Dominic Ingham Quintet y el modelo propio

Texto: Juan Ramón Rodríguez  /Fotografías cortesía de Dominic Ingham

 

El violín cuenta con un interesante papel en la instrumentación de jazz al encontrarse lo suficientemente alejado de la ortodoxia y considerarse exótico sin alcanzar frívolas cotas de irrelevancia. Puede dividirse hasta en tres escuelas la influencia de la cuerda frotada en el género. Por un lado, la temprana fusión del swing propio de las orquestas con un zíngaro aroma europeo de la mano de Stéphane Grapelli o Ray Nance. Por otro lado, la fusión de estilos más comercial por Jean-Luc Ponty o Don “Sugarcane” Harris. En tercer lugar, el inhóspito bosque de quintas de Leroy Jenkins o Billy Bang. Todos ellos con originales aptitudes y considerados roles a seguir para un joven aspirante.

Encierra este sugerente contexto el debut del inglés Dominic Ingham. Violinista y vocalista de Bonsai, banda de fusión con buena crítica en Reino Unido que incluye a su hermano Rory como trombonista, inaugura carrera en solitario junto a ciertos miembros del grupo. Así, acompañan al protagonista Jonny Mansfield al vibráfono, David Swan al piano, Will Sach al contrabajo y Boz Martin-Jones a la batería. Bajo el título Role Models, quiere ser una firme puesta en escena en el más que prolífico movimiento británico. Varios puntos marcan un prometedor esfuerzo conforme al primer disco. Destaca una ofrenda a los arquetipos artísticos para rubricar una colección de composiciones inmersas en la creatividad esperada en la naturaleza del instrumento líder. Radica ahí un posible atractivo de cara a aficionados próximos a otros derroteros clásicos.

Coincide en sus ocho temas un lenguaje por parte de Ingham simple pero efectivo. Cargado de lirismo, consigue transmitir sensaciones propias de una tradición que coquetea con lo folclórico como en la homónima “Role Models”. Se demuestra con creces esa técnica depurada en las enseñanzas de la londinense escuela de Guildhall. Se impone como un sentido desgarro tras una base rítmica propia del hard bop de Bobby Hutcherson. El vibráfono de Mansfield acude en importancia de segundo y agradable insinuación en sus notas. Prueba plausible a su labor en la latina “Pj’s”, muleta siempre atenta a un diálogo desvergonzado entre teclas y un violín rescatado de lo más calmado de la Mahavishnu Orchestra.

De las dos corrientes anteriormente mencionadas, se infiere el gusto de Ingham por un eclecticismo eléctrico. “Phones” busca dar con una tecla de calidad al unir contundentes interpretaciones del quinteto con empuje y claridad en su melodía. Se añaden unas dotes de improvisión en el trazo nada desdeñables a pesar de la edad media del conjunto. De igual modo, esta mezcolanza coge impulso en cortes como el blues “Fall”, con un escueto scat en sus tonalidades menores, o el medio tiempo “Daydreaming”. Sus ideas denotan un repertorio de recursos ya conocidos, lo cual no es óbice para el disfrute en su reinterpretación. Mejor aún, garantizan la superación de los objetivos planteados de cara al proyecto de Role Models.

A favor de la cohesión de estos virtuosos, se suceden en el álbum otros momentos de despunte en detrimento del violín. Es el caso de la cadencia de rumba descrita en “Bottles”. Mansfield y Swan erigen un sónico monumento con cierta soltura del tamaño de obras como aquel Total Eclipse de 1969 con un novel Chick Corea. El último tramo del trabajo de Ingham apuesta por el paso hacia terrenos más vanguardistas sin inclinarse por la cacofonía para el oído más profano. “Passport” logra un cierre en clara invitación y ganas de esperar un par de piezas más. Su parecido al Ponty de aquel septeto de Wolfgang Dauner de 1967 es cuanto menos clarividente.

Concluye el violinista inglés al conquistar a un expectante auditorio doméstico durante algo más de cuarenta minutos. Role Models dibuja a la perfección el contenido en él plasmado como el adecuado contraste entre copiar a los maestros y emular a los alumnos más aventajados. A cinco artistas perfectamente engranados se les une el valor añadido de un violín en su clave jazzística más genérica. Con multitud de detalles de provecho, merece prestar atención a su fructífero recorrido por las lindes más innovadoras del panorama. No en vano, nunca está de más recordar el camino del músico como el encuentro de esos modelos ya concebidos y que esperan ser deconstruidos una vez tras otra.

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