La pianista se presentó en el marco del Barcelona Jazz Festival con un concierto apabullante, que combinó música escrita con generosas dosis de improvisación, junto a la brillante sección rítmica de Robert Hurst y Johnathan Blake.
Texto y fotos: Eduardo De Simone
El trío de la innovadora pianista Kris Davis, con los notables Robert Hurst en contrabajo y Johnathan Blake en batería fue hasta el momento el plato fuerte del Barcelona Jazz Festival, ciclo que este año ha programado a grandes figuras del piano, como Sullivan Fortner, Aaron Parks, Marta Sánchez, Omar Sosa, Paul Cornish o Ethan Iverson, por citar a algunos.
Davis, Hurst y Blake ofrecieron un arrollador concierto en el auditorio del Conservatori Liceu, en el que ratificaron que es una de las formaciones más afiatadas y atrapantes de la escena del jazz actual, donde no abundan las agrupaciones de larga duración.
El trío es una máquina rítmica que hace la diferencia con la vocación improvisatoria de Davis, para quien ese camino es una búsqueda hacia la construcción de puentes, en los que enlaza la composición escrita y la vanguardia libre.
Por momentos virulento, por momentos sobrecogedor, el sonido del trío es un pulmotor en un ambiente en el que sobran las fórmulas conocidas y escasean las propuestas que escapan a la convención.
Predestinada por su apellido, la Davis canadiense se asomó al jazz de la mano de su homónimo Miles, que marcó sus escuchas adolescentes junto a Wayne Shorter y Herbie Hancock. Su carrera fue en ascenso y hoy son mayoría los músicos de la vanguardia o aún de la herencia del bop que pugnan por tocar con ella.

Luego de figurar al tope de varias encuestas y de recibir numerosas distinciones de instituciones vinculadas a la música y al jazz, Kris tuvo en 2025 un año consagratorio tras la edición de su último disco, Run the Gauntlet. La encuesta de periodistas de la revista DownBeat le asignó el primer lugar como pianista del año, por encima de leyendas como Kenny Barron o Fred Hersch. También figuró en el podio con su trío y con su reciente disco de homenaje a mujeres pianistas. Y fue una de las tres más votadas como artistas del año, junto al saxofonista James Brandon Lewis y a la guitarrista Mary Halvorson.
Kris suele argumentar que no piensa en exceso mientras está tocando, es decir, en términos de desarrollo compositivo o improvisación. Antes bien, intenta seguir su oído y acaso tocar melódicamente, o elegir no hacerlo. Le gusta escoger a los músicos con los que toca a partir de una comunión intuitiva y de una estética compartida, pero se define como un “constructora de puentes” porque le resulta atractivo unir gente de distintas procedencias y escenas musicales. Puede tocar con bateristas tan disímiles como Jeff Tain Watts, Tyshawn Sorey o Ches Smith, pero con todos encontrará la magia que suele surgir de la libre improvisación.
En cuanto al trío que la trajo a Barcelona -en marzo ya había estado en la localidad catalana de Vic- basta mencionar la standing ovation que recibió tras el show, donde hubo espacio para sus composiciones de Run the Gauntlet y hasta un homenaje al baterista recientemente desaparecido Jack DeJohnette.
Davis nos anticipó que en este concierto presentó también nuevas composiciones que serán parte de un próximo disco a editarse en septiembre de 2026 a través de su propio sello, Pyroclastic, que se ha ganado un merecido lugar con sus álbumes tan valorados por la crítica y el público interesado en este género.
De ese disco ya se puede escuchar un single en las plataformas digitales, Lost in Geneva. Kris adelantó que la propuesta musical será algo diferente a lo ya conocido de su producción, porque le añadirá al trío una sección de cuerdas.
Aunque siempre ha estado influenciada por la veta improvisatoria heredada de pianistas como Cecil Taylor o Don Pullen, Kris ha dedicado más espacio últimamente a escribir composiciones de base para su trío, con formas más estructuradas, cambios de acordes y un patrón rítmico sostenido. Pero el afán improvisador la persigue y ella lo atrapa al vuelo, pintando el piano con texturas explosivas y a la vez emotivas.
Craig Taborn, otro consagrado pianista de vanguardia que ha grabado en dúo con Davis no duda en elogiarla: “Creo que el aspecto más emocionante de la música de Kris es su esfuerzo constante por expandir los límites de su estilo, impulsada principalmente por una pasión por la exploración y la innovación”, nos dice sobre ella. Naturalmente, no le falta razón.