está en sintonía con el presente. Aunque planees algo, el clima, el público, los músicos… todo influye. Me mueve la idea de vivir el trance que genera la música. La música no es solo nuestra, está en el aire; nosotros la canalizamos. Cada vez lo asocio más a una experiencia que a un concierto. También he aprendido a aceptar cómo me siento cada día: no siempre se trata de perfección técnica, sino de coherencia emocional. Como en una conversación: a veces hablamos de cosas profundas, otras de cosas ligeras, y todo forma parte del discurso musical.

Másjazz: De cara al concierto del 24, ¿quién te acompañará?

Ariel Brínguez: Somos una banda estable. Está mi hermano del alma, Javier Sánchez, guitarrista increíble y persona maravillosa. También Reiner Elizarde “El Negrón” al contrabajo —nos conocemos desde Cuba—, Íñigo Ruiz de Gordejuela al piano, gran músico vasco, y Marcos Cavaleiro, baterista portugués excepcional. Son los mismos que grabaron Latidos. Hacer música con ellos es una celebración, pura familia.
Para mí es fundamental tocar con gente que admiro como seres humanos, no solo como músicos. Eso da confianza y hace que la música fluya. Me encanta el concepto de banda: consolidar un sonido con los mismos músicos,desarrollar algo juntos. Es vital.

Másjazz: Pues nada, te dejo tranquilo. Gracias, Ariel, por esta charla tan profunda y tan cercana.

Ariel Brínguez: Gracias a ti, hermano. ¡Buenísimas preguntas! Nos hemos puesto a sudar aquí… pero me ha encantado.

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