¿Qué es Chaka Khan? Funk y soul en el Botánico

Chaka Khan, 23 junio 25 Noches Botánico, Madrid

Texto: David Álvarez

@daviz.alvarez

Foto: Darío Bravo

@dariobravo.es

Chaka Khan apareció puntualmente el pasado lunes en la pantalla de Las Noches del Botánico en forma de vídeo-currículum. En menos de cinco minutos logró situar a ese señor que entrando al concirrto escuché decir: “no sé muy bien quién es Chaka Khan”. Se visualizaba claramente como la cantante es un centro gravitacional de la música del siglo XX en el que confluyen artistas y géneros: mientras hablaban de ella Grace Jones, Whitney Houston, Prince y Joni Mitchell, aparecían imágenes con grandes orquestas y desvelando su estrella en Hollywood. Y aunque últimamente le ha dado por decir que es apolítica, la primera en abrir la boca en el vídeo fue Michelle Obama.

Antes de ver a Marie Yvette Stevens en carne y hueso, sonaba su voz detrás del escenario mientras la banda comenzaba a tocar. La vocalista de setenta y dos años saltó al escenario cargada de energía. La primera impresión fue buena. Sigue haciendo honor al nombre “Chaka” que le dio un babalawo yoruba cuando militaba en los Black Panthers con trece años: “mujer de fuego”. El “Khan” vino más tarde como apellido de su primer marido. Nacida en Chicago en 1953 se crió en el barrio de Hyde Park en una familia católica negra que no vivía en los grandes proyectos de vivienda social segregada de la época. No era un perfil muy habitual en la zona sur de la ciudad. Tras lograr el éxito internacional con la banda interracial de funk y soul Rufus, en 1978 comenzó su carrera en solitario. Su contrato con Warner Bros. hizo que se convirtiera en una estrella a nivel mundial lanzando ocho álbumes hasta 1992. La discográfica hizo un buen negocio, pero ella no veía los frutos de aquellos trabajos y se independizó. En varias ocasiones ha comentado cómo ganó lo mismo con su primer álbum autoproducido en 2004 que sumando lo obtenido en décadas dependiendo de otros.

Centrándome en su último concierto en Madrid, comenzó una noche en la que se notaba que el público estaba deseoso de los grandes éxitos “bailongos”. Era fácil hacer estadística de aquellas canciones que los congregados tenían en sus listas de reproducción o en sus recuerdos musicales gracias a la democracia a mano alzada que la gente practica al hacer directos con el móvil o grabando la actuación. Siguiendo ese método de análisis, el podium de las canciones vencedoras fue: “I’m Every Woman”, “Ain’t Nobody” y “I Feel For You”.

Tras abrir boca con “This Is My Night”, compuesta en 1985 por el dúo neoyorquino The System y que materializa bien la etiqueta de “emotio-electro”, llegaron tres canciones icónicas de su etapa con la banda Rufus. El origen del grupo fue una banda blanca de pop soul psicodélico en el Chicago de finales de la década de 1960 al que se incorporó la vocalista negra Paulette McWilliams. Fue ella quien recomendaría a Chaka como su reemplazo en 1972. Se trató de un bloque de canciones que una joven que tenía cerca describió con un simple: “suena a viejo”. “Do You Love What You Feel”, compuesta por Hawk Wolinski -teclista de Rufus y de cuya mente musical también han salido canciones para George Benson, Michael Jackson o Chicago- y producida por Quincy Jones en 1979. “Tell Me Something Good” creada por Stevie Woner e incluida por la banda en Rags to Rufus (1974) con el guitarrista Tony Maiden -músico habitual de Billy Preston, Kirk Whalum y Angela Winbush- usando un talkbox poco después de que el propio Wonder y Jeff Beck empezaran a ponerlo de moda. La pasada noche se hizo cargo de esa característica voz sintetizada el teclista Jesse Milliner.

Y por fin llegó el tipo de repertorio que yo iba buscando: “Everlasting Love” del álbum Ask Rufus (1977). Una balada compuesta por Wolinski junto a otros dos miembros originales del grupo, el teclista Kevin Murphy y el bajista Dennis Belfield. Si escuchas la grabación original nos vamos a esos repertorios de la radiofórmula soul quiet storm que originó Smokey Robinson y que condensaba en canciones lentas, o muy muy lentas para la vara de medir de la era disco, toda una serie de dinámicas vocales al alcance de pocos. Chaka Khan no pasó la prueba. Pasado un cuarto de hora de concierto, dejaba ver que solo le quedan dos posiciones vocales: el balbuceo que deja casi todo en manos de la banda y coristas o el agudo de cabeza mantenido, cercano a una bocina, que tanto ha caracterizado su estilo vocal.Y sí, esos agudos encierran una clara maestría, pero a veces cansan. En canciones como “Everlasting Love” se echa en falta la apabullante variedad de matices vocales que tuvo antaño. Si a mi “yo adolescente” que empezó a escuchar a Chaka Khan apasionado por sus agudos, le dijeran que años después iba a estar quejándome precisamente de eso, no me lo creería. La línea entre el uso y el abuso, es fina.

El disgusto se me pasó pronto al llegar “I Feel For You”. Chaka Khan tomó prestada la canción a Prince para incluirla en su proyecto homónimo de 1984 y le dio una vuelta acercándola al hip-hop. Fue la propia cantante la que rapeó brevemente al comienzo de la canción ante la ausencia del histórico Grandmaster Melle Mel de la grabación original. Lo que sí estuvo fue esa introducción tan característica en la que se entrecorta el nombre de la artista, surgida de un error en el master de Arif Mardin y que se ha convertido en uno de los elementos más distinguibles de la canción. Casi hace olvidar la original de Prince o las versiones anteriores a Chaka Khan que grabaron Rebbie Jackson y The Pointer Sisters.

Llegó otro bloque que incluía “I’m a Woman (I’m a Backbone)” que compuso la diva disco Lalomie Washburn e incluyó Rufus en su álbum debut de 1974. Chaka cantó esa declaración feminista agarrándose el pecho y con una imponente presencia vocal de sus coristas: Tiffany Smith, Audrey Wheeler-Downing y la extradorinaria Trina Broussard. La última fue fichada hace un par de décadas para su álbum en solitario por Motown y seguro has escuchado su voz como corista en canciones de Aretha Franklin, Toni Braxton, Bobby Brown, Usher o India Arie. Después tocó el turno de “What Cha’ Gonna Do For Me” (1981), “Stay” (1979) y la popular “Sweet Thing”. Esta canción fue de los primeros éxitos de Rufus de los que Chaka era co-autora. En 1975 sólo se registró en créditos a ella y Tony Maiden, pero hace unos meses reclamó infructuosamente su participación otro de los miembros de Rufus, el bajista Bobby Watson. En 1993 rehizo la canción Mary J. Blige y terminó de convertirla en un clásico del R&B. Otro adicto a Chaka Khan, Nile Rodgers, tuvo en la cabeza el riff de “Sweet Thing” cuando produjo “China Girl” para David Bowie en el verano de 1976.

Antes de abandonar el escenario momentáneamente, la cantante se lanzó con otro de sus éxitos, “Through The Fire”. Fue compuesta por David Foster en 1984 -antes de que llegaran otras baladas clave en su catálogo como “I Have Nothing” o “The Prayer”- con Chaka Khan en la cabeza para cantarla. Fue algo inusual porque suele componer sin pensar en un cantante concreto. La demo que mandó al productor desde Los Ángeles a Nueva York con la parte instrumental se llamaba “Chaka”. Después se sumó la letra de amor sin condiciones que hizo Cynthia Weil. Tras darlo todo, la artista abandonó el escenario y dejó paso a la banda. Como ya había hecho en un par de ocasiones al comienzo del concierto, el guitarrista Jon Dretto robó el protagonismo a la estrella del soul. Se trata de un joven cantante y guitarrista neoyorquino que entró en el panorama musical gracias al programa televisivo The Voice y que ha logrado mantenerse viralizándose en redes como Tik Tok. Buena elección la que hizo el equipo de Chaka Khan cuando eligió al músico tras un concurso donde se presentaron cientos de candidatos ansiosos por hacer una gira mundial. En la banda de seis miembros hay que destacar también al director musical y bajista Melvin Lee Davis, quien sentado y sin inmutarse controló durante todo el concierto una banda que funcionaba a la perfección. Davis tiene un amplio expediente trabajando con artistas como Gladys Knight, Patti Austin, George Benson o Lee Ritenour.

Tras unos minutos fuera, Chaka regresó con una versión del standard de Hart & Rodgers “My Funny Valentine” y que grabó para la banda sonora de la película Waiting To Exhale (Forst Whitaker, 1995). No olvidemos que la cantante tiene un bagaje importante en el terreno del jazz con proyectos como Echoes of an Era (1982) junto a Chick Corea y Freddie Hubbard o años después el álbum ClassiKhan (2004). Tras el momento romántico jazzero, se anunciaba el final con la llegada de “You Got The Love”, donde fue una pena que no se escucharan lo suficiente los micrófonos de las coristas al hacer sus solos.

Por fin llegaba la esperada “I’m Every Woman”. Un icono “chakakhaniano”, pero que para muchos es también Whitney Houston tras colarse en la banda sonora de The Bodyguard (Mick Jackson, 1992). Whitney había cantado en los coros de canciones de Chaka como “Our Love’s In Danger”(1980) junto a su madre, Cissy Houston, y Luther Vandross. “I’m Every Woman” forma parte del catálogo de Nick Ashford & Valerie Simpson y, curiosamente, la letra fue un ingenio de la parte masculina del dúo. Chaka en 1978 cuando recibió el tema para su debut en solitario no conectó nada con el mensaje. Con el paso del tiempo se ha convertido en un himno de sororidad. Bailando este hit disco el público estaba en su momento álgido. Justo en lo mejor, llegaba el final. Tras salir de escena con su abanico, Chaka Khan regresó brevemente para cerrar la actuación con “Ain’t Nobody” y regalarnos esos sintetizadores que se quedan grabados en el cerebro. Fue uno de los últimos éxitos de Rufus con Chaka Khan en 1983, también creado por Wolinski y que casi termina en Thriller (1983) de Michael Jackson y Quincy Jones porque los ejecutivos de Warner creían que no era demasiado buena.

En conclusión, una selección de canciones inteligente donde estaban presentes los éxitos que la gente esperaba, un efectismo vocal que deslumbra a los amantes del virtuosismo y que chirría a otros como griterío, banda y coristas medidos con precisión y lo más importante: un legado en escena que va desde el jazz hasta el synth-pop pasando por el funk, el soul, el disco, el rock y el hip-hop. Pocas cantantes vivas pueden combinar hoy ser una leyenda y seguir dando la talla durante casi noventa minutos de concierto.

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