Al jazz flamenco no le queda otro remedio que reinventarse y adaptarse a la diversificación y exigencia del público jazzístico, cada vez más dicho en la materia, pues ya son muchas décadas de desarrollo de este estilo, que ha gozado de una buena salud en los últimos años, tanto que se puede hablar de un colapso generalizado. Así se puede explicar la nueva remesa de trabajos que han puesto el ojo en una nueva corriente del jazz flamenco que se aleja de clichés (aunque se sustenta a base de sonidos y progresiones más que reconocibles) para sumergirse en profundidad en la música latina, la electrónica o el funk.
El nuevo álbum del pianista Alex Conde, junto al vasco Pablo Martín Caminero y el cubano Michael Olivera, y publicado por el sello Karonte, es un periplo jazzístico en el que convergen el flamenco, el soul y, por qué no, el pop, porque hay ciertos momentos de relajación armónica y rítmica, momentos ociosos y de virtuosismo que hacen de este álbum un trabajo para todos los públicos. Ciertos pasajes bailables, un bajo que camina sereno y con un sonido prístino junto con la batería de Olivera, que repiquetea sin pausa, en su sitio, elegante, aguda y con mucho sabor. Por su parte, el piano de Conde es ágil, virtuoso, limpio y con un lenguaje que deja patente un gran amor por la música en general y el jazz en particular.
El nombre de este álbum es ni más ni menos que El trío, un divertimento agudo y más que interesante, un viaje que fluctúa entre un flamenco obstinado y el jazz, eso sí, con aire latino, que pone a Alex Conde en la palestra del jazz patrio.