Texto: Adrián Besada
Si bien es cierto que la tendencia del jazz ha sido la homogeneización en su sonido y lenguaje, todavía son visibles —audibles, más bien— las vertientes americanas y europeas en los álbumes que aparecen cada día en la inmensa aldea global que, en el caso de la música, está controlada por Spotify o Youtube. En España las influencias y estilos son tan variados como los propios músicos, aunque en Valencia existe un bastión de la variante americana en la sede de Berklee, el prestigioso centro de enseñanza sitado en Boston.
Mike Casey es un joven saxofonista que terminó sus estudios de máster en este centro en 2019 y ya cuenta con una prolífica producción discográfica. Valencia es su noveno álbum, y quizás uno de los más especiales para él mismo, pues tanto en su estética como en su sonoridad remite a un jazz enérgico y candente, tan típico de la tradición americana, con algunos apuntes clásicos, pero sin abandonar sus característicos dejes en el hip hop, el soul o el rock. Asimismo, desde un primer momento deja clara su admiración e influencia por la ciudad levantina, quizás marcado por su experiencia actuando en el Auditorio Nacional o la multiculturalidad y transversalidad que le ofreció su estancia en Valencia.
Casey cuenta con un registro amplio en cuanto al sonido de su saxofón, utilizando con frecuencia efectos que le dan un carácter único y que apoyan su interpretación, que se mueve sobre un acompañamiento firme y con muchos fills y breaks que hacen que las estructuras se sean fácilmente reconocibles. Asimismo, los cortes se presentan de un modo especialmente sugerente, como es el caso de “The Beauty Of Everyday Life”, que abre este disco, se expone una sonoridad, un loop en el que se superponen capas sonoras y en el que se destilan elementos eléctricos, presentando, en cierto modo, el discurso y lenguaje con el que se desarrolla el álbum. De ahí pasa a un registro más jazzístico, más melódico, dando comienzo al viaje musical de Valencia. “Universal Gratitude” abre la cara B del LP, un tema de aire soul en el que plantea un desarrollo más programático que el de la cara A. Así continua con temas como “Calle Pizarro” o “Valencia” -que da título al álbum-, en los que se vuelve al loop, a los efectos y donde nos encontramos con ideas musicales que se escapan, en muchas ocasiones, de las variantes más clásicas del jazz.
Valencia no es solo un álbum, sino también una declaración de intenciones. Es un homenaje, un reflejo de un momento y un proceso al mismo tiempo. Mike Casey cree en el jazz, pero principalmente en la música y en ser honesto con su forma de entenderla.
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