El jazz como lenguaje común: Bester Quartet clausura la Presidencia polaca en el Consejo de la Unión Europea.


La noche del 23 de junio de 2025, en la Casa de Burgos de Madrid, la música se convirtió en el canal más elocuente para cerrar seis meses de intensa actividad diplomática y cultural. En el acto de clausura de la Presidencia de Polonia en el Consejo de la Unión Europea, el cuarteto —esta vez sexteto— polaco Bester Quartet, acompañado por la cantante Grażyna Auguścik, ofreció un concierto que convirtió al jazz en un manifiesto político y emocional.

Texto: Pedro Andrade

@pedroandradecifu

La velada arrancó con dos intervenciones institucionales que establecieron el tono del evento. Monika Krzepkowska, encargada de negocios de la Embajada de Polonia en Madrid, abrió el acto con palabras claras: “Libertad, democracia y solidaridad han sido los pilares de esta presidencia. Y hoy, como símbolo de esos valores, elegimos el lenguaje del jazz, que es diálogo, riesgo y creatividad compartida.” Reivindicó también la cultura como “una forma activa de cooperación europea” y destacó el papel del arte en el fortalecimiento de la unidad en tiempos de incertidumbre.

Le siguió Maria Ślebioda, directora del Instituto Polaco de Cultura, quien hizo un repaso vibrante de la programación cultural desarrollada durante el semestre: “Más de 50 proyectos culturales en toda España —artes visuales, cine, teatro, literatura y música— han demostrado la vitalidad del diálogo polaco-español.” Ślebioda habló con especial contundencia sobre el papel de la mujer en esas propuestas artísticas, destacando su presencia no solo como creadoras, sino también como impulsoras conceptuales y protagonistas de una narrativa cultural europea más inclusiva y representativa. “El programa ha apostado decididamente por la mirada femenina como fuerza transformadora en el arte contemporáneo”, afirmó.

“El jazz —como la propia idea de Europa— exige escucha, apertura y respeto”, añadió Ślebioda para concluir su intervención, dando paso a lo que sería el corazón de la noche: la música.

Bester Quartet, heredero directo de la legendaria Cracow Klezmer Band, desplegó una propuesta musical de profunda carga emocional. Su fusión de jazz contemporáneo, klezmer, música de cámara y vanguardia no solo desafía etiquetas, sino que crea un lenguaje propio, lleno de matices, silencios, tensión y belleza.

Desde el primer momento, el grupo —liderado por el virtuoso acordeonista Jarosław Bester— estableció una atmósfera íntima pero expansiva. El violín de Dawid Lubowicz cruzaba melodías con el contrabajo de Maciej Adamczak, mientras la percusión de Ryszard Pałka ofrecía un soporte delicado y preciso. La voz de Grażyna Auguścik, etérea y emocional, sumó capas de lirismo a un repertorio que bebía tanto del imaginario de Bruno Schulz como del universo del Masada Songbook de John Zorn.

Cada pieza fue una conversación íntima entre los artistas, un juego de tensiones y libertades que simbolizó, en forma musical, los valores europeos que se celebraban esa noche. No hubo grandilocuencia, pero sí intensidad; no hubo artificio, pero sí profundidad.

El público —formado por representantes diplomáticos, agentes culturales, artistas y compañeros de diferentes medios de prensa— respondió con una ovación cálida y prolongada. Porque esa noche, en la Casa de Burgos, la diplomacia se valió de la poesía y de la música, haciendo que la clausura institucional se transformara en una experiencia artística y humana.

Y así, entre improvisaciones, melodías de herencia judía y paisajes sonoros que invitaron a la reflexión, Polonia cerró su presidencia europea con una afirmación clara y necesaria: que la cultura —y el jazz en particular— siga siendo una de las formas más poderosas de comunicación, memoria y entendimiento entre los pueblos.

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