Texto: Francisco Fernández
Fotos: Juan José Benítez y Álvaro de la Rosa
La ciudad de La Rambla (Córdoba) es un referente internacional en alfarería y cerámica para La Rambla es tan importante la alfarería que en 2017 estuvieron en boca de todos por lanzar un botijo a la estratosfera, pero ha sido otra cosa la que ha lanzado el nombre de La Rambla al espacio del jazz: en los últimos años esta pequeña localidad de seis mil habitantes ha logrado consolidar un festival de Jazz que está musicalmente a la altura de cualquiera de los festivales de jazz celebrados en Andalucía.
Desde sus inicios en 2019 el Festival de Jazz de La Rambla ha apostado por visibilizar a la mujer instrumentista y dar espacio a esta en un género musical en el que durante muchos años la mujer solo ha destacado como cantante. En estas seis ediciones, La Rambla ha invitado a veintisiete mujeres instrumentistas, a veces como líderes de algún proyecto y otras como acompañante sidewoman.
El pasado viernes 19 de Julio, Alba Armengou Group inauguraba la VI edición del Festival de Jazz de La Rambla en la popular Plaza de La Cadena. El escenario estaba colocado frente a la parroquia Nuestra Señora de La Asunción, es decir la decoración del escenario fue uno de los monumentos más importantes y destacables de La Rambla: las pilastras y baluartes que conforman la portada plateresca de la parroquia cuya ornamentación sigue los cánones del primer renacimiento español. Solo por ver el cuadro tan hermoso que conformó el sexteto de Alba Armengou con el fondo de esta portada de finales del siglo XV ya mereció la pena estar allí.
«Milonga Gris», del compositor argentino Carlos Aguirre, fue la pieza elegida con la que abrieron el concierto. Una melodía ligera y hermosa compartida entre la trompeta de Alba y la flauta de Joan Martí, arreglada de forma en la que llevaba al público por los matices y puntos álgidos de la interpretación. Tras mencionar la ilusión que sentía Alba por este concierto, debido a que no es fácil actuar con un sexteto de esta envergadura, Alba presentó a la banda y continuaron con el tema que da nombre a su primer disco, Susurros del Viento. La agógica del comienzo y la brisa que corría esa noche hacían honor al nombre de la composición y la hermosa voz de Alba que continuaba la composición hacia un bolero que hipnotizaba por primera vez al público de la campiña cordobesa.
El concierto continuó con «El Señor», una composición original que narra la historia que la abuela de Vicente López (el guitarrista) le contaba sobre un señor cuyo flequillo era tan largo que solo podía beber café si se lo apartaba de la cara. Una canción con carácter cómico que transportó al público a su infancia y les hizo imaginar las historias que sus abuelos les contaban a diario. Continuaron con un arreglo de la habanera «La Gavina», de Frederic Sirés. Después era el momento de viajar a Brasil para escuchar «Esperando la Janela» de Gilberto Gil cuya interpretación a cuatro voces demostró la cantidad de trabajo que requiere un repertorio de esta altura musical, los músicos lo pasaban en grande interpretando esta canción. A continuación llegó lo que podría ser la banda sonora del VI Festival de Jazz de La rambla: «Fato Consumado» de Djavan con la que los primeros oyentes no se resistieron a abandonar sus asientos para mover las caderas al ritmo de la samba
Tras ese punto culminante del concierto continuaron con una canción interpretadas a trío para aprovechar la publicación de su segundo disco, Viajar a Vos nos trajo otra de las sorpresas del concierto: Tamel Levai, el percusionista, cantó solo algunas estrofas y otras a dúo junto con Alba. Así volvían a transportar al público a un mundo onírico gracias a la belleza de esta composición.
Prosiguieron con «Costumbres y hacer» una composición de Vicente López a la que se le unió la banda y de nuevo brilló la polifonía en las voces de este gran sexteto.
Nuevamente la samba levantó al público rambleño y los puso a bailar «Alagoas», otro tema de Djavan. El bajo de Giuseppe Campisi y la batería de Enric Fuster contribuían a que el público solo pensara en moverse al ritmo de la música. Alba Armengou Group se siente como pez en el agua con este tipo de canciones, muestran la confianza que les une y la felicidad que les da estar en el escenario juntos.
Después de esta fiesta bajaron revoluciones para interpretar un bolero llamado «Los Aretes a la Luna», en el que Alba volvió a sacar a relucir su trompeta y demostrar un lenguaje basado en la tradición jazzística latinoamericana del más gustoso.
La penúltima canción la dedicaba Alba a su yaya, «Somnis» es una composición original que comenzó con una introducción nostálgica a voz y guitarra y que fue creciendo con una parte instrumental arreglada para trompeta y saxo y tuvo un punto de máxima intensidad con un solo de guitarra eléctrica de Vicente López a lo Guthrie Govan que levantó a todo el mundo de sus asientos.
«Bandera», de Juan Quintero, fue la elección para finalizar un concierto que pasará a ser una de las noches más hermosas, íntimas, alegres y bailables que el Festival de Jazz de La Rambla ha tenido. Pero el público no paró de gritar y aplaudir hasta que nos regalaron un bis cuyas armonía y melodía aún sigue sonando en la plaza de La Cadena de La Rambla: «Soledad y el Mar» de Natalia Lafourcade.
El jueves 25 de julio continuó la programación nocturna con el concierto de Irene Cuamel Quartet.
La banda irradiaba elegancia todos vestían camisa negra e Irene con un vestido rojo. La saxofonista malagueña presentaría nueve composiciones propias de las cuales seis fueron completamente nuevas. Abrieron la noche con Inoportuno una composición modal que “On Cue” pasaba a una parte b con más cambios armónicos. Después de una larga introducción de piano, Irene comenzó a cantar «The Whister» y la gente quedó cautivada por su voz. El repertorio continuó e incluyó una gran variedad en sus canciones que pasaban desde baladas como «Sol Negro» en el que Irene desarrolla un lenguaje en su solo más abierto en sus frases y los intervalos de los acordes, así como apostando por la evolución de motivos concretos a lo Melissa Aldana, pasando por temas más funky como «Brake the Loop» y otros reivindicativos como «The Girl And The Cave» en el que según Irene: “es un himno en el que invita a volver a la caverna a las personas que no saben vivir este tiempo de empoderamiento para la mujer”, como mujer está cansada de “los gestos, de los comentarios de los hombres” y piensa que es “muy importante usar la voz del artista para luchar contra el sexismo y la desigualdad”. Otras canciones con aire de bolero y pasodoble como «Canción a las Simples Cosas» y «El Zalamero» o el calypso al final del concierto que hizo corear a todo el público, «Bombón de Licor». A sus veinte años, Irene Caumel Bene mucho camino por recorrer y mucho que trabajar aún para hacerse una gran saxofonista, pero sin embargo ya tiene varios puntos fuertes: su voz cálida cuyos graves engrandecen el lugar donde canta y su capacidad creativa de componer melodías complejas pero pegadizas. Por ello es importante que los festivales de jazz den espacio a estudiantes que ya tienen mucho talento y entusiasmo en su interior para motivarlos a crecer más, como es el caso de Irene Caumel.
El viernes 26 de julio el patio de la Alfarería el Yiyo volvió a convertirse en el entorno más idílico que se puede imaginar para el Festival de Jazz de la Rambla, la familia de los Yiyos volvió a decorar el escenario con cántaros, porrones y jarras de cuatro picos, la madera amontonada para el horno de leña y el horno moruno rodeaban el escenario dándole una decoración natural acorde a la música que escucharíamos. Como es costumbre, Jesús Luque modeló varias piezas en el torno antes de comenzar el concierto y estas piezas dieron la guinda que faltaba para que el lugar fuera perfecto. Por este escenario han pasado grandes músicas como la cantante y multi-instrumentista Magalí Sare, la compositora y saxofonista Irene Reig, el trío Hispanistán y la violinista Maureen Choi. Este año el concierto estaba liderado por el guitarrista Juan Medina y la contrabajista Gal Maestro, acompañados por Ana Boheme y Poti Trujillo. Estando el lugar abarrotado el cuarteto nos deleitó con un concierto tranquilo en el que interpretaron piezas como «Genossienne nº 1», de Erik Satie, alguna soleá y un clásico del cine, «Eternally» de Charlie Chaplin y el peso de los solos cayó en Gal Maestro. Un concierto que quedó lejos del virtuosismo al que estábamos acostumbrados en la Alfarería El Yiyo, pero cuyo público disfrutó y ovacionó.
Ester Quevedo entró en el estudio para grabar su segundo disco en junio, después de trabalenguas este disco ha sido a trío junto con Pau Sala y Andreu Pitsrch; pero el sábado 27 de Julio apareció en La Rambla con la sección de la Valparaíso Big Band, es decir, con Blanca Barranco y Rakel Arbeloa. El trio comenzó el concierto con «Garabato», el título de la pieza describe el proceso de composición que a veces usa comparándolo con un juego que creativo para pintar al que jugaba ella de pequeña, sabiendo esto se puede escuchar en la pieza un motivo rápido que se repite y desplaza en la composición y que Ester va evolucionando en el solo, el concierto continúa con una pieza dedicada al pianista Willie The Lion, «One for The Lion“ un pianista que ha inspirado mucho a Ester durante los comienzos como pianista. Una canción cuya parte A está ligada a la época del ragtime. La tercera pieza fue una balada «Esta vez no “. Una de las cosas hermosas que tiene ofrecer conciertos gratuitos en plazas donde ya hay gente, es que aparecen familias que están allí quizás para cenar cuyas hijas e hijos se acercan al escenario interesados, en este caso había dos niñas de nueve años bailando al ritmo de la balada con movimientos de ballet cuya imagen podría ser digna de protagonizar una escena en cualquier película americana romántica. El concierto continuó con «Lijle Nick», un contrafacto escrito por Ester que contenía partes «Big Nick» (Coltrane/Ellington). Dejando poco espacio para aplaudir, Ester contó hasta tres y el trío comenzó en anacrusa la siguiente composición en médium swing, «Estatua de Hielo», y el concierto continuó con «Neska», un título con carácter más moderno en el que el bajo comparte la voz acompañante del piano en tres por cuatro. Continuó directamente con una pieza cuyo groove, al estilo second line de Nueva Orleans, se mantuvo de principio a fin, pasando incluso por el solo de batería de Rakel Arbeloa. De nuevo, la magia tuvo lugar con «Nana Del Despertador», una balada en la que el concierto bajó de ritmo y las notas del contrabajo de Blanca Barranco se extendían por la inmensidad de la plaza como la brisa en las noches a finales de septiembre. Después de presentar a sus compañeras de trio tocaron el último tema de la noche: «Los Caballeros Que Dicen Ni», una pieza que recordaba a Monk, pues se escuchaba en su lenguaje el “juego rítmico y originalidad” que ella misma reconoce haberle inspirado. Hubo un momento hermoso en el que se quedaron el contrabajo y piano después de presentar la melodía. La ovación fue tan larga que tuvieron que tocar un bis y, como no, se lo dedicaron a Claudia, la niña que estuvo bailando durante todo el concierto y que era la que más tiempo aplaudía al trio después de cada canción.
Para cerrar el Festival de Jazz de La Rambla el director apostó por una fiesta de baile dirigida a un público totalmente distinto. Gracias a esto, se vieron caras nuevas y entusiasmadas durante el concierto de Ester Quevedo que no se habían visto en ediciones anteriores. El Dj de techno, Moltisanti, ofreció una sesión en la que, según su propia valoración, honró y recontextualizó la música jazz trasladándola al djing; con sus vinilos manipuló el sonido de forma improvisada al igual que lo haría un músico de jazz en una jam session. Se bailaron canciones como «Release The Groove», de Andreas Saag en las que se integran elementos del jazz como la línea del bajo. La batería de la canción «The Aztec Mytic», de Jaguar, se sintió como un solo de jazz. El público se conglomeró en la recién reformada plaza de los Trinitarios que imita al patio de los naranjos de la mezquita de Córdoba y reluce las columnas jónicas del antiguo convento de la Santísima Trinidad de La Rambla. Posicionado entre dos naranjos y con el fondo de la arcada del convento, Dj Moltisanti estuvo bailando junto a su público durante dos horas y media demostrando que el jazz está más vivo que nunca cuya mezcla con el techno puede enriquecer y diversificar la programación de cualquier festival.
A parte de los conciertos mencionados, se ofrecieron tres conciertos matinales por las diferentes plazas del pueblo.
Parte de la programación de conciertos matinales ha estado orientada con un carácter de jam session en la que estudiantes del conservatorio de jazz de Sevilla o de Málaga se reunían para tocar un repertorio de standards de jazz. El tipo de público que acude a estos conciertos es totalmente distinto al que acude en la noche. Pensionistas en su mayoría, ancianos que viven en la residencia o personas que aprovechan la mañana para hacer recados y de forma espontánea se encuentran el concierto en las plazas de La Rambla y por supuesto trabajadores que aprovechan la hora del desayuno para pasarla de forma distinta a la que están acostumbrados.
Un año más, las calles y plazas de La Rambla se han llenado de música tanto de noche como de día. A pesar de las altas temperaturas, los habitantes de esta localidad se sienten vivos y despiertos cuando escuchan improvisar a las artistas que pasan por allí. La gente de la comarca se desplaza a La Rambla para disfrutar del jazz porque saben que durante esos diez días no existe otro lugar con mejor música en la campiña. Un año más, el Festival de Jazz de la Rambla ha mostrado el camino que deberían seguir el resto de festivales de España en cuanto a igualdad de género. Se necesitan más organizadores y productores de eventos que se pongan a trabajar y apuesten por la diversidad en su programación. La historia del jazz se está reescribiendo y ahora se está dando el lugar que se merece a la mujer. España es tierra de grandes músicas y compositoras de jazz, y es importantísimo que sean tomadas en cuenta, sino la historia nos tratará de negligentes.