Menú

Vanessa Tagliabue, abarcando un siglo de música.

La artista italiana presenta Contradanza: «Yo quería que el oyente se perdiera en el bosque de símbolos de Baudelaire».

Por Miguel Valenciano.
@Roberto Cifarelli

El último trabajo de la cantante transalpina, publicado por Abeat y Discmedi en 2019, muestra a una música inquieta, con personalidad para desmontar la tradición y reinterpretarla, con  respeto y devoción. Apasionada de su profesión, nos ayuda a desgranar los entresijos del álbum.

“Contradanza” no es un disco de jazz al uso, ya que reúne elementos del rock, sonoridades de la música tradicional italiana o caribeña, incluso un theremín… y composiciones con estructuras complejas en las que se suceden pasajes muy diversos, por momentos cargados de dulzura, pero plagados de cambios abruptos e travesuras instrumentales. ¿Cómo has concebido este trabajo, desde la composición a la propia grabación y producción?

En primer lugar, quiero agradecerte por estas complejas preguntas, que demuestran un minucioso análisis de mi disco, tu sensibilidad y cultura. Es un placer responder tus preguntas. Este trabajo fue concebido, en una etapa inicial, como desarrollo de las influencias que sentí que estaban en un nivel embrionario en la música cubana del siglo XIX, partiendo de mi asombro por la gran modernidad de las composiciones de Manuel Saumell. Más tarde decidí  liberar el “alma rock”. Siguiendo este alma, que también está presente en la música de Saumell, por ejemplo en «Los Ojos de Pepa», quise rendir homenaje a Bas Jan Ader, moviéndome hacia adelante en el tiempo y abriendo un dispositivo de viaje para cualquier inspiración me pareciera relevante. Así que, en lugar de limitarme a crear arreglos de las canciones, escribí algunas composiciones originales.

En el disco, habiendo pasajes puramente instrumentales, no parece haber un interés especial por la figura del “solo”, casi obligada en cualquier disco de jazz. ¿Te interesa menos el virtuosismo individual que la emoción  que uno puede construir a través del conjunto?

Sí. En este caso quería que el resultado fuera una obra coral. Mi formación de jazz está basada en el conocimiento y pertenencia a lo que se llama Jazz clásico. En este sentido, el trabajo en solitario es importante e innovador, pero es más importante el diálogo coral y la interconexión de voces, como en Nueva Orleans, donde improvisan juntas y forman los arreglos increíbles de Ellington, Morton, Fletcher Henderson. Este disco también intenta restaurar una visión, un paisaje en el que perderse y perder cada referencia. Hubiera sido absurdo conceder largos solos instrumentales, yo quería que el oyente se perdiera en el «bosque de símbolos» de Baudelaire. El paisaje, la desaparición, la ubicación… son también grandes temas de este disco, en el que un hombre se encuentra a si mismo sólo, pero llega allí acompañado por una multitud.

En toda la música del disco hay un aroma añejo, una mirada a los orígenes de lo que hoy fácilmente reconocemos como ragtime, música cubana, etc. ¿Te sientes especialmente conectada con la música de finales del siglo XIX y principios del XX?

Sí. Entre finales del siglo XIX y principios del XX se concentran los eventos musicales que más me conmovieron desde el punto de vista humano, estético y musical. Estos grandes temas son, en orden: la herida de la identidad africana y su reconquista a través del nacimiento del blues, el encuentro entre la obra clásica europea y la creatividad de los compositores de Nueva Orleans, el nacimiento del Ragtime, el desarrollo de las nuevas tendencias en música clásica y los logros de Stravinskj, Schomberg, Messiaen, Scriabin… La capacidad del jazz para absorber esto y devolverlo en la forma de una nueva vida musical, con un nuevo rostro, con una antigua identidad, en una gran familia de marginados que han recuperado títulos familiares y nobles en la música … Mamá, papá, rey, señor, duque, presidente, dama… Me gustaría pertenecer a esta categoría que amaba y, si pudiera elegir, me gustaría ser … ¡la princesa!

Cuando se habla de vocalistas de jazz casi siempre nos vienen a la cabeza los mismos nombres, pero aunque se intuya su influencia, tu estilo vocal se desmarca bastante del clasicismo. ¿Qué o a quién  consideras realmente influyente en tu manera de cantar? Y, por el contrario, ¿qué dirías que caracteriza y desmarca tu voz?

No estoy segura de cuándo, pero en algún momento comprendí la diferencia entre imitar e interiorizar. Pasé mi adolescencia imitando a los cantantes que me gustaban, incluso inesperadamente, así como Billie Holiday, Bessie Smith, Maria Callas y Annette Henshaw, también estaban Kurt Cobain, Celine Dion, Whitney Houston, Thom Yorke y Freddy Mercury. Como Picasso en las primeras obras, que vi en el museo dedicado a él cuando estaba en Barcelona, ​​vi que, en particular, imitaba perfectamente a Raphael, y esto me impresionó. Allí me di cuenta de que el aprendizaje debe tener fases específicas han de cruzarse y superarse. Es ridículo seguir imitando, a menos que una persona dedique toda su vida a ser el doble de alguien. Así, lo que haces es un sacrificio humano que, sin embargo, no siempre es impecable. Mi siguiente fase fue trabajar sobre la relación entre mi cuerpo y mi voz a través del oído electrónico de Tomatis. Ahora me siento libre de cada modelo y cada imagen, y puedo concentrarme en lo que tengo que decir y la técnica vocal está al servicio de esta libertad.

A lo largo del disco podemos escucharte cantar en italiano, español o inglés. ¿Hasta qué punto es definitivo el idioma en que uno canta, como instrumento, para transmitir un mensaje, independientemente de la comprensión de las letras? Me refiero a la musicalidad de cada lengua.

Canto en diferentes idiomas, también en idiomas orientales, árabes, japoneses, suecos … ¡Soy la persona adecuada para esta pregunta! En primer lugar, tengo que decir que cada lenguaje suena en una forma diferente, tiene frecuencias características que crean inequívocamente su timbre, transmitiendo una gran parte de su contenido emocional. Primero hago búsquedas y ajusto mi voz en todos los idiomas en los que canto. Dicho esto, al respetar el sonido natural de cada idioma, uno ya percibe la fuerza de los significados incluidos, aunque no los conozca. Por ejemplo, si digo «Habibi» en árabe con la H aspirada y la garganta cerrada, usando un resonador pectoral y bajando la laringe, uno puede sentir el calor sensual y la emoción del afecto, y está claro que no estoy diciendo » Bastardo, maldito», al contrario estoy diciendo «Mi amor»!

Hemos leído que tu abuelo fue preso de guerra en Missouri, en la cuna del blues, donde descubrió música que eventualmente llegó hasta ti. ¿Fue este tu primer contacto con el blues y el jazz? ¿Recuerdas cómo te marcaron esas primeras escuchas, vinculadas emocionalmente, además, con el trance vital que vivió tu abuelo?

Recuerdo algo increíble de mi abuelo, que sigue vivo y tiene 98 años. Estábamos en el balcón de mi casa en mi ciudad natal, era verano, y podíamos escuchar música de fondo, no sé de dónde venía. Yo tenía cinco años y él recogió una pequeña taza de plástico naranja, de no más de cuatro pulgadas por tres de diámetro, y él me enseñó el ritmo. El asombro que sentí cuando me di cuenta que podía tener una relación física con el extraño fenómeno auditivo que estaba sucediendo a mi alrededor, me dejó un signo tan profundo que nunca lo olvidé. Hasta el día de hoy soy la cantante favorita de los grandes bateristas de jazz, y cuando los músicos tocan conmigo, se divierten mucho. Algunos dicen que se sienten totalmente libres de hacer lo que quieran, porque nunca me pierdo. ¡Gracias abuelo!

@Roberto Cifarelli

Es lógico que la referencia para cualquier músico de jazz sea la música hecha en América, por ser el origen y el país de sus más legendarias figuras, mientras que la difusión de jazz hecho en Europa es, en comparación, mucho más limitada. ¿Por qué crees que resulta tan complicado el intercambio musical y cultural entre naciones tan cercanas como Francia, Italia, Portugal o España?

¡Cada pregunta es más brillante que la anterior! Yo no soy un sociólogo experto, pero pienso que vivimos e un continente antiguo, no somos totalmente libres de reinventarnos. Cuando se cavan los cimientos de una casa, a menudo se encuentran las ruinas de una ciudad preexistente… Además, siempre teníamos barreras y derechos de importación muy estrictos, descendemos de diferentes grupos lingüísticos y tenemos religiones antiguas, algunas perdidas, pero no todas monoteístas. Es diferente que decir «Somos una nación bajo un mismo Dios». Yo, ciertamente, no estoy a favor de la nivelación cultural, pero si la diversidad no es una oportunidad para el diálogo, ciertamente el modelo social es menos elástico.

Nuestras identidades culturales siempre han sido extremadamente distintas, nuestros mayores esfuerzos casi siempre se han dirigido hacia la afirmación de la identidad nacional, cometiendo también crímenes de guerra en este sentido. No me sorprende que seamos tan reticentes al comercio y poco acogedores con los migrantes. Nunca hemos cambiado.

En relación a la pregunta anterior, ¿qué artistas italianos, actuales o no, vinculados al jazz, consideras como referentes?

Tengo la suerte de trabajar con mis mejores inspiradores, menos dos, con los que nunca he tocado. Colaboré con Mauro Ottolini, Francesco Bearzatti y Paolo Birro, Michele Rabbia y Dan Kizelman. Mis dos inspiradores, a los que todavía miro solo desde fuera del escenario, son Enrico Rava y Franco D’andrea, y espero algún día tener el honor de compartir la música con ellos.

¿Tienes previsto visitar España en tu gira?

Mi productor Mario Caccia, al que quiero agradecer toda la confianza y  dedicación que me brindó con los años, está tratando de organizarlos. No sé nada por el momento, ¡espero que sí! 

¿Cuáles son tus sueños más inmediatos? ¿Hay alguna colaboración entre ellos?

Hice muchos de  mis sueños realidad. En particular, ahora estoy grabando un nuevo álbum en el que podría involucrar a algunos músicos que realmente soñé tener a mi lado durante años. Mis sueños ahora son simples, me gustaría seguir trabajando libremente, tener más atención en mi país, que parece concentrado sólo en el dinero de la música, en la televisión (que es un festín alegre de mujeres lobotomizadas, muertas y semidesnudas) y muy poco atento a la calidad. Y sueño con conocer a Manfred Eicher y hacerle escuchar mi trabajo. Sueño con tocar en Japón, Indonesia y Vietnam.

¡Comparte tus comentarios!

Deja un comentario