Beatriz Ortega, directora de Feminajazz: «Queremos seguir armando mucho ruido»

Eva Fernández Trio ©Ernesto Cortijo - Feminajazz 2019
Eva Fernández Trio ©Ernesto Cortijo - Feminajazz 2019
©Máximo Parpagnoli

Texto & entrevista: Rosa García Mira / Fotografías: Ernesto Cortijo & Máximo Parpagnoli

Beatriz Ortega, directora del festival Feminajazz, cuenta con una larga carrera en la industria musical a sus espaldas. Su trabajo de investigación acerca de la presencia de la mujer en el jazz culminó con la creación de este festival tan necesario en el género. En esta entrevista, os destapamos los secretos que entrañan la gestación, el desarrollo y el futuro de Feminajazz.

– Te has formado tanto en los campos de las Artes Escénicas como en Marketing, en distintas universidades. ¿Siempre tuviste claro que te querías dedicar a esta disciplina?

En realidad comencé mi carrera como actriz. Empecé a estudiar teatro en la RESAD y estuve unos cuantos años subida al escenario, y fue una experiencia maravillosa. En un momento dado, me di cuenta de que quería continuar mi carrera profesional pero al otro lado del escenario. También estudié un máster en gestión cultural en la UCM, pero previamente fui desarrollando mi carrera en el ámbito de la gestión cultural, la producción… En temas de marketing digital hay que estar atenta a lo que ocurre, y con esta nueva situación debido a el confinamiento y demás, donde todo funciona a través de internet, una debe de ponerse un poco al día.

No sé si es una decisión que hice de forma consciente. En mi caso, fue algo progresivo. Siempre me ha gustado mucho organizar cosas. Bien joven organicé unas olimpiadas en un sitio de verano al que íbamos de vez en cuando con la familia. Cuando comencé mi carrera de actriz, en los pases entre un trabajo y otro, me iba con algunos amigos para echar una mano en la producción y organizar propuestas. El camino me llevó ahí. No sabría decirte en qué momento uno toma esa decisión o si es consciente. Al ver que estaba más implicada en la gestión que en el escenario, tomé una determinación consciente, y decidí hacer el máster de Artes Escénicas y Música de la Complutense para ponerle nombre y apellidos a todo eso que yo estaba haciendo.

¿Te has encontrado en algún momento de tu carrera con algún tipo de discriminación en estos ámbitos del Marketing o de la industria musical? ¿Ha sido un detonante para la creación del festival?

Sí claro, a lo largo de toda mi carrera me he encontrado con situaciones de discriminación. Feminajazz nace de una manera muy concreta. En el género del jazz se dio una situación histórica muy curiosa, porque en los albores del jazz hubo muchas mujeres cantantes y algunas otras instrumentistas que desarrollaron su carrera. Más tarde, durante unos años, las mujeres no estuvieron tan presentes, y hubo una gran predominancia masculina. Al empezar a moverme por este mundo, me di cuenta de que había muchas mujeres que intentaban desarrollar su carrera, pero muy pocas estaban girando por el circuito de festivales, tanto en España como en el resto de Europa.

Realizamos un estudio riguroso que empezó en el marco del máster, y por tanto se llevó a cabo antes de ponernos en marcha con el festival. Se fue desarrollando, hasta que decidimos que había una necesidad de crear una plataforma de difusión para el talento femenino en el jazz. Era imperativo que programadores, agentes y representantes, dieran un espacio y un hueco a las mujeres. Cuando te encuentras con una realidad así, en la que no solamente tú hayas sufrido discriminación, que es una cosa generalizada y en todos los ámbitos, llegas a la conclusión de que hay que llevar a cabo una acción para evitar que la balanza esté tan descompensada, y así nació Feminajazz. Es más que un festival: proponemos workshops, masterclass, y una serie de actividades paralelas que van todas enfocadas con el mismo objetivo de difundir y apoyar el talento femenino.

– ¿Cómo vives la realidad actual y cuál ha sido tu actitud para enfrentarte a esta situación en el ámbito laboral?

Mal, fatal. Cuando empezó la situación yo estaba en Japón, en enero. Allí fue cuando tuve la primera noticia de que existía el COVID, porque se decía en las noticias que China estaba fatal. Al coger el avión de vuelta pensé que me estaba escapando de algo, como si eso existiese allí y no fuera a existir en ningún sitio más. Me sorprendió mucho que en menos de un mes y medio estuviese Europa infectada. Soy una persona que viaja mucho, por mi profesión y por placer. Mi motivación como gestora cultural es la de establecer puentes de comunicación entre países y culturas distintas. Encontrarme en mi casa con todo cerrado fue bastante duro para mí. Tenía la sensación de que no existía un mañana, ni tenía esas maravillosas posibilidades de intercambio, ni podía empatizar con otra persona cuando la tienes delante. Sin embargo, también me brindó una oportunidad para frenar.

Llevaba un ritmo muy acelerado con el festival y la representación de varios artistas. También estaba en ese momento poniendo en marcha un proyecto personal de una agencia que lleva mi nombre dirigida a productores, distribuidores y artistas de todo tipo, ofreciendo servicios de gestión y de producción. De repente, disponía de tiempo para dedicarle de una manera más tranquila y sosegada. Por una parte, tenía la frustración de no poder estar en comunicación o ver a la gente, y también miedo de pensar que no íbamos a poder volver a salir de aquí… Pero también tenía la posibilidad de respirar, de estar tranquila, algo que me ha sentado fenomenal, y sin duda esa ha sido la parte más positiva.

Feminajazz este año fue un poco desastre porque esperamos hasta el último momento para ponerlo en marcha, debido a esta segunda ola que parecía que no llegaba nunca. Ha sido una desgracia comprobar que el virus ha ido evolucionando y que hemos tenido que cancelar el 90% de las actividades por no poder asumir las. Además, el riesgo es muy grande, sobre todo en la Comunidad de Madrid por el pulso político entre la comunidad y el gobierno. Para nosotras y también para los artistas. De estas cosas siempre sales con grandes lecciones aprendidas, y creo que esta situación de crisis sanitaria nos da un espacio para entender que hay que estar preparados, atentos, sensibles y abiertos para asumir los cambios del día a día con el mejor humor.

– En algunas de las entrevistas que he consultado, indicas la importancia de un festival de jazz que visibilice a las mujeres ¿Por qué razón? ¿Crees que la primera edición de Feminajazz revirtió de alguna manera esa situación? 

Con una primera edición lo único que haces es un poquito de ruido. Para que ocurra algo, necesitas hacer más. Lo bueno de este proyecto es que hay mucha gente que se interesa y se acerca a él. Lo quieren hacer en Dublín, y también lo íbamos a presentar en el Jazz at Lincoln Center de Nueva York. Queremos extender las redes de Feminajazz y hacerlo en otros países o colaborar con otros festivales. Hay productores que me ha preguntado por la realidad de las mujeres que se dedican al jazz en España. Además, formo parte de la plataforma de festivales “Jazz España”, y en la plataforma cuando se habla de estos temas, acuden a mí. Esto hace que una actividad como el festival, que es algo puntual, se convierta en un montón de acciones que repercuten a lo largo del año. En algún momento se notará la incidencia. Nosotros nos vemos con muchas posibilidades.

©Máximo Parpagnoli

– ¿Estimas que existe un mayor número de mujeres cantantes y pianistas? ¿Crees que esto es algo educacional? ¿Piensas que las mujeres suelen tocar instrumentos más “feminizados” porque gozan de una mayor aceptación social?

Sí, es una realidad, y lo hemos expuesto en varias de las charlas que hemos tenido dentro del marco de Feminajazz. Es un estudio que también llevamos a cabo en los festivales. De las mujeres que estaban programadas en los festivales en el mundo, un 70% eran vocalistas y un 30% eran instrumentistas. En Francia se realizó un estudio más pormenorizado sobre cuántas alumnas tienen los conservatorios y a qué instrumento se suelen dedicar, y resulto ser un porcentaje más elevado; no tanto en el proceso académico, pero sí en el desarrollo profesional. Hay un momento en que las mujeres paran su desarrollo profesional, o siguen como vocalistas.

Podríamos decir que el patriarcado tiene una manera de cosificar a la mujer detrás de un micrófono, y dejar el virtuosismo y el manejo de un instrumento a los hombres. La verdad es que el manejo de la voz también requiere de una formación muy rigurosa. Sin rebajar  a las vocalistas o instrumentistas, digamos que la relación que existe en el mercado y en la industria del jazz indica que hay más vocalistas que instrumentistas; lo que no quiere decir que no haya instrumentistas muy potentes en las generaciones más jóvenes. Tenemos a Andrea Motis o a María Toro, así como grandísimas vocalistas que se merecen nuestros aplausos.

– Algo que me sorprendió de un estudio que leí de Lucy Green fue relativo a la plantilla de alumnas en los conservatorios, que era incluso mayor que la de alumnos.

Se han estudiado distintos factores en torno a ese tema. Unos son los condicionamientos sociales, otros los condicionamientos profesionales, los familiares, y también está la cuestión de los referentes. Si dices que quieres estudiar fagot, ¿a cuántas fagotistas conoces a las que les haya ido bien la carrera? Y encima, cuando terminas la carrera, te echas un novio y te quedas embarazada.  Y la conciliación familiar no es nada fácil con una carrera profesional. Muchas compañeras o artistas con las que he hablado me comentan lo complicado que es salir de gira con dos niños. Imagínate a un padre que hace lo mismo. Son situaciones que ahora mismo se hacen muy extrañas.

En el norte de Europa están un poco más avanzados. Hay festivales en los que no se aceptan bandas que no sean paritarias. Me decían algunos programadores que porque tenían que programar mujeres si, según ellos, no están a la altura. Hay que rascar un poco, seguro que se encuentran cosas. Si no lo hacemos nosotras, no ofrecemos al público esa opción. Precisamente, por esa razón existe Feminajazz, para equilibrar esa balanza. Me encantaría que la política cultural se volviese más paritaria; entonces Feminajazz dejaría de existir.

– ¿El público es mayoritariamente femenino, pero has notado un incremento, o un mayor interés, por parte del público masculino? 

Nos hemos quedado muy sorprendidas con este tema. El público habitual del jazz, por lo datos que conservamos en nuestros registros y los resultados que hemos encontrado en otros estudios sobre estos temas, corroboran que hay una audiencia predominantemente masculina con una edad media de cuarenta y tantos en adelante. En Feminajazz vemos un público que empieza desde los 25 años en adelante, tanto mujeres como hombres, cosa de lo que estamos muy orgullosas.

– ¿Qué obstáculos tuvisteis que sortear durante el proceso de creación de este festival? ¿Contasteis con apoyos, sean privados o institucionales? Recuerdo las salas llenas en la primera edición ¿Fue satisfactoria la acogida en tu opinión?

La verdad es que solamente tengo cosas bonitas que decir de este proyecto, tanto por parte de apoyos institucionales como de organizaciones privadas. Además, el público es la guinda que hace que se te salten las lágrimas. Prácticamente todos los conciertos fueron sold out, y eso fue muy emocionante. No tanto la charla, a la que no fue mucha gente. Hubo cosas positivas de todos los apoyos que recibimos.

– Después de tener que afrontar la cancelación de esta edición ¿Tenéis pensado reprogramar el Feminajazz de aquí a finales de este año, o descartáis definitivamente esa posibilidad? ¿De cara al próximo año, cuales son vuestras perspectivas para volver a programar una nueva edición del festival? 

De cara a final de año no vamos a poder retomar los conciertos. Lo que sí vamos a hacer, es alguna de las actividades que quedaron pendientes en formato online. Es probable que programemos esas actividades de aquí a finales de año, para que no quede una cosa aislada y concentrada en la segunda quincena de octubre. Necesitamos que se estabilice esta situación de cara al año que viene. Nuestra idea es la de seguir con ello, y llevar a cabo una segunda edición. Este año solo pudimos mantener concierto de Noa Lur en el Teatro del Bosque de Móstoles, que nos brindó su apoyo desde el primer momento. María, su directora, quiso seguir hasta el final y llevar a cabo este concierto, que fue maravilloso. No sabemos de momento en qué situacion nos encontraremos el año que viene. Tenemos unos cuantos nombres en la cabeza, aparte de los que se han quedado en el tintero este año. Todavía no podemos decir nada, es muy pronto. El sector de la cultura está siendo muy apaleado por esta crisis sanitaria. Las infraestructuras, empresas y asociaciones, somos pymes muy pequeñitas, que contratamos equipo cuando lo necesitamos. Hay muchos compañeros y compañeras que están cayendo por el camino. Esperemos no caer también nosotras y poder seguir para poder ofrecer una edición maravillosa el año que viene. Esto es lo que hemos hablado Patricia Kraus y yo, que también es productora y directora del festival. Queremos seguir armando mucho ruido.

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