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Flamenco y jazz: el relato de unos amantes muy bien avenidos

Texto: Gilberto Márquez

Absténganse puristas. ¿Un tratado sobre una etiqueta que algunos no la consideran como tal? Por supuesto. Los autores tienen muy claro su enjundia. Lo que no lo está tanto son las fronteras que la delimitan, el porcentaje de hibridación que tiene que existir entre ambos géneros para alcanzar una entidad propia o qué término debe figurar en primer lugar. Aunque, precisamente, el debate que se deposita sobre la mesa es uno de los muchos atractivos que esconden libros como este de Carlos Aguilar y Anita Haas, Flamenco Jazz. Una historia de amor, recientemente editado por Quatermass en fastuoso gran formato, pero bien surtido de datos.

Básicamente -que no es poco- se trata de una historia, nacional e internacional, desde principios del siglo XX, de los nombres y los discos más destacados en este dichoso encuentro entre dos músicas predestinadas, de alguna manera, al diálogo artístico. No obstante, la función más práctica que desempeña es la de catálogo de consulta, muy sustentado en el aspecto gráfico, que deviene en avanzadilla para indagar todavía más en el asunto, ya que se trata de una documentación abierta y susceptible de ser extendida con la suficiente perspectiva temporal. De hecho, se comprueba que la tendencia de las últimas décadas ha sido al alza en cuanto a experimentación sin límites se refiere.

El volumen está estructurado en tres bloques. En el primero, con un carácter más orientado hacia la etnología o la sociología, se exponen varias hipótesis sobre el origen de los vocablos ‘flamenco’ y ‘jazz’ y sus vínculos etimológicos, así como la enumeración de semejanzas y también diferencias entre las dos etnias en las que principalmente se desenvuelven estas sensibilidades musicales: la afroamericana, en Norteamérica, y la gitana, en España. Muchos de estos argumentos ya fueron analizados -si bien aquí se vuelven a plasmar ampliados- por Aguilar y Haas en el también notable Flamenco y cine (Cátedra, 2019). De esta manera, encontramos símiles como el periodo de explosión comercial o el germen dentro de colectivos humildes y marginados como son los antes mencionados. Por otro lado, algunas de las disparidades radican en el dinamismo/estatismo de las propuestas o la introversión/extroversión de cada una de las diferentes realidades sociomusicales estudiadas.

El segundo apartado se adentra en un campo más espinoso: explicar las características estéticas y técnicas que ayudarían a desentrañar cuándo se produce este mestizaje, expresión preferida por los autores en lugar de ‘fusión’. Así, se enumeran y se razona alrededor de conceptos como la voz, los gestos, la improvisación, el ritmo, la melodía, el compás, el soniquete, el swing, el soul o el duende. Un tercer capítulo, mucho más extenso y sobre el que pivota la mayor parte de la información recabada, sirve de recorrido, desde los años 30 hasta la actualidad, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, por los vocalistas, los instrumentistas, las formaciones o los álbumes con diferentes grados de responsabilidad, pero trascendentales, a fin de cuentas, en el desarrollo de este arrebatador cruce de sonidos. El trayecto nos irá descubriendo a pioneros como Negro Aquilino y Fernando Vilches, alias ‘El Profesor’; reafirmará el papel trascendental de iconos del calibre de Pedro Iturralde, Chano Domínguez, Pedro Ojesto, Javier Colina, Jerry González, Chick Corea, el grupo Dolores o el Sexteto de Paco de Lucía, en el que militaron Jorge Pardo, Carles Benavent y Rubem Dantas; y permitirá otear con regocijo el presente y el futuro inmediato gracias al talento de Bandolero, Enriquito, La Negra, Pablo Martín Caminero o Antonio Lizana, por citar sólo a unos pocos. No obstante, se aconseja la inmersión sin prisas en las páginas de Flamenco Jazz. Historia de un amor para deleitarse con la impresionante lista que arroja más allá de esta brevísima selección.

El texto se adereza con una serie de cuadros adicionales que resaltan de manera especial a músicos, productores -como Javier Limón– o discográficas -como Nuevos Medios de Mario Pacheco– entre otros agentes importantes para la consolidación del fenómeno. Igualmente, a modo de apéndices, se incluye una antología de 40 discos ineludibles más otros tres centenares de referencias extras. Vayan haciendo sus apuestas, si bien, son reveladoras ciertas cifras respecto a los trabajos imprescindibles escogidos, ya que sólo 4 de ellos se publicaron entre 1967 y 1989, mientras que los elegidos de este último decenio ascienden a 17, por ejemplo. Asimismo, como se apuntaba, juegan una labor esencial en esta obra las imágenes. El despliegue de archivo es ingente, ya que aparecen casi 700 fotografías -ocupan hasta el índice onomástico-, muchas de ellas inéditas, más de 100 reproducciones de carteles de conciertos y espectáculos varios e, incluso, la incorporación de las portadas, a todo color, de algunos de los ejemplares que componen la detallada bibliografía.

Por lo tanto, estamos ante un impresionante ejercicio de recopilación de hechos excepcionales –artistas y grabaciones, fundamentalmente-, que llegan a conformar la crónica ilustrada de los precedentes, la eclosión y el apogeo del flamenco jazz. Se trata de un nuevo paso adelante en la vasta producción literaria de Anita Haas y Carlos Aguilar, del que asimismo debemos recomendar, por lo que nos concierne y lo que tiene de complemento en este caso, su Cine y jazz (Cátedra, 2013). A la espera de venideras incursiones en esta apasionante mezcla de estilos, pueden hacerse con una copia a través de la tienda virtual de El Flamenco Vive o contactando con el propio Aguilar a través del correo electrónico.

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