22º Festival de Jazz de la Universidad de Sevilla: Assejazz.

El festival tuvolugar del 17 de Junio al 4 de Julio de 2019 en el Patio del Cicus (Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla)

Por Julián Ruesga Bono. Fotografías de Antonio Torres.

Se ven tantas cosas extrañas y sorprendentes a diario que se pierde la capacidad de sorpresa. Cuesta trabajo creer que esta edición del Festival de Jazz de la Universidad de Sevilla/Assejazz haya estado a punto de no celebrase. Esta ha sido la edición veintidós, se viene celebrando desde 1995 y es uno de los momentos fuertes de la vida pública del jazz en la ciudad. El otro es el ciclo Jazz en Noviembre, patrocinado por la Junta de Andalucía y celebrado en el Teatro Central. El Festival de Jazz de la Universidad de Sevilla es un evento anual que forma parte del calendario cultural de la ciudad y de las señas de identidad de la cultura local. No es un evento espectáculo, en su humildad y austeridad reside su carácter.

Que desapareciera este festival tampoco sorprendería, cosas peores suceden, pero sería imperdonable. Es una referencia festivo-cultural en las últimas semanas del curso académico en la ciudad. Además de los conciertos, se realizan otras actividades. Este año ha estado acompañado de talleres para niños, jam-sessions, exposición de fotografías, un ciclo de cine y jazz, la presentación fin de curso del taller vocal de Assejazz y un concierto de Sursunora Big Band, la big band creada por los alumnos de los talleres de músicas creativas e improvisación que organiza el Cicus (Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla) a lo largo del año. También el Assejazz Play-Jazz, un informal encuentro-jam de los músicos sevillanos de jazz con el público local. En fin, cultura jazz participada.

El ciclo de conciertos del 22 Festival de Jazz de la Universidad de Sevilla y Assejazz lo abrió el miércoles día 25 la Assejaz Big Band, la banda de la Asociación Sevillana de Jazz, dirigida por Antonio Olivo, que llenó el aforo del patio del Cicus, sede del festival.

La noche del jueves 26 fue el concierto del Eva Fernández Trío, que basó su concierto en los temas de su álbum, Yo pregunto, publicado en Mayo del año pasado. Canciones intimistas, en las que se cruzan diferentes influencias musicales, compuestas a partir de poemas de Alfonsina Storni, Alejandra Pizarnik, Julio Cortázar y Alfonso Costafreda. Eva Fernández seleccionó los poemas y compuso las melodías, y Josep Munar, guitarrista del grupo, creó las armonías y compuso en solitario “Para leer de forma interrogativa”, de un poema de Julio Cortazar. El trío lo completa el batería Enric Fuster.

La propuesta del trío es arriesgada en su sencillez: sonoridad austera y orgánica –saxofón, voz, guitarra eléctrica y batería- y formato de canción –que expanden en cortas y emocionantes improvisaciones instrumentales. Además de los temas del álbum, también tocaron material de otros músicos, un bolero de Bebo Valdés, un tema instrumental de Jaco Pastorius, “Pequeño Vals Vienés” de Leonard Cohen y en el bis, otro bolero, “Sabor a ti”. Pero lo más destacado fue un tema que por su belleza, temática y calidad podría resumir todo el concierto, y quizás toda la propuesta estética del trío, muy acertadamente fue el último del programa, el poema de Julio Cortazar, “Para leer de forma interrogativa”, a ritmo de pasodoble y sabor a verbena. Sensibilidad, belleza y calidad instrumental de un jazz cantado en español y compuesto por una mujer saxofonista de 24 años que lidera el grupo.

El viernes 28, fue la noche del pianista Aruán Ortíz y su grupo, Cromatix Vortex –un remolino de música y sonidos en movimiento. Aruán Ortíz es una de las personalidades más destacadas de la música creativa contemporánea. Otro de los muchos y brillantes músicos de jazz que ha dado la Facultad de Música del ISA, Instituto Superior de las Artes de La Habana, durante las últimas décadas. Su música transita y referencia diferentes campos musicales: jazz de vanguardia, música académica contemporánea, ritmos tradicionales afrocubanos e improvisación libre.

El cuarteto que apareció en escena estaba formado por el saxofonista cubano Maikel Vistel, Masa Kamaguchi en el contrabajo, John Betsch en la batería y percusiones y Aruán Ortíz al piano. Ortíz define su música como “un ajiaco de diversos estilos” que, por lo que escuchamos en el patio del Cicus, el pianista remueve como un fluido en una marmita, convirtiéndola en una entidad sonora autónoma que se organiza y reorganiza en múltiples formas y cromatismos a lo largo del concierto. Un fluido en movimiento, a veces hipnótico, que absorbe al oyente. Para que no olvidáramos donde estábamos, un festival de jazz, casi al final del concierto, el grupo hizo un blues, a su manera, que fue tremendo: único y vibrante, una experiencia sonora.

La noche del sábado 29, el festival presentó al pianista hispano-argentino, afincado en Madrid, Sebastián Chames. En formación de cuarteto, con una banda que además del pianista integraba a Greg Tardy en el saxo tenor, y como base rítmica a Rubén Carles al contrabajo y Willie Jones III en la batería. Una formación tradicional de jazz moderno que nos ofreció otra gran noche de música en el patio del Cicus. Frente a los anteriores conciertos, esta noche la propuesta musical provenía de un acercamiento más tradicional al jazz. Hard bop actualizado y vibrante, una música nerviosa y ágil, cargada de un ritmo y energía desbordantes que contagió a todo los presentes.

El último concierto del festival estuvo reservado a la Andalucía Big Band, en esta ocasión dirigida por Abdú Salim, uno de los padres del jazz sevillano. Así que fue un concierto de jazz local, del jazz más local que sea posible imaginar. Además, un homenaje a un hombre del jazz en la ciudad, a una brillante personalidad de la cultura viva sevillana.

Abdú Salim vivió en Sevilla en la década de 1980. Creó en Triana la primera escuela de jazz de Andalucía y aquí escribió buena parte de sus trabajos de jazz. El jazz sevillano le debe mucho, toda una generación pionera del jazz en la ciudad, músicos y aficionados, que hicieron posible el inicio de lo que ahora es la actual escena jazz sevillana. Esa noche, en el patio del Cicus, le devolvieron un poco de esa deuda en forma afecto. El público estaba con el músico y la big band y no decepcionaron. Ofrecieron un concierto excepcional y emocionante, en el que la Andalucía Big Band tocó una música prodigiosa.

Toda la música que interpretó la banda es de la autoría de Salim, salvo un tema de Lou Benet. El concierto fue intenso y sorprendente y la Andalucía Big Band brilló especialmente. Su guitarrista, Manuel Soldan, destacó en dos magníficos solos. Igual que Abdú Salim cuando dejaba de dirigir la orquesta y tomaba el saxo tenor o el soprano, sus instrumentos habituales en escena.

 

 

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