The Cuban Jazz Syndicate en Café Central

The Cuban Jazz Syndicate llena de tumbao el Café Central de Madrid y empieza con fuerza un camino en el que el talento de cada uno de los compositores que lo integran marca la pauta.

Texto y Fotografías: Pedro Andrade

The Cuban Jazz Syndicate es la reunión de grandes compositores cubanos con carreras de largo recorrido, todas ellas consagradas en el panorama jazzístico nacional e internacional. En esta ocasión el cabecilla del proyecto es el batería Michael Olivera , que ha llamado para esta nueva aventura a grandes portentos musicales como el saxofonista Ariel Bríngez, el trompetista Carlos Sarduy, el bajista Yarel Hernández y el pianista Daniel García Diego. En anteriores conciertos, el de Santa Clara ha contado también con la colaboración de la cantante Miryam Latrece y la de los maestros  Pepe Rivero al piano o  Román Filiú al saxo. Se trata de un dream team del jazz cubano actual reunido en un solo concepto. Todo un lujo para los amantes del género que nos encontramos en el momento y en el sitio exacto para ser testigos de un proyecto que seguramente tendrá largo recorrido y que podremos ver en las próximas programaciones  de las mejores salas y festivales de jazz del país.

El sitio exacto para presenciar esta primicia fue el mítico Café Central,  que ofrece a sus fieles, como es ya costumbre,  una serie de conciertos a dos pases durante 4 o 3 días consecutivos durante la semana. El concierto empezó bien, era jueves, un día entre semana algo nublado y lluvioso que no impidió que el  sitio se llenase de gente curiosa por descubrir las buenas nuevas que se traen entre manos esta tribu de virtuosos. Muchos de los feligreses del Café Central conocen de sobra a los músicos; cada uno de ellos ha pasado en alguna ocasión con alguno de sus diferentes proyectos y colaboraciones por este mismo escenario. Se percibe siempre un ambiente familiar y acogedor en el Central, sobre todo cuando hay tanta expectativa y camaradería.

El concierto empezó con un homenaje titulado  Pa` TITO!  tema inaugural de la velada, compuesta por Michael Olivera en honor a Tito Puente, uno de los percusionistas y músicos más influyentes de la música cubana contemporánea. En este tema cada uno de los músicos tuvo un espacio protagonista dando muestra de su sensibilidad y del bagaje musical que los caracteriza. Ariel encadenó fraseos volátiles de vértigo sin perder en ningún momento la comunicación con la banda, Michael como siempre contundente  llevando el motor del Sindicato a la velocidad exacta en cada momento del tema junto a un Yarel siempre atento y en perfecta simbiosis con las propuestas rítmicas del percusionista. Son músicos que degustan las texturas y los colores que se van generando entre unos y otros, con motivos sincopados y deconstruidos que muestran su dominio del tempo y en el que recrean un jardín de  reacciones a un público totalmente contagiado por la energía que desprenden.

El  segundo tema sería Moçambique perteneciente al reciente álbum de Carlos Sarduy Luz (Balaio Records, 2019) inspirado en los rituales y la música afrocubana. El trompetista, a pesar de su juventud, está considerado actualmente como uno de los músicos con mayor proyección internacional. De su trayectoria pueden destacar, solo por rescatar algunos trabajos de los más de 50 discos registrados con su trompeta, las colaboraciones realizadas para artistas como Esperanza Spalding, David Murray, Los Van Van o Chucho Valdés.

Moçambique tiene una melodía recurrente que envuelve al tema desde el principio y que marca los cortes que van desde un solo a otro. Daniel García sería el primero en romper el mantra melódico para dar paso a una desbordante imaginación creativa con la cual compuso un solo de piano gigantesco. Después, el tema volvió a su matriz melódica para saludar a un Carlitos Sarduy preparado a recoger el testigo y dar inicio a un solo que devino una clase magistral de trompeta.

Pelos de punta y una larga ovación por parte del público en este momento de la actuación. Bolero Danzongo fue el tema con el que continuó el repertorio de los cubanos. Se trata de  una mezcla de bolero con danzón y songo, estilos de música de origen cubano derivado de las danzas criollas. Una interesante mezcla de estilos y formas de entender el ritmo. En este punto del concierto se dio una situación inédita: Michael Olivera, huérfano de su diva Myriam Latrece, tomó el micrófono y se lanzo a cantar con una sorprendente y cálida voz; con mucho color cubano y sobre todo, como él mismo dice: «con todo el respeto que merece el público y  sobre todo con todo el amor y el corazón que se  le puede poner».

«Y vive tu momento, Óyelo bien», fue el coro más repetido de la canción y  fue también la excusa necesaria para hacer partícipe a un  público en completa armonía con este Sindicato de trabajadores del jazz.

Todos los temas tuvieron una gran carga de improvisaciones y recreaciones sonoras por lo que hicieron falta tan solo tres temas para llegar al Ecuador de la velada y dar así por terminado el primer pase del concierto.

El segundo pase empezó con un guiño divertido de Ariel Brígnez a Michael Olivera por su reciente e inaugurada faceta de cantante. El saxofonista instó al público a dar «Un fuerte aplauso para el nuevo Phil Collins Olivera», consigna que fue una de las notas más divertida de la noche, aunque no la única.

Entre risas enseguida estábamos escuchando La Danza del Carnaval, otra de las composiciones del batería que empieza con mucho ritmo caribeño y una excelente y trabajada dinámica que modula todo el tema con idas y venidas de velocidad y con inteligentes arreglos de sutil definición. El solo de un incansable Yarel Hernández no solo fue grandiosos sino que demostró que estaba en plena forma.

Continuamos con una versión del Oye Cómo va popularizada por Carlos Santana a la que el Sindicato ha titulado con gran criterio:  Mi ritmo. Se trata de un homenaje a modo de rezo afrocubano que, como todas las ceremonias de Cuba, según indica el mismo Olivera, empiezan de manera muy solemne pero terminan casi siempre en fiesta. Posteriormente se tocó una composición del pianista Pepe Rivero titulada Pa´ Bebo, corte 11 de de su reciente lanzamiento discográfico El Pañuelo de Pepa (Cezzanne Producciones, 2019) grabado junto al contrabajista Javier Colina y  del que ya tuvimos la oportunidad de presenciar su estreno el año pasado en este mismo escenario.

Hubo tiempo para un bis final titulado originalmente El apagón, que hace alusión a la vida cubana y a esos momentos en los que la racionalización de la energía eléctrica hace que en muchas ocasiones las casas se queden sin luz durante varias horas. Por contrapartida y por iniciativa del propio Ariel Brígnez, la canción terminó por llamarse  Y llegó la luz que quiere reflejar la felicidad que siente la gente cuando después de tanto tiempo en la oscuridad llega finalmente el momento en el que la ciudad se  ilumina.

Iluminados nos fuimos todos del Café Central con este repaso de sensaciones y ritmos llenos de energía. En breve el Syndicato se reunirá para grabar su primer trabajo, presuntamente en marzo. Mientras eso ocurre nos quedamos atentos a la espera de futuras actuaciones y nuevas noticias.

 

 

 

 

 

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