Imposibilitado de tocar por razones de salud, las grabaciones de Jarrett que edita pausadamente ECM mantienen viva su llama. Se lanza ahora New Vienna, un concierto en piano solo que fue parte de la última gira europea del pianista, en 2016. Es un álbum notable, que expresa la madurez de su estilo de improvisación
Keith Jarrett es un encantador de sonidos, pero también un obsesionado por el silencio. Un pequeño ruido involuntario en un concierto puede provocar su abrupto final. Una tos, una foto, un grito, cualquier elemento que tienda a desairar la concentración a la que se entrega en sus presentaciones merece la excomunión.
Son célebres los episodios en los que Jarrett se retiró del escenario o se negó a seguir con el show si se enfrentaba a una perturbación innecesaria. Ni hablar del estado del piano. El célebre fastidio que precedió al Köln Concert por un piano precario y miserable de un cuarto de cola sólo se superó por la insistencia de la productora Vera Brandes.
Uno de los últimos conciertos que Jarrett ofreció en su gira final por Europa de 2016 también empezó con el pie izquierdo. Un espectador tomó una foto, a pesar de la advertida prohibición, y Jarrett amenazó con no continuar la actuación. Retirado el improvisado paparazzi, el show se abrió paso y se transformó en una grabación notable, que ahora el sello ECM -la segunda casa del pianista- edita en coincidencia con su 80 cumpleaños con el título de New Vienna.
Se trata de uno de los cinco conciertos que Jarrett ofreció en distintas ciudades europeas durante 2016, en la que sería su última gira por el continente y acaso el canto del cisne. Luego de esas presentaciones y otro puñado que le sucedieron, Jarrett sufrió dos ACV que le paralizaron el lado izquierdo del cuerpo y le impidieron seguir tocando el piano. Lo hace en su casa, sólo con una mano y mejor que muchos otros con las dos, pero ya no habrá conciertos para ningún público.
Jarrett siempre fue reacio a embanderarse en la corriente imperante. Cuando Miles Davis parecía torcer el jazz hacia una veta electrónica, Jarrett lo abandonó a causa de su aversión a ese tipo de teclados. Cuando se valoraban las composiciones propias por sobre los clásicos revisitados, inauguró en trío una manera personal de abordar los standards.
Y la decisión de lanzarse a conciertos en solitario sin red y sin ideas preconcebidas fue un antes y un después para los pianistas que vieron en esa toma de riesgo los fundamentos de una nueva manera de sentir la improvisación. De allí la insinuación casi irónica de la frase que acompaña la edición de su Köln Concert y que dice “All compositions by Keith Jarrett”. ¿Es que Jarrett compuso ese concierto, como compuso el de Viena que ahora se edita?
Dos músicos japoneses quisieron indagar en la “composición” del Köln Concert y transcribieron obsesivamente la totalidad de esa presentación improvisada. Pero como en la fotocopia de un cuadro, en esa transcripción sólo se veía la superficie. ¿Quién osaría tocar esas notas sin ser Jarrett? Ahora la leyenda cambió: Music by Keith Jarrett es la única referencia en los cuadernillos de los discos.
La profundidad de su sonido dejó huella en sus trabajos posteriores al Köln, porque seguramente ni Jarrett está convencido que ese concierto figure entre sus obras más notables. Está, por ejemplo, la caja que reúne sus actuaciones en trío en Blue Note, que para muchos figura entre lo más consagratorio de este extraordinario artista. Pero también los solo piano de la última gira europea ranquean bien alto. Y el New Vienna es una prueba cabal.
La última gira europea, como la conocen sus aficionados, incluyó paradas como Budapest, Bordeaux, Munich, Viena y Roma, en julio de 2016. Las tres primeras presentaciones ya fueron editadas por ECM. La de Roma sigue en gateras y este mes se lanza la de Viena, que tuvo lugar en el Musikverein.
Fueron conciertos en solitario, en los que Jarrett dio rienda suelta al free playing, el mismo que en su momento ejecutó en Köln en 1975, una improvisación sin ideas planificadas, sin una bitácora de navegación. Era sentarse al piano y confiar en la intuición, en la sensibilidad de que su recorrido llevaría a todos, a él y al público, a estadios de sensibilidad compartida.
Estas improvisaciones libres demandan una alta concentración mental para el pianista y Jarrett siempre lo entendió así, aunque acaso haya pecado de asimilar el público de música clásica al de jazz, que suele ser más distendido e informal y no está acostumbrado a acatar directivas de silencio absoluto. Menos aún si en plazas como Nueva York hay ruido de cubiertos y máquinas de hielo mientras los artistas tocan.
El New Vienna es un ejemplo de música para escuchar sin sobresaltos. Jarrett avanza cabalgando sobre líneas melódicas y giros sofisticados sin la tentación convencional de “ejecutar un tema”. De hecho, las piezas musicales no tienen nombre, apenas Part I, Part II… y así. Esa secuencia sólo se interrumpe al final, cuando cierra con Over the Rainbow, igual que hizo en otros conciertos de la gira, acaso como un guiño a la tradición y a su propia trayectoria de surfear en el océano de los standards.
La actuación tuvo lugar en la misma sala en la que, a principios del siglo pasado, referentes como Schoenberg, Berg y Webern estrenaron obras que desafiaron y cambiaron el curso de la música.
Jarrett comienza aquí con construcciones relativamente sofisticadas en su formato de improvisación para terminar con alguna pieza más liviana, con estilo zumbón, como la que integra la Part IX.
Hay que perderse entonces en los entresijos de este concierto, una de las cumbres del Jarrett en solitario, porque lo que llegó después fue el tramo final de su carrera pública. En 2017 ofreció una presentación en el Carnegie Hall y en 2018 lo asaltaron los dos ACV que derivaron en su retiro forzoso.
En una entrevista que concedió a The New York Times, una de las contadas ocasiones en que aceptó hablar tras esos episodios, dijo: “No sé cuál se supone que será mi futuro. No me siento ahora mismo como un pianista”.
Para él las últimas presentaciones en solitario, incluida la de Viena que ahora se edita, tuvieron dosis de espontaneidad, riesgo, creatividad y aquella extraña belleza que se desprende de buena parte de sus obras. Su discográfica ECM atesora aún momentos inigualables de ese recorrido que intentarán atenuar su lamentada ausencia de los escenarios.