Luis Martín, director de JazzMadrid

«No representamos a artistas, ni tenemos intereses comerciales en las propuestas que planteamos; solo artísticos (…)  nuestro criterio es independiente, no empresarial.»

Por Jaime Bajo.

Jazzmadrid afronta, con un criterio “independiente, no empresarial” e imaginación, una edición marcada por la reducción presupuestaria. Repasamos con su director artístico Luis Martín las novedades de la presente edición, en la que sigue defendiendo valores como la igualdad de género, la accesibilidad para un público intergeneracional, la inclusión de artistas “fronterizos” que flirtean con otros géneros (blues, flamenco, rock) y un apoyo explícito a los nuevos talentos de la escena jazz española.

©Roger Thomas 2017 – The Art Ensemble of Chicago 

Jazzmadrid afronta un año de ajustes en el presupuesto cultural del Ayuntamiento de Madrid. ¿De qué modo se puede compaginar un cartel sin merma en su calidad y en la diversidad de sus propuestas, contando con un presupuesto menor al de ediciones anteriores? ¿Un Director se crece en estas circunstancias “adversas”?

Siempre he creído que la adversidad es un reto, así que, con el aforismo, podría dar por contestada la pregunta. No obstante, es bueno saber que una programación y cualquier trabajo en general, siempre se resiente ante una incidencia de estas características. Está en el buen hacer de un equipo de trabajo tratar de paliar estas insuficiencias y mantener el nivel de entregas anteriores, y eso, en definitiva, es lo que hemos hecho. Es bueno, sin embargo, que se sepan estas cosas, porque también es bueno que se tenga conciencia de que un esfuerzo de estas características repercute en la remuneración de todos. Si vuelve a suceder lo mismo en futuras ocasiones, estaríamos validando que nuestro trabajo se puede hacer a menor coste, y esto no es justo. Ha sido, pues, un acto de buena voluntad para con la institución que sufraga el festival, por parte de todos. Especialmente, por parte del equipo que trabajamos en el festival. Los artistas, esencialmente, no han notado apenas la reducción.

Cuando se programa jazz en un marco tan privilegiado como un festival, siempre surgen las incómodas voces de los “puristas” del género, que sueltan comentarios del tipo “me gusta lo que está sonando, pero eso no es jazz”. ¿Te dejas influir por comentarios y/o consejos que puedas recibir de amigos, expertos, público o periodistas de cara a orientar o programar las futuras ediciones del festival?

Si es gente que sabe de lo que habla, ¿por qué no? En caso contrario, jamás. Si así lo hiciese, no solamente no podría elaborar estas programaciones, sino que tampoco podría hacer radio ni escribir artículos. Hay, particularmente en todos estos asuntos de la participación popular, un tema que me da bastante lo mismo. Me refiero a las redes sociales y su incidencia en los medios. Yo creo que se está cometiendo un error cuando se magnifica su actuación. No todo el mundo sabe lo suficiente de muchos temas y, sin embargo, las redes sociales y la libertad de expresión le permiten opinar. A mí me parece muy bien que lo haga. Asunto bien distinto es la opinión que me merezca su discurso. Hablábamos de aforismos antes, y hay una aseveración muy vieja -y sabia- de Lenin que decía: «las masas, en ocasiones, se equivocan» (en realidad, la acotación “en ocasiones” es añadido mío). No voy a entrar en detalle, pero sí diré que entre el gusto de unos y el opuesto de otros, está el de quien programa. Además, a fin de cuentas, hay una institución que ha decidido pagar un criterio, y eso hay que respetarlo. Las “recomendaciones” -o, peor aún, imposiciones-, vengan de quien vengan, sean masivas o personales, no suelen ser bien recibidas por mi parte.

Uno de los aspectos en los que Jazzmadrid muestra una línea clara, es el de incluir a varios de esos artistas a los que has calificado de “fronterizos” porque difuminan las barreras entre géneros musicales, tendiendo puentes hacia el blues (Corey Harris), el sonido afrocubano (Vicent Hsu), la poesía (David Murray & Saul Williams) o la músicaetíope (MulatuAstatke). ¿Qué límites te fijas para determinar aquello que puede tener cabida en un evento como Jazzmadrid?

Que tengan contenidos estrictamente de jazz. Y esos contenidos no son los que todavía definen quienes una vez siguieron a los “gurús de la ortodoxia”, que los hubo (informadores sobre todo) y, además, con mucho calado popular. No, esos contenidos vienen determinados por la ciencia humana del entendimiento y la apertura de miras, que es lo contrario de la cerrazón. El jazz, como cualquier otra música popular, está sujeta a una evolución que llega marcada por la propia evolución de los pueblos que lo defienden. Lo contrario sería parecido a visitar un museo, que está muy bien, pero no deja de ser un escaparate de naturaleza muertas. El jazz no acabó en el hard-bop, como defendían algunos. El jazz maduró con Coltrane y Don Cherry, acodándose a las diferentes músicas populares de cualquier lugar del mundo, y siguió creciendo con Miles Davis y la fusión, hasta llegar a estos tiempos en los que algunos afirmamos, por ejemplo, que el hip-hop recuerda mucho el nacimiento y los postulados del bebop.

Ciñéndonos al cartel, aparece un nombre en letras mayúsculas, Art Ensemble of Chicago, como uno de los grandes alicientes de la presente edición. ¿Cómo surge la posibilidad de atraer a una formación de improvisadores con la solera de esta a Jazzmadrid? ¿Qué has pretendido reinvindicar al programarlos?

Básicamente, sabiendo quiénes son realmente y ofreciéndoles la posibilidad de estar en Madrid, a cambio, naturalmente, de unos honorarios que en su caso -y creo que está justificado- son elevados. En este sentido, su comparecencia es restrictiva: no todo el mundo puede permitirse disponer de uno de sus conciertos. Por lo demás, abrir con el Art Ensemble of Chicago es toda una declaración de principios. Es, sin duda, el fenómeno más grande surgido de entre todos los que hizo florecer la AACM de Chicago. Por sus composiciones laberínticas pasa el devenir del arte contemporáneo en toda su amplitud. La música es su expresión natural y en ella encontramos salpicaduras llegadas desde una enormidad de estilos. Todo eso es el Art Ensemble of Chicago y, sobre todo, 51 años de historia del jazz en permanente evolución; jamás estancados. Ya ves: un proyecto vivo, como antes contaba, como entiendo que tiene que ser el jazz.

En la presentación del evento has insistido en la apuesta que realiza el festival por visibilizar a los “creadores” de la escena jazz española, de los más veteranos (Jorge Pardo, Ximo Tébar, Pepe Bao) a generaciones más actuales (Pablo Martín Caminero, Noa Lur, Raúl Márquez). ¿Cuál crees que es el estado de salud de nuestra escena? ¿Qué otros jazzistas españoles no programados en esta edición te han sorprendido últimamente?

Creo que nuestro jazz pasa, desde hace algunos años, por un momento extraordinario. Mucho mejor que el que vivía hace veinte años, cuya definición en aquel momento en diferentes medios de comunicación no me granjeó muchas amistades entre músicos y promotores. Todos los estilos funcionan y el capítulo de exportación es más que interesante, con preeminencia de aquellos que han aliado el jazz con el flamenco y que, parece lógico, es lo que mejor vende fuera de nuestras fronteras. Por lo demás, prefiero no mencionar todavía nombres de músicos que me interesan y aun no han sido programados, y que el público vaya viéndolos reflejados en los carteles que, en el futuro, albergará Jazzmadrid.

Otras de las innovaciones de la presente edición de Jazzmadrid pasa por integrar en el cartel las dos propuestas surgidas de las residencias musicales del Centro Cultural Conde Duque (AgusFulka, Monodrama). ¿Hasta qué punto es importante que las instituciones pongan a nuestra disposición medios económicos y espaciales para que puedan arraigar este tipo de proyectos musicales?

Creativa Big Band ©Álvaro López del Cerro

Importantísimo. De algún modo, el asunto encarna la restitución del esfuerzo que hacemos todos los que pagamos impuestos. La educación, aunque no se le preste todavía la importancia que debiera, es básica; en la música y en cualquier otra materia del conocimiento. En este sentido, en Jazzmadrid seguimos estando muy orgullosos de poder seguir cumpliendo con el compromiso que siempre ha tenido este festival con las escuelas y los conservatorios de música, ayudando a difundir el trabajo de sus alumnos. El detalle, por ejemplo, vuelve a hacer posible que en el cartel se incluyan actuaciones de la Creativa Junior Big Band (de la Escuela de Música Creativa), actuaciones de la Amaniel Big Band (del Conservatorio de Música Amaniel), y de la Big Band de Arturo Soria (del Conservatorio de Arturo Soria). Cada uno de estos centros bien puede ser responsable, a estas alturas, de algunas ya muy buenas promociones de jazzistas en nuestro país, cuando no, por supuesto, de las que lleguen en lo sucesivo. Creo que es la mejor manera que existe de pensar en nuestro jazz del mañana, en sus músicos.

Jazzmadrid es un evento puntual y en su ausencia son las salas y centros culturales quienes asumen el compromiso de mantener viva la llama programando en los restantes meses del año. ¿En qué medida puede un evento de la magnitud del que programa generar sinergias que beneficien al circuito habitual del jazz, y viceversa? ¿Habéis pensado en extender el festival con propuestas que, como el International Jazz Day, le doten de cierta continuidad en el transcurso del año?

Sí. Y, de hecho, el Día Internacional del Jazz ya se celebra. No obstante, el equipo que prepara Jazzmadrid es demasiado reducido aún como para obrar otros milagros que no sean los de levantar, año tras año, el propio festival e incorporar las novedades que se van añadiendo en cada una de sus ediciones. Hay que ser conscientes de que, a diferencia de la mayor parte de festivales de jazz en nuestro país, cuyo desarrollo no suele exceder el tiempo de una semana, Jazzmadrid extiende su programación a lo largo del mes de noviembre y son muy variados los apartados que la definen en función de sus contenidos. Simplificando mucho, digamos que hay un capítulo oficial, dedicado a las grandes figuras (Art Ensemble of Chicago, David Murray, Billy Cobham…), otro más especializado que muestra la música de los jazzistas más recientes (Tigran Hamasyan, Avishai Cohen…), y aún hay otro -y hablábamos antes de él- que revela el compromiso que siempre tiene tenemos con las escuelas y los conservatorios de música. Y hay, finalmente, un estímulo añadido en todos esos apéndices que no suelen tener los demás encuentros: ciclos cinematográficos, debates, conferencias pronunciadas por especialistas, exposiciones… Todas actividades que contribuyen a explicar mejor el hecho cultural. Con todo ello, entiendo que Jazzmadrid ya está cubriendo un espectro muy amplio, logrando ser una referencia clara para quienes desean que estas grandes citas sean un muestrario real de lo que se está produciendo en el panorama jazzístico del momento. Y el hecho de que sus programaciones incluyan valores de todos los colores, las hace aún más atractivas.

Existe desde hace años una apuesta por una participación creciente de las mujeres en el cartel del festival, alcanzando en torno a un nada desdeñable, pero para muchos insuficiente, 30% en las últimas ediciones. ¿Ves posible y deseable alcanzar un reparto próximo al 50-50? ¿Qué dificultades te has encontrado en la práctica para programar más proyectos encabezados por mujeres?

Fundamentalmente, que queremos programar no sólo mujeres que canten (en este terreno el número es mayor), sino que sean instrumentistas. Y aquí nos encontramos con el hecho de que fueron muy pocas las que accedieron a los circuitos profesionales antes de los años 70. Así que el panorama, simplemente, es más reducido que el de los hombres. Si, además -y siempre será así-, queremos aplicar en la selección un criterio de calidad, el número -como en el caso de los hombres, también- se reduce todavía más. No obstante, seguimos trabajando en ello y puedo garantizar que este es otro de los retos de este festival, comprometido, social y profesionalmente, con la igualdad y con la superación del sexismo en esta clase de actividades. No son palabras vacías de contenido: basta con examinar las programaciones de los cinco años últimos, para darse cuenta de que este es un objetivo muy claro para los que hacemos Jazzmadrid.

Habida cuenta del nivel de muchos artistas, el festival intenta, a través de actividades gratuitas, entradas a precios asequibles y la reserva de localidades para jóvenes que se den de alta en JOBO, que el jazz pueda resultar accesible a todos. ¿Por qué consideras que el jazz debe ser una música que alcance a todos los públicos y no restringido solo a aquellas que se lo puedan permitir?

No solamente el jazz, también cualquier otra manifestación cultural en la que me vea involucrado. Siempre ha sido así y las razones las he expuesto en diversas respuestas que he ofrecido a otras preguntas en esta entrevista. Para empezar, hay que tener muy claro que el acceso a la educación y la cultura es -como la justicia y otros recursos que tiene el Estado para paliar las desigualdades- un derecho fundamental de todos los individuos. Y ese acceso, además, debe serlo a una cultura de calidad contrastada y no de saldo, como sucede tantas veces. Sería bueno que otros festivales tomasen nota de todo esto, para que no nos veamos reducidos, como a veces tenemos la impresión de que sucede, a la condición de culto clandestino. Intentamos ofrecer el mejor jazz del momento, y hacer, a la vez, que todo el mundo sienta que se le restituyen los esfuerzos que hace pagando sus impuestos. De este modo nos sentimos doblemente útiles.

En líneas generales, si lo comparamos con otros géneros musicales, al jazz viene acudiendo un público de avanzada edad y con cierta capacidad adquisitiva, mientras las generaciones jóvenes, pese a tener referentes de su edad sobre el escenario (Kinga Glyk, Andrea Motis, Arturo Soria Big Band, Creativa Big Band), lo viven con un cierto distanciamiento. ¿Cómo se puede enganchar a ese público que permitirá la pervivencia del jazz en el largo plazo? ¿Qué futuro le auguras al jazz en lo que a público se refiere?

Si no entendiésemos que lo mejor -como en aquella canción- está todavía por llegar, no nos dedicaríamos a lo que nos dedicamos. En Jazzmadrid no existe una estrategia para que el festival haga lucrativas cajas con su desarrollo. En el equipo todos somos profesionales de la divulgación del jazz y, además, lo somos de diferentes formas y en variados medios, si bien quiero dejar claro que ninguno de nosotros procede del ámbito del mercado. Quiero decir que no representamos a artistas, ni tenemos intereses comerciales en las propuestas que planteamos; solo artísticos. A diferencia de lo que ha sucedido con anterioridad, y sucede en el resto del año en mayor o menor medida, nuestro criterio es independiente, no empresarial. Y, desde este razonamiento, nos consta que existe una afición que demanda estos conciertos y estas actividades de jazz que llevamos a cabo. Y es una afición creciente, tal y como hemos podido comprobar a lo largo de nuestros cinco años de existencia. Nombres como los de Tigran Hamayan, Mulatu Astatke o Avishai Cohen -además de los que tú has apuntado-, generan atenciones entre los más jóvenes y los aficionados más veteranos y exigentes. Por eso están en la programación de Jazzmadrid. Sean quienes sean las personas que componen esa afición compuesta por jóvenes y no tan jóvenes, ellos son los responsables de nuestro futuro.

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1 comentario en «Luis Martín, director de JazzMadrid»

  1. Admirado Luis, de acuerdo con tus criterios para la organización de JAZZmadrid. Y agrdecerte tus 2 monográficos sobre Tete en radio Clásica de rne. Emocionantes. También gracias por tu divulgación del lenguage musical mas vivo y creativo=Jazz.
    Por muchos años!!!!
    Un abrazo, montse

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