El Blues y nuestra necesidad de expresarnos

Lluis Capdevila ©Josh Coleman

Texto: Lluis Capdevila

Todos hemos escuchado la palabra Blues en algún momento u otro. No hace falta ser músico ni siquiera aficionado. Sin embargo, me he fijado con mis alumnos en la Universidad Internacional de la Rioja que aunque todo el mundo reconoce el término, no todos responden a la pregunta de forma unánime. Tienen una idea del concepto pero no llegan a concretar. Algunos lo asocian al Rock, otros a los cantantes afroamericanos, a música con carga emocional pesada, o a una escala pentatónica.

En realidad, esas respuestas no son tan arbitrarias, puesto que el Blues es en esencia una mezcla de todas ellas y puede entenderse desde tres perspectivas. En primer lugar, como una tristeza o melancolía. En segundo, un género musical surgido a finales de siglo XIX en el seno de la comunidad afroamericana del sur de los Estados Unidos, fruto de  desarrollar sus cantos espirituales, canciones de oración y gritos de campo. En tercer lugar y lo que más interesa a los músicos, es una forma musical que emplea un patrón call and response y una progresión armónica específica. Este patrón y las blue notes, son elementos de influencia africana que identifican esta música.

En sus inicios, el blues consistía en una narración relajada, a menudo relacionada con la discriminación racial de los afroamericanos. Era una manifestación secular de sus cánticos espirituales, una música vocal e improvisada donde los cantantes, desde su imaginación y libre asociación, creaban versos en el instante, dando paso a canciones y versiones nuevas. Los primeros blues consistían en repetir una frase cuatro veces, en una estructura de ocho compases. Sin embargo, ya entrado el siglo XX, el blues empezó a adquirir una construcción AAB de doce compases, estableciéndose como la forma común hasta la actualidad. Proviene de establecer una frase inicial en los primeros cuatro compases, que se repite en los siguientes cuatro compases, más una frase con una rima en los últimos cuatro.

William Christopher Handy (1873-1958), músico, compositor y arreglista fue uno de los grandes nombre del blues. En 1914 publicó St. Louis Blues, un tema que se convirtió en canción popular de la sociedad americana y supuso la popularización del blues de doce compases llegando a mayores audiencias por medio de cantantes femeninas como Bessie Smith. El blues había evolucionado desde interpretaciones informales en bares a una forma de entretenimiento en teatros. Como entonces empezaron las primeras grabaciones, hoy podemos ver como cantaba Bessie Smith.

Cuando nos referimos al blues como forma musical también nos estamos refiriendo a una manera de expresarse estandarizada de la sociedad. Entender esto es importante, puesto que el blues nace de la necesidad de los cantantes de expresar sentimientos tales como la tristeza o la melancolía, más que contar historias. Es una forma que se articula brevemente y en cada rueda del blues se introducía una melancolía.

El patrón de llamada y respuesta ha influido en la articulación del blues de doce compases. Su estructura es AAB, siendo AA la llamada y B la respuesta. Las melodías suelen construirse con tres frases de cuatro compases para transmitir exposición, desarrollo y conclusión. La melodía de Blue Monk de Thelonious Monk sigue esa construcción.

Las blue notes proporcionan un sonido muy característico de blues. Su origen se remonta a cuando el blues era exclusivamente vocal y los cantantes añadían melancolía y preocupación. Se conocen como worried notes porque consistían en atacar las notas fuera de tono, disminuyendo en un semitono el tercer, quinto y séptimo grados de cualquier escala mayor.

El blues es una forma musical que ha trascendido a otros géneros. En el Jazz juega un papel importante, puesto que junto a los estándares de Jazz (temas que vienen de Broadway, películas, música popular y de algún jazzista) conforman la mayoría de su repertorio clásico. Los músicos de Jazz aportaron un desarrollo importante tanto en las melodía como en la armonía. Un primer ejemplo de ello fue durante el be bop de finales de los años cuarenta con el tema Blues for Alice de Charlie Parker.

En la década de los cincuenta, con el Rock and Roll se cantaban melodías pegadizas escritas sobre la base de tres acordes, en la forma de un blues, pero con un ritmo de acompañamiento fuerte e insistente, rápido y bailable. Fats Domino (1928-2017), una de las figuras más importantes para el desarrollo del género, se dio a conocer con The Fat Man (1949), un tema con estructura de Blues y un Groove mezcla de piano boogie-woogie y shuffle de Nueva Orleans. Se trataba de un nuevo sonido resultado de la combinación de músicas existentes.

El blues se ha mantenido durante más de un siglo como una forma de comunicar con abundante emoción. Y es que cuando un músico toca un Blues se espera que lo haga con una cierta actitud, que resuene de una manera determinada. Se trata de su esencia y en cuanto más cerca culturalmente nos acercamos a su raíz, más lo podemos comprobar.

Lluís Capdevila es director del Máster en Interpretación y Composición de Jazz y Música Moderna de la Universidad Internacional de la Rioja.

 

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