Jorge Pardo, premio Jazz Day 2024 en Alicante

Fotografía de Chema Muñoz Rosa

Texto y entrevista: Vicente Ruiz y Paco Sala

 

La Asociación Cultural Liz Vallet, entidad organizadora de los actos correspondientes al Día Internacional del Jazz en Alicante, concede el III Premio Jazz Day Alicante al flautista y saxofonista Jorge Pardo. Absolutamente ecléctico, maestro de la fusión, cuando parece que definitivamente está haciendo flamenco, sorprende con el jazz o la música electrónica o todo al mismo tiempo.

Como ocurriera con el homenajeado anterior, Fabio Miano, tuvo lugar un encuentro con Jorge Pardo que transcurrió en un tono más de conversación que de entrevista y se centró en momentos, actitudes y experiencias vitales.

Nacido en Madrid en 1956, en el seno de una familia con valores progresistas y amantes del arte en general, y de la música en particular, escogió esta última frente a otras opciones.

Siendo muy joven, a principios de la década de 1970, comenzó a frecuentar lugares como Bourbon Street —más tarde Whisky Jazz—, o el Club de Jazz del Colegio Mayor San Juan Evangelista (el Johnny), vinculado a la Universidad Complutense de Madrid, así como Jazz Fórum, donde compartió escenario con los referentes del momento, entre los que se encuentran el pianista Jean-Luc Vallet, los saxofonistas Pedro Iturralde y Vlady Bas, el batería Pepe Nieto o el pianista Juan C. Calderón.

Desde el recuerdo, Jorge reconoce la influencia que estos músicos han ejercido sobre él: “Toda esta gente era mi pequeño altar. Gente a la cual, algún día me hubiera gustado parecerme […] Todos, de una manera u otra han formado parte de mi educación [musical] aunque yo siempre he sido un autodidacta” […] “En el jazz, así como en el flamenco, uno no es aprendido sino que uno es el que aprende” […] “Sin duda, a pesar de no haberme dado clase nunca, han sido mis primeros maestros”.

Si bien comenzó como flautista, llegó al saxofón por cuestiones de supervivencia: “A la que lo dijeron dos o tres promotores decidí que era el momento”. Le compró, por 25.000 pesetas, un saxofón Conn antiguo a Pedro Iturralde: “y un tal Gordon [Glaysher], de la big band de la base americana de Torrejón necesitaba un baritonista. Me proporcionaron un barítono y así empezó mi historia con el saxo”.

Su primer proyecto discográfico profesional lo comparte con Pedro Ruy Blas, en el grupo Dolores, con el que grabó tres LP y donde se dieron varias colaboraciones, destacando la de Paco de Lucía en 1975. Su encuentro con Paco determinó su evolución estilística, y es que cuando conoció al guitarrista descubrió el flamenco: “muy interesante, aunque no muy divulgada entre los propios músicos”. Una música que, como el jazz, requiere del acercamiento a los intérpretes del género para hacer acopio de lenguaje y recursos: “Una música con una carga política extraña, una cosa que se veía en el NO-DO y que estaba vinculada, en ese momento, a la España más tradicionalista”. Aun así, a medida que se adentraba en el género, observó, a través de los discos de Paco de Lucía, Camarón, Morente, Habichuela, o Lole y Manuel, que “esta gente no es aquella con su traje de alpaca, su camisa de seda y muy repeinados, sino que era gente como yo, con el pelo desaliñado, barba a medio afeitar, vaqueros y cantando cosas con una fuerte orientación social”. El artista afirma en la película documental Trance (Emilio Belmonte, 2021): Paco te descubre, te abre el libro del flamenco. Es como hacer un doctorado en la universidad en un solo año”.

Fotografía de Chema Muñoz Rosa

Su amplio bagaje discográfico como intérprete y compositor, por cierto, ampliamente difundido, revela su carácter inconformista y su permanente búsqueda de nuevos caminos y estéticas: jazz, fusión, flamenco, latin jazz, electrónica… Como muestra, la escena en la que interviene en Trance con la bailaora Ana Morales: saxo tenor y loops pregrabados. Altamente recomendable.

Gusta, además, de la intimidad que proporciona tocar en combos muy reducidos: solo necesita un cajón y unas palmas para ponerse en marcha. Esta preferencia se basa en dos circunstancias de índole diferente. Por una parte, vuelven a primar las cuestiones alimenticias: “Toco con tres o cuatro porque no siempre he tenido acceso a formaciones grandes y no ha habido [dinero] para más”, aunque reconoce igualmente que prefiere tocar con pocos músicos porque de esta forma él mantiene el peso narrativo musical más directamente. Además, apunta que desde el punto de vista armónico “la guitarra se me ofrece como un instrumento armónico pero limitado, al emitir acordes menos completos es mucho más sugerente que el piano en ese sentido” […] “Me gusta lo sencillo”, afirma.

Una evidencia de lo argumentado anteriormente la tenemos escuchándole en dos formaciones. En primer lugar, con Carles Benavent y Tino di Geraldo, donde el genial bajista emplea su instrumento a modo de “guitarra barítono”, produciendo insinuantes esbozos “acórdicos” mientras que en D3, la armonía que proporciona el contrabajista Francis Posé es todavía más parca y se adivina implícitamente. Nos dice: “en esos ámbitos me muevo con mucha más libertad que con una gran orquesta o con un piano, que está dando todos los colores armónicos”.

La carrera de Jorge Pardo está llena de hitos. Tal vez, uno de los más significativos, junto al del vínculo que mantuvo con Paco de Lucía, sea su encuentro y fructífera relación posterior con Chick Corea, que culminó con un premio Grammy en 2019 por el Álbum Antidote, poco antes del fallecimiento del genio norteamericano.

Ante la pregunta de cómo se produce el contacto inicial con Chick Corea, Jorge narra: “A principios de los ochenta, Chick Corea viene a Madrid con Return to Forever. Pedro Ruy Blas averigua cuál es el hotel en el que se hospeda y Chick nos recibe con gran amabilidad e interés, el que siempre ha demostrado por la música española. Le llevamos al tablao Café de Chinitas, a comer un cocido madrileño y a Balboa Jazz, donde se organizó una jam session. Pasó dos días en Madrid y aprovechó para comprar unos diez o doce elepés de música española: Camarón, Paco, Morente, Manolo Sanlúcar…”. Por otra parte, Paco de Lucía comenzaba a tener referencias de John McLaughlin y del propio Chick Corea “por los discos que le pasábamos y, claro, Paco alucina”. “Lo siguiente fue durante una gira por Japón en la que coincidimos con Chick, que iba con Michael Brecker, Eddie Gomez y Steve Gadd. Allí organizamos diversos encuentros en jam sessions y así comenzaron las colaboraciones Paco de Lucía y Chick Corea.

Otro de estos hitos es la grabación en 1991 de Zebra Coast para el sello Blue Note con Carles Benavent (bajo), Gil Goldstein (piano), Don Alias (percusión) y Alex Acuña (batería). Aunque el artista resta importancia a este hecho afirmando que “las cosas soñadas son más bonitas que las reales” y, en realidad, son hechos que forman parte de la evolución de su carrera.

En relación al disco 2332 (1997), nos cuenta que entró al mundo de la electrónica e informática musical por su hermano Jesús, y pronto descubrió que estos recursos eran “una puerta abierta para seguir experimentando”. Con esas premisas, decidió grabar frases y diseños melódicos y rítmicos para editarlos y crear otros nuevos a partir de estos.

En cuanto a su opinión sobre las diferencias y semejanzas que ha observado entre el jazz y el flamenco a lo largo de su dilatada carrera, nos responde: “En este momento no puedo hablar en términos de jazz y de flamenco (por separado) […] “Creo que jazz y flamenco beben de la misma fuente, que es África. Esa polirritmia binaria-ternaria que hay en el raid de un batería de jazz (lo canta) también está en la bulería” […] “El canto del blues y el del flamenco tienen muchísimas similitudes. Solo cambia una nota aquí y una nota allá, en lugar de una pentatónica usas una segunda menor” […] “Eso sin contar con que se trata de la expresión de dos pueblos oprimidos”. Las diferencias pueden venir determinadas por cuestiones estéticas de las culturas y países de procedencia: El jazz, de Estados Unidos, y el flamenco, desarrollado en España, con claras influencias orientales. Jorge cierra el asunto con una frase en la película Trance, que expresa esta afinidad y proximidad entre un género y otro, al tiempo que su sofisticación y complejidad: “Lo erudito llevado a lo popular y lo popular llevado a lo erudito” […] “La pureza es una mezcla olvidada”, afirma, en referencia tanto al flamenco como al jazz.

El devenir de la charla nos lleva a plantear quiénes serían, al margen de él mismo, los padres de este encuentro entre el jazz y el flamenco. Algunos antecedentes en España nos llevan a pensar en Pedro Iturralde con Flamenco Jazz (Saba, 1968) y las dos entregas de Jazz Flamenco (Hispavox, 1968), incluso la producción de Juan Carlos Calderón con Enrique Morente, Soleá (CBS, 1978), constituye un ejemplo. Jorge hace referencia en su respuesta a Lucy, la homínida hallada que vivió hace 3,2 millones de años. “Si siguieran excavando encontrarían otra que vivió antes”. En este sentido, se refiere como precedentes entre los grandes, los maestros, a Lionel Hampton, a John Coltrane, a Miles Davis, y añade: “Estos dos últimos contribuyen a que los nuestros antes mencionados abran los ojos” […]“Yo no me considero el padre de nada, porque todos los citados son anteriores pero estaremos de acuerdo en que, mientras que sus obras son anécdotas —un disco de uno, un disco de otro— quien realmente se ha mojado, ha sido Jorge Pardo”.

En 2013, se produjo un nuevo hecho relevante en su vida profesional: la Academia de Jazz de Francia le concedía el premio al mejor músico de jazz europeo del año. Posteriormente, en una reacción tardía de las autoridades culturales de nuestro país, se le concedió tambiñen el Premio Nacional de Músicas Actuales (2015). Jorge le resta importancia al asunto: “Lo que puedo decir en que en todas partes cuecen habas. Que siempre, el césped de tu vecino está más verde que el tuyo […] Si preguntas por Coltrane en Estados Unidos, no lo conoce ni Dios…” y nos remitimos a la frase que Pardo pronuncia en un momento de Trance, donde afirma: “No me interesa el culto a la persona, me interesa la obra”. Sin duda, frase que le honra. Aun así, es justo añadir que, una vez más, llegamos tarde al reconocimiento de los méritos de nuestros valores culturales y aunque el nombre de Jorge Pardo puede no ser popular fuera de los círculos especializados, no exime de su desconocimiento a quienes administran la cultura y la educación. Hagamos autocrítica.

En una constante búsqueda de nueva inspiración y experiencia se publicó Historias de Radha y Krishna (Fol Música, 2014). El título se basa en la historia de un amor ilegítimo entre ambos personajes, considerados la perfección del amor. Varias son las razones que empujan a Jorge Pardo a indagar esta nueva senda: “La India es un país que a los occidentales nos fascina” […] “Yo soy de la generación que descubre la India a través de los Beatles y, de alguna manera siempre ha habitado en mí”[…] “Además, mucha de la música de allí tiene mucho que ver con el flamenco y con la influencia que el flamenco trae de oriente”.

Djinn Metaflamenco (Karonte, 2016) representa un paso más en la experimentación con lo electrónico de la fusión jazz-flamenco (o viceversa) de Jorge Pardo. Una vez más su hermano Jesús le descubre nuevos medios tecnológicamente más evolucionados. La denominación de la producción responde a dos circunstancias: por un lado interviene, en el contexto del grupo, un Dj con loops pregrabados, y por otro la evocación al genio, llamado Jinn en árabe, el ser mitológico, el duende. “Ese duende africano y a veces lo ves y otras no. Me parecía una analogía bonita con el Duende flamenco, con esas situaciones de ensueño que, muchas veces, los artistas buscamos”.

Nos sorprende una escena de Trance en la que se ve y escucha a Jorge Pardo con el Niño Josele, en un chiringuito de la playa de Mojácar creando una preciosa versión de Beautiful Love, que es un ejemplo de la inmersión de los jóvenes flamencos en el lenguaje del jazz. Respecto a las nuevas generaciones, Pardo señala: “Se me llena el corazón de alegría de ver la cantidad de gente joven de entre veinte y treinta años, con la preparación con la que vienen. Estos no son como nosotros que teníamos que inventarnos lo que no sabíamos. Saben de jazz, de blues, de música árabe, de flamenco… y encima componen”.

El epílogo a esta charla que nos embelesa lo pone la consabida pregunta sobre los proyectos futuros: “Tengo aquí en mi casa de San Roque (Cádiz) mi mesa de trabajo con el portátil y un par de micrófonos y, la verdad, es que no paro de componer, no paro de grabarme. Estoy enamorado de las cosas que hago, enamorado de los encuentros en los que participo (recientemente en el Festival de Jazz de Cabo Verde y en Brasil)” […] “Quiero aprovechar al máximo el tiempo que me pueda quedar porque me faltan horas para seguir haciendo cosas”.

La entrevista completa en:

https://radio.umh.es/2024/04/26/especial-jorge-pardo-en-mas-ajazz-26-de-abril-de-2024/

 

Vicente Ruiz es pianista y miembro de la A. C. Liz Vallet y del comité organizador del Día Internacional del Jazz en Alicante. Paco Sala es el conductor del programa Mas A’Jazz en Radio UMH.

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