El viaje transatlántico de Pachamama, último trabajo discográfico de Phisqa

©Gracia Gata

El percusionista Cote Calmet reconfigura Phisqa con la publicación de Pachamama, un viaje jazzero por los sonidos del altiplano andino.

Texto: Pedro Andrade

Phisqa da nombre al grupo fundado por el percusionista Cote Calmet, allá por el año 2013 en Irlanda, país de antigua residencia del músico y lugar en el cual vio la luz, con título homónimo, el primer trabajo discográfico de la agrupación, Phisqa (Autoproducido, 2013).

Tras un pequeño parón discográfico, mas no creativo ni musical, Calmet llega en 2018 a Granada, ciudad en la que reconfigura Phisqa y recupera el concepto creativo inicial de su proyecto, esta vez con la colaboración de nuevos músicos locales y con nuevos giros de investigación que expondrá el carácter experimental e innovador de su música. Pachamama (Odradek Records, 2021) es el resultado de esta nueva etapa musical, en la cual, está presente, una vez más, ya lo hizo en su primer álbum, la influencia de los sonidos musicales del altiplano andino, de los cuales Calmet es heredero, debido a sus orígenes peruanos.

Hay que destacar que la fusión de la música tradicional peruana con el jazz más contemporáneo que podemos escuchar en Pachamama se hace con mucha sutileza y maestría. Lo podemos escuchar a lo largo de sus 10 cortes, todos ellos con matices rítmicos y armónicos que hacen de cada tema una pieza de ensamblaje que encaja a la perfección con el diseño arquitectónico final del disco.

“Guacamayo”, abre con fuerza, la intensidad de los riffs de las trompetas recuerda a los huayños, ritmos alegres de festejo de los andes, acompañados por una sección rítmica contundente a la que en determinados momentos se le une, con precisión, la guitarra de Mario Alonso. Sergio Albacete, que aparece también en los créditos del tema, pone su saxo barítono para cubrir con elegancia algunos de los solos del tema.  Guacamayo nos abre la puerta a un disco hecho con gran imaginación y conocimiento de la música. No es extraño que encontremos algunos cortes que puedan recordarnos al rock progresivo (atención al final de Guacamayo), al funk o a la psicodelia.

Pachamama, en el lenguaje quechua de los indígenas de la América Andina, significa Madre Tierra. Son varios los festejos, celebraciones y cultos que se han dado y que se siguen dando, tradicionalmente en los pueblos y ciudades del altiplano, para agradecer lo que nuestra madre, la tierra, nos ofrece, ya sea una buena siembra o un buen temporal de cría de animales o de recogida de frutos.

Colmet consigue dar, con Pachamama, un enorme “gracias” a su tierra de origen. Ya lo hizo con Phisqa, su primer álbum, en el que ya se puede reconocer a un músico con gran versatilidad y una sensibilidad musical propia, sobre todo, si entendemos, no solamente su perfil artístico como músico, sino también la de compositor.

Pachamama es también un disco en el que se rinden homenajes: “Canción de cuna para Nicomedes” es un tema dedicado al decimista, precursor y defensor del folclore afro – peruano que inicia el tema con una introducción del propio homenajeado al que sigue una concatenación de instrumentos, desde la guitarra al bajo y los vientos, creando una sintonía evocadora, contenida, que se rompe cíclicamente con pequeñas intervenciones, a modo de solo pausado del saxo tenor de Carlos Ligero.

Alejandro Tamayo ©Georgiana Ursu

“Chaqcha” forma parte también de esta serie de temas que rinden homenaje, esta vez a una ciudad, Cusco, cuna del imperio Inca a las faldas del Machu Picchu y región de siembra de la planta de cacao. Mención especial, nuevamente a la sección de vientos y nuevamente al solo de Ligero que muestra una gran capacidad creativa en cada una de sus intervenciones.

Moche muestra la única pieza en la que Colmet toca el cajón, los ritmos en este tema tienen una clara influencia africana. La sutileza en los arreglos de la guitarra y los vientos que acompañan a la percusión trival muestran un ensamblaje muy bien definido mientras el volumen y el cuerpo del tema van tomando forma.

“Suspensión” otro tema en el que los cortes rítmicos marcan la dinámica gracias a la unión percutiva de la batería y los golpes de aire de los vientos, en los que desatacan los solos de trompeta de Alberto Martín y de la guitarra Mario Alonso. El protagonismo que van adquiriendo cada uno de los músicos en cada uno de los cortes de este disco son una muestra más de una fusión instrumental muy bien conseguida en esta nueva versión de Phisqa.

La experimentación con nuevos sonidos son uno de los muchos detalles a remarcar en Pachamama, desde el uso de instrumentos percutivos rústicos como la quijada de vaca que podemos escuchar en Moche, o los fraseos y cantos chamánicos en lenguas indígenas como ocurre “Shipina”, en los que se puede ver a un Colmet potente acompañando con contundencia el solo de Miguel de Gemma para posteriormente recibir con calma las líneas de contrabajo de Alejandro Tamayo.

©Agustín Areta

“Foli” es puro ritmo, desde el bajo eléctrico hasta los vientos toman esa pauta. Colmet se deja oír con uno solo explosivo, secundado por el bajo eléctrico de Tamayo y las cuerdas muteadas de Alonso, al que poco a poco se van uniendo los vientos que insisten en el riff principal del tema.

Con “Manu”, una cumbia festiva que invita al baile, se cierra la propuesta de viaje trasatlántico de Phisqa, un lanzamiento a los sonidos del otro lado del charco al que animamos embarcar, sin duda.

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