Entrevista a Marco Mezquida: «No podemos seguir conformándonos con las migajas institucionales»

Acaba de pasar por el Jazzaldia de Donostia dejando su huella con dos proyectos muy distintos: un delicado dúo de pianos con Iñaki Salvador en Chillida Leku y el potente directo del trio que lidera junto al guitarrista flamenco Chicuelo. Así es Marco Mezquida (Maó, 1987): un músico que salta de un estilo a otro con naturalidad, sin dejar de ser reconocible. Pianista, compositor y creador incansable, es hoy una de las figuras más activas y respetadas del panorama musical español y europeo.

Texto: Pedro Andrade

@pedroandracifu

Fotos: Alejandro Sanz Fraile

@a_kind_of_light

En esta conversación generosa y sin atajos nos cuenta cómo consigue mantener vivos tantos proyectos al mismo tiempo, cómo trabaja con su mánager para encauzar ese torrente creativo y qué le aporta colaborar con artistas tan distintos como Silvia Pérez Cruz, Salvador Sobral, Andrea Motis o Chicuelo. También habla de experiencias únicas, como tocar en el mítico Ronnie Scott’s de Londres o en el festival de jazz de Sant Lois- Senegal. Y no elude temas más espinosos: el papel del arte ante los conflictos sociales, el turismo desmedido en su isla natal, o los retos que plantea la inteligencia artificial en la música. Marco Mezquida no solo toca muchos palos; también tiene algo que decir en cada uno de ellos.

Y lo hace siempre con una mezcla de pasión, curiosidad y una humildad que desarma. Porque, a pesar de su éxito, sigue hablando como quien aún se asombra de estar viviendo de lo que más ama: hacer música.

Másjazz: Tienes una actividad creativa realmente frenética. ¿Cómo haces para mantener vivos tantos proyectos distintos sin perder profundidad en ninguno? ¿Cómo organizas tu mente para saltar entre repertorios, estilos y lenguajes?

Marco Mezquida: Tengo una actividad frenética, sí. La verdad es que es un sueño hecho realidad ser un músico activo, lleno de conciertos, propuestas, proyectos, colaboraciones, y defender mi música, tanto en proyectos como líder como formando parte de colaboraciones maravillosas con artistas increíbles. Disfruto mucho de trabajar como lo hago y de viajar por el mundo con toda mi energía y pasión.

Para mantener tantos proyectos distintos sin perder profundidad, se necesita mucha energía vital —y yo siento que la tengo—, además de capacidad de trabajo, disciplina, ilusión y pasión por lo que uno hace. También es clave una formación sólida. Desde pequeño siempre he amado la música, jugar con ella, y tocar muchos palos distintos: desde la música clásica hasta la popular. Amo la música popular, desde la de Menorca hasta los Beatles, pasando por grupos de música moderna de muchos países. Y, por supuesto, el jazz y las músicas donde la improvisación es fundamental. Eso me mantiene vivo y me permite implicarme a fondo en cada proyecto.

Másjazz: ¿Cómo hace Julio, tu mánager, para encauzar toda esa vertiente creativa? ¿Te quiere matar cuando le llamas con una nueva idea? ¿Cómo es vuestra relación y qué importancia tiene en la estructura de todo lo que haces?

Marco Mezquida: Desde hace casi nueve años, Julio y yo caminamos juntos sin oficina, solo con nuestro compromiso, trabajo, constancia y bagaje. Julio es una persona maravillosa y muy trabajadora. Diría que ambos somos de los más trabajadores del país, cada uno a su manera. Nos tomamos muy en serio nuestro oficio.

Desde el principio, Julio entendió que yo necesitaba diversificar mi energía musical. No me centro en un solo proyecto como otros artistas; tengo una vertiente sinfónica, otra de piano solo, distintos tríos, dúos con cantantes… Le pedí que aceptara esto como mi sello personal. No siempre es fácil coordinar todo —por solapamientos, exclusividades, saturación de agenda—, pero con los años hemos aprendido a retroalimentarnos.

Muchos festivales repiten conmigo año tras año porque disfrutan de mi proceso creativo, siempre cambiante y con proyectos distintos entre sí, pero con personalidad. Todo se consensua y se planifica entre ambos. Julio tiene un papel crucial en la gestión y el desarrollo de todo esto. Nos arremangamos con ilusión para que salga lo mejor posible.

Másjazz: Tu discografía reciente incluye trabajos como Tornado, Talismán, Letter to Milos, Beethoven Collage, el dúo con Chicuelo, colaboraciones con Silvia Pérez Cruz… ¿Cómo decides qué universo creativo explorar en cada etapa? ¿Hay un hilo conductor —filosófico, emocional o estético— que los conecte?

Marco Mezquida: Cada universo creativo tiene su porqué. Me gusta equilibrar las pequeñas formaciones. El piano solo me apasiona —tengo cinco discos publicados—, pero últimamente he potenciado tres tríos distintos:

El trío de Tornado, que fue un revulsivo respecto a mis proyectos anteriores con Aleix Tobías y Martín Meléndez (Los sueños de Ravel, Talismán, Letter to Milos).

Mis tres discos junto a Chicuelo (Conexión, No hay dos sin tres y Del alma), con una mezcla de flamenco y jazz. Y otro trío más centrado en la música mediterránea e ibérica. Además, adoro los dúos, ya sea con cantantes como Silvia Pérez Cruz, Andrea Motis, Salvador Sobral, o con instrumentistas. Ahora mismo estoy preparando un dúo con Lina, cantante portuguesa de fado.

También tengo mi repertorio sinfónico, como Talayot, mi concierto para piano y orquesta, y adaptaciones sinfónicas de Gershwin. Todo está previsto, cuidado, trabajado con mimo. Cada proyecto tiene su momento, su proceso, su espacio creativo.

Másjazz:  Con Chicuelo habéis llegado ya a vuestro tercer disco conjunto, Del alma. ¿Qué mantiene viva esa complicidad artística a lo largo del tiempo? ¿Qué has aprendido tú del flamenco a través de él y qué sientes que él ha tomado de tu lenguaje?
Marco Mezquida: Lo que mantiene viva nuestra complicidad es nuestro vínculo personal. Chicuelo es un compañero del alma. Le admiro profundamente, tanto como músico como persona. Su ingenio, sentido del humor, inteligencia, curiosidad, sonido… todo eso me cautiva.

En este trío hay muchísimo amor. Cada canción es nuestra, hemos trabajado mucho en la composición para que cada uno tenga su espacio, su esencia. Ese es el secreto.  Los dos somos curiosos, él ha tomado cosas mías —sonoridades, improvisación— y yo he aprendido mucho del flamenco a través de él. Pero ninguno fuerza su lenguaje: no me vuelvo flamenco forzado, ni él se vuelve un jazzero forzadamente. La música sale natural, desde la verdad.

Másjazz:  Has dicho que el jazz en España vive un momento creativo muy fértil, pero que sigue siendo difícil girar o consolidar estructuras. ¿Cómo ves el estado actual del jazz en nuestro país? ¿Qué está funcionando y qué sigue siendo precario?
Marco Mezquida: El jazz en nuestro país está atravesando un momento muy fértil, pero siempre es difícil sostener esa bonanza. Sobre todo, porque venimos arrastrando crisis que, por desgracia, afectan mucho a la cultura. En lo que respecta a la música, sigue existiendo una jerarquía muy marcada: se prioriza la música clásica, los festivales multitudinarios y los eventos que mueven grandes masas. Parece que esa es la única cultura que se considera válida.

Sin embargo, hay una enorme variedad de estilos, músicos y músicas más underground que son fundamentales para el ecosistema cultural. Para que esta diversidad florezca, se necesitan bares, clubs, ciclos, centros culturales, pequeños teatros, auditorios… y también grandes festivales. Todo es necesario, no solo los grandes nombres y carteles llamativos que duran apenas una semana. Lo que realmente necesitamos es un entramado, una red sólida y continuista. Y eso es algo de lo que pocas instituciones parecen ser conscientes. Cada comunidad autónoma debería invertir mucho más en música en directo, en el jazz, en la música moderna.

No podemos seguir conformándonos con las migajas institucionales de subvenciones que recibe esta música. Hay artistas con muchísimo talento y autenticidad. Estamos en uno de los mejores momentos a nivel creativo: hay gente joven estudiando esta música, centros superiores donde se enseña no solo jazz, sino también música de raíz, flamenco, rock, pop, músicas libres, de vanguardia, contemporáneas… Campos muy ricos y necesarios, que no forman parte del pop mainstream que nos imponen constantemente en las radios y en la industria musical más despiadada.

Al final, eso no deja de ser lo que nos ponen en Spotify, en Amazon, en Los 40 Principales: lo que quieren que consumamos, una y otra vez, como si no existiera nada más. Te dicen “tus artistas favoritos”, pero no es que realmente lo sean: es que no te dejan escuchar otra cosa. Te imponen un único plato y solo puedes comer de ese.

Si desde las instituciones no se potencia la variedad y una competitividad más sana, al final solo existirán Estrella Damm, Zara, Inditex, Spotify, Amazon… y todo lo que sean pequeños comercios o proyectos más humildes —pero más auténticos— desaparecerá.

Másjazz:  Has tocado en un sinfín de países y escenarios, algunos tan importantes como el Ronnie Scott’s de Londres. Desde esa experiencia, ¿cómo crees que se percibe el jazz hecho en España en el resto de Europa o del mundo?

Marco Mezquida: Sí, ya he tocado en más de 40 países. Lo de Londres, en el Ronnie Scott’s, fue una experiencia maravillosa. La verdad es que salir de nuestras fronteras y cruzar los Pirineos para dar conciertos en lugares especiales de Europa —y del mundo— no es fácil. Aun así, quienes estamos haciéndolo esperamos también abrir puertas para las generaciones que vienen, del mismo modo que agradecemos a quienes lo hicieron antes que nosotros. Gracias a ellos, existe hoy un mayor reconocimiento y consciencia sobre el jazz y la música que se hace en nuestro país.

En España hay propuestas de gran calidad y músicos con tanto talento y posibilidades como los de cualquier otro lugar del mundo. Además, muchos han vivido y desarrollado escena en otras ciudades, lo cual también es muy valioso.

Aun así, seguimos siendo algo invisibles si nos comparamos con escenas como la francesa, italiana, danesa o alemana. Pero poco a poco se van interesando, empiezan a escuchar lo que hacemos aquí y a reconocer su valor. Ese es el proceso.

Hemos estado en desventaja por razones históricas —como la dictadura— que frenaron el desarrollo cultural durante décadas. Por eso tenemos menos tradición y menos apoyo institucional que otros países que llevan muchos más años programando, cultivando y cuidando esta música. Pero eso no significa que no debamos seguir luchando por ello. Al contrario, hay que seguir trabajando para que el reconocimiento llegue.

Másjazz: Cuando pisas un lugar como el Ronnie Scott’s, ¿se experimenta una presión distinta? ¿Modifica algo en tu forma de tocar o en tu conexión con el público?
Marco Mezquida: Para mí, lo que más marca un concierto no es tanto el lugar —aunque, obviamente, tocar en el Ronnie Scott’s, en el Palau de la Música, en la Filarmónica de Colonia, en pequeños auditorios, teatros o incluso bares tiene su impacto—, sino la proximidad con el público y la intensidad del momento. No es tanto por lo icónico o histórico del sitio, que muchas veces se idealiza por mitomanía, sino por lo que sucede ahí, en ese instante. Al final, los lugares son solo eso: espacios por los que pasa gente todo el tiempo.

Por supuesto, hay entornos que imponen respeto, como los  talayts en Menorca, las pirámides o un escenario legendario. El camerino del Ronnie Scott’s, por ejemplo, o su acústica particular, te hacen sentir que estás en un lugar especial. Hay espacios que suenan de una forma que te estremece, que te hacen decir: “Aquí pasa algo”. Pero lo más importante sigue siendo la conexión con el público, con la emoción del momento, con las ganas de compartir y de estar más vivo que nunca, ahí, en ese presente absoluto.

No importa tanto si es el Ronnie Scott’s o un club en Reus, ¿me entiendes? Lo que me mueve es que la música esté viva y presente, porque realmente es un regalo —un presente— para todos los que están ahí, en ese instante. Eso está muy por encima de si el lugar es histórico, canónico o reconocido.

Está claro que tocar en espacios con tanta historia genera una emoción especial. Uno no toca todos los días en un club fundado en 1959 como el Ronnie Scott’s, por donde han pasado leyendas como Bill Evans, Sonny Rollins o Miles Davis.

Másjazz:  Has participado en el festival de jazz de Saint-Louis, en Senegal. ¿Cómo fue para ti esa experiencia allí? ¿Qué te llevaste de ese encuentro cultural y humano?
Marco Mezquida: Había actuado varias veces en Marruecos, incluso en Argelia, pero el flechazo con Senegal fue muy especial. Sin duda, la invitación de Mame Birame despertó en nosotros muchas ganas de conocer por primera vez el África subsahariana, de sentir su energía y entender el modo de vida de su gente. En Saint-Louis, el contraste fue muy potente e impactante: personas cuidadosas, amorosas y profundamente humildes.

Tienen muy poco; aunque, por suerte, no hay desnutrición generalizada, sí existe una gran escasez de recursos. Es triste ver ciertas situaciones, lugares muy deteriorados, decadentes. Pero, al mismo tiempo, hay una alegría, una vitalidad y una luz en las miradas que no tienen comparación. Basta ver la diferencia con lo que te encuentras en el metro en Europa: allí no ves esas miradas, esa forma tan directa y genuina de conectar.

Disfrutamos muchísimo: comimos platos deliciosos, paseamos a todas horas, nos mezclamos con la gente, compartimos, participamos del festival. Caminamos por todas partes, nos adentramos en los mercados, saboreamos, olimos, vivimos.

Me quedé profundamente prendado de Senegal. Ramón y yo ofrecimos un concierto a dúo de Tornado, y fue una experiencia inolvidable.

Másjazz:  En 2021 presentaste en el Sónar Piano + AI, un proyecto en el que improvisabas junto a una inteligencia artificial. ¿Qué te llevó a explorar esa frontera tecnológica? ¿Qué descubriste sobre ti como músico en ese diálogo con la máquina?
Marco Mezquida: Sí, hice un proyecto a dúo con inteligencia artificial, por encargo del Sónar, y fue muy especial porque era algo bastante primigenio, que aún no se estaba explorando demasiado. Lo interesante fue que todos —público y artistas— nos sentíamos como participantes de un experimento sin saber exactamente hacia dónde nos llevaría.

Trabajé en coordinación con dos informáticos que pusieron toda su energía y creatividad en desarrollar esta propuesta. Me di cuenta de que la inteligencia artificial no era tan “inteligente” como imaginaba; era una tecnología en desarrollo, que con el tiempo tal vez alcanzaría otro nivel. Aun así, encontramos territorios muy interesantes, especialmente en el campo de la improvisación, donde surgía una interacción real: la inteligencia captaba mi sonido y respondía, y a partir de lo que me devolvía, yo creaba e improvisaba algo nuevo, intentando que tuviera sentido artístico y musical.

Era un verdadero diálogo, aunque distinto al que se da entre humanos. Descubrí que sus respuestas eran, en muchos casos, imprevisibles, lo cual activaba también en mí una forma diferente de pensar y crear: más cercana a una energía sonora organizada que a una conversación estructurada. Con un humano hay una lógica más previsible, más sofisticada en la comunicación. Aquí, en cambio, lo imprevisible generaba otra dimensión creativa.

Fue muy interesante, y ahora, el 15 de noviembre, volveré a presentarlo en el Festival de Jazz de Madrid. Hay mucha expectación, porque la interacción ha ido mejorando con el tiempo, y la «conversación» entre ambos cada vez fluye más.

Másjazz:  ¿Ves la inteligencia artificial como una herramienta creativa o como una amenaza al alma del arte? ¿Puede convivir con la sensibilidad humana o tiende a desplazarla?
Marco Mezquida: La veo como una herramienta creativa, no como una amenaza. La vida tiene que seguir siendo humana, con la naturaleza como epicentro: el agua, el sol, la tierra… todo lo demás —incluida la tecnología— debe estar al servicio de eso, no al revés.

Uso la IA como herramienta práctica: para hacer consultas médicas preliminares, saber ingredientes de alimentos, redactar un currículo… Pero nunca para sustituir la sensibilidad humana. La IA puede ser muy potente, pero no puede llorar ni emocionarse como nosotros. La sensibilidad humana es lo más sofisticado que existe, y eso no se puede replicar artificialmente.

Másjazz:¿Hay algún territorio artístico que aún no hayas explorado y que te intrigue especialmente? ¿Te interesa adentrarte más en la música electrónica, el teatro, el cine, la literatura…?
Marco Mezquida: Sí, siempre tengo la sensación de que el horizonte artístico es infinito. Aunque mi vida gira en torno a los conciertos y la creación musical, me fascinan todas las artes escénicas. He colaborado con bailarines, poetas, y he hecho algunas cosas teatrales y bandas sonoras, aunque para cine aún no he trabajado. Ojalá llegue.

La música electrónica me interesa mucho como oyente, más que como creador por ahora. Mi lenguaje es más analógico, centrado en el piano acústico, pero nunca cierro puertas. Tengo 38 años y confío en seguir creciendo con experiencias nuevas, diferentes y estimulantes.

Másjazz: Sé que eres padre. ¿Cómo gestionas la paternidad con la vida de giras, ensayos, conciertos? ¿Ha cambiado tu forma de hacer música desde que eres padre?
Marco Mezquida: Ser padre es lo más maravilloso que me ha pasado en la vida, y ser padre de Milos aún más, porque lo adoro. Tiene cuatro años y lo pasamos increíble juntos. Hemos hecho más de 240 vuelos por conciertos en distintos lugares de Europa y de toda España: trenes, aviones, taxis, autobuses.

A Milos le encanta viajar, y a nosotros nos encanta compartir esa experiencia con él. Cada día se convierte en una vivencia llena de vida, de amor, de pequeños tesoros. Desde que soy padre, hago música con más pasión, aunque a veces haya menos tiempo para mí mismo, para gestionar ciertas cosas o tener espacios propios. Nos vamos organizando: cuando mi pareja se encarga más, luego lo hago yo. Es un equilibrio que implica adaptación, pero también mucho amor.

Por suerte, no suelo hacer giras largas; la mayoría de los conciertos duran dos o tres días, voy y vuelvo. No suelo estar fuera un mes o dos. Lo máximo han sido una semana o diez días, como cuando viajo a la India, Japón o Senegal. En general, son idas y vueltas que se pueden gestionar perfectamente y de forma muy agradable con la paternidad.

Másjazz: ¿Cuál es tu proceso de composición? ¿Tienes rutinas, cuadernos de notas, melodías que surgen de improviso? ¿Cómo trabajas una idea hasta convertirla en obra?
Marco Mezquida: Mi proceso de composición consiste, básicamente, en estar conectado a la música: pensar en música, canturrear, grabar ideas. A veces registro esos momentos con el móvil, otras los escribo en partitura. También puede ser que esté tocando en casa o en algún lugar, y empiece a grabar porque tengo una melodía en la cabeza que necesito desarrollar. Poco a poco voy apuntando hasta que siento que esa idea, ese “cuadro”, esa canción o pasaje ha tomado forma.

Para mí, la improvisación es como un río caudaloso lleno de posibilidades. De ahí surgen pequeñas ideas que, con trabajo, pueden convertirse en futuros temas. Así compongo: sin una rutina estricta, más bien con la disposición de estar atento, de poner manos a la obra y tener el móvil cerca para capturar lo que surge.

A veces las ideas nacen improvisando, otras veces vienen por inspiración: una canción que escuché, un cuadro que vi, el olor de una flor, un momento con Milos, una película. Nunca se sabe de dónde vendrá el impulso creativo, pero creo que, más allá de la inspiración, es cuestión de constancia y disciplina.

Me gusta componer de todo: desde piezas más estructuradas y escritas, con menos espacio para la improvisación, hasta composiciones breves que sirven de trampolín para improvisar y explorar. Para mí, cada creación tiene su propio sentido, su propio lugar. Lo importante es estar abierto y presente a lo que la música quiere decir.

Másjazz:  En cuanto a la improvisación y el free jazz: ¿qué grado de libertad te interesa cuando compones o tocas? ¿Te atrae lo absolutamente abierto o prefieres establecer ciertos límites dentro del caos? Mientras te hago esta pregunta suena Letter to Milos en mi tocadiscos, jeje.
Marco Mezquida: Claro, yo vengo mucho del mundo de la improvisación, especialmente de la improvisación libre, porque para mí es algo necesario, profundamente enriquecedor, y que potencia la creatividad mucho más que la práctica del intérprete que repite una y otra vez un pasaje hasta dejarlo impecable para luego reproducirlo en concierto. Yo busco justo lo contrario.

Cuando he pasado una, dos o tres veces por el mismo lugar, siento la necesidad de transformarlo: ornamentarlo, variarlo, deconstruirlo. Hay muchos caminos posibles, y eso es lo que me motiva. Disfruto del proceso creativo, de construir desde la nada, de unir dos acordes, escuchar cómo suenan y jugar con ellos durante horas.

Improvisar es jugar, y de ahí surgen melodías. Algunas se repiten, se transforman, y otras simplemente se desvanecen. Pero a veces aparece un giro melódico que me llama la atención y pienso: “esto podría ser una canción”. Algunas ideas se pierden, como pasa con muchas cosas en la vida. Otras, en cambio, se quedan grabadas en la memoria, en la piel, y no me sueltan hasta que las termino. Es como una obsesión creativa que no se resuelve hasta que por fin siento que la pieza está completa.

Másjazz:  En una entrevista con Clásica FM —o quizá en Club de Jazz— mencionabas tu preocupación por el turismo masivo y el modelo de desarrollo de Menorca. ¿Sientes que el arte puede —o debe— posicionarse ante problemáticas sociales y ecológicas?
Marco Mezquida: El artista tiene varios caminos. En mi caso, cuando doy un concierto, lo que busco es centrarme en la música, dedicarme plenamente a ella. Me motiva profundamente hacer música para todo tipo de públicos, de todas las edades y en cualquier auditorio. La música, en sí misma, ya comunica mucho.

Dicho esto, sí me he posicionado públicamente a favor del respeto y la paz en Palestina. Lo expreso en cada concierto, porque lo que está ocurriendo me parece una barbaridad. Me duele profundamente la hipocresía global, incluso en nuestro propio país hasta hace muy poco, y la indiferencia de tanta gente que se ha acostumbrado a vivir en un mundo hostil, violento e injusto. Esa rabia, esa tristeza, me impulsan a decirlo y a manifestarlo cada vez que puedo.

Al final, soy persona antes que artista. Y como persona, si amo mi tierra y veo que algo se está haciendo mal, siento el derecho —y la necesidad— de alzar la voz. Me parece importante posicionarse cuando se está destruyendo algo que ha sido preservado durante generaciones, y que ahora corre peligro por intereses caprichosos o por un capitalismo despiadado.

Así que sí, me posiciono, pero lo hago desde lo humano, desde el compromiso personal, más allá de lo artístico.

Másjazz: ¿Crees que los artistas deben pronunciarse ante los grandes temas del presente —como la crisis climática, los conflictos armados o las desigualdades— o es legítimo que algunos prefieran mantenerse al margen?
Marco Mezquida: Es totalmente legítimo que un artista, ya sea a través de su obra o de su persona, esté implicado en cuestiones políticas, geopolíticas o climáticas. Es algo plausible, incluso necesario, porque estos temas pueden ser fuente de inspiración, y porque el arte tiene el poder de transformar el presente, de generar conciencia en personas que quizás no la tienen o que se han insensibilizado.

Si no hubiera habido figuras como Nina Simone, Abbey Lincoln, Max Roach o Miles Davis, que lucharon por los derechos civiles de la comunidad negra, tanto el arte como la historia habrían sido muy diferentes. Lo que quiero decir es que se puede —y se debe, si se siente así—, pero no es obligatorio. No todos los artistas tienen esa energía ni esa necesidad interna. Y si no nace del corazón, si no es sincero, no tiene sentido. No puede ser algo impostado.

Si Rosalía, por ejemplo, no se ha posicionado hasta ahora, seguramente es porque ha recibido presiones muy fuertes desde la industria musical. Ya sabemos cómo funcionan empresas como Spotify, Amazon, Google o Zara. Basta con levantar una piedra para ver los intereses económicos brutales que hay detrás, intereses que muchas veces se imponen por encima de las vidas humanas.

Vivimos en un mundo donde la gente presume de tener el último modelo de teléfono móvil sin reparar en que eso implica explotar recursos finitos, empobrecer aún más a África y destruir ecosistemas y comunidades. El poderoso aplasta al débil sin compasión ni justicia, y eso es una auténtica vergüenza.

Cuando uno es consciente de esta realidad y lo siente en la piel, si además tiene la posibilidad de expresarlo —ya sea en un escenario, con un micrófono o a través de su arte—, entonces puede y debe hacerlo. En mi caso, sentí la necesidad de manifestarme con lo de Palestina. No lo he hecho con otros temas, como lo que pasa en Menorca, pero frente a un genocidio, sí. También he expresado en entrevistas que no consumo productos de ciertas multinacionales del capitalismo salvaje, porque son las que están destruyendo el tejido social y los pequeños comercios.

Si seguimos alimentando estas grandes corporaciones, como Spotify —que invierte en clubes de fútbol y en armamento mientras se lucra del trabajo de los artistas sin retribuirlos justamente—, estamos siendo cómplices de algo perverso. Esta empresa, en vez de apoyar a los músicos que la sostienen, invierte en hacer daño. Y eso es inaceptable.

Por supuesto que hay artistas cuyo trabajo puede tener una fuerte carga política, pero no todos tienen que hacerlo. Eso también debe respetarse. El problema es cuando quienes tienen un gran poder, millones de seguidores e influencia global, optan por callar. Ahí surgen las sospechas. Una cosa es ser un músico de jazz, otra muy distinta es ser una figura mediática con una plataforma enorme. Ellos saben que, si se posicionan, pueden incomodar a muchos.

Y por eso muchos prefieren callar, por miedo a perder prestigio, a ser vetados en ciertos países, o simplemente a enfrentarse al odio. Porque no llueve para gusto de todos, y entonces hay gente que se calla por eso, porque quiere centrarse en su arte y hacer como dice el dicho:  “ojos que no ven, corazón que no siente.”

Másjazz:  Mirando al futuro: ¿qué nuevos proyectos tienes en el horizonte? ¿Más obras sinfónicas, nuevas grabaciones, colaboraciones, viajes?
Marco Mezquida: Mis proyectos futuros son, básicamente, muchos y diversos.

El 26 de septiembre se publicará un nuevo disco que he grabado junto a la cantante de Fado Lina. Es un dúo muy especial, con ella en la voz y yo al piano. El repertorio incluye fados, canciones portuguesas, composiciones propias y alguna pieza en castellano.

En octubre presentaré un proyecto titulado El juicio a Gesualdo, centrado en la figura del fascinante compositor renacentista italiano. Es un proyecto que me tiene especialmente ilusionado, ya que estaré acompañado por el Cor de Cambra del Palau, con 28 cantantes maravillosos dirigidos por Xavier Puig. Será una propuesta muy potente y realizaremos varios conciertos por todo el país.

Además, entre septiembre y octubre grabaré un nuevo disco junto a Aleix Tobías y Martín Meléndez. Es un trabajo de composiciones y canciones propias que verá la luz en marzo o abril del próximo año.

También continuaré ofreciendo conciertos con Chicuelo, con mi trío Tornado, y con el trío que formo junto a Aleix Tobías y Martín, vinculado al proyecto Letter to Milos. Paralelamente, tengo agendados conciertos a piano solo y seguiré desarrollando proyectos sinfónicos, ya que es probable que me lleguen nuevos encargos en el próximo año o en los siguientes.

Estos son mis proyectos a corto plazo, además de otras colaboraciones que puedan ir surgiendo. Para estar al tanto de todo, se puede consultar mi página web, donde está la agenda actualizada, o seguirme en redes sociales.

Másjazz: Mil gracias por tu tiempo Marco

Marco Mezquida: Madre mía, ¡qué entrevista! Estoy cansadísimo, no he parado de hablar, jeje. Gracias querido.

¡Comparte tus comentarios!

Deja un comentario