Gonzalo del Val: «No se nos quedó nada en el tintero, sino que hicimos un resumen de todo aquello»

Izq. a dcha. Marco Mezquida, Gonzalo del Val & David Mengual ©Carlos Pericás
Izq. a dcha. Marco Mezquida, Gonzalo del Val & David Mengual
©Carlos Pericás

Texto & entrevista: José Valderrama / Fotografías: Carlos Pericás, Aaron Barreiro & Joan Cortes

Recientemente publicamos una reseña del disco Cancionero de Gonzalo del Val trío con la colaboración de Benet Palet y Albert Pla. Hoy os presentamos una entrevista al baterista líder del proyecto, que está recibiendo una celebrada acogida por la crítica, donde nos acercaremos a sus inicios musicales y a la génesis del disco y sus colaboraciones.

Naces en una ciudad relativamente pequeña de Burgos, Miranda de Ebro, y allí empiezas a estudiar música. ¿Cómo recuerdas aquellos inicios en tu educación musical? ¿Ya tenías familiares músicos o cómo nace esta curiosidad?  

En mi caso, fue a través de un tío mío que es batería, que en los años 70 era bastante popular en la zona norte. Desde luego, él me inició en el mundo de la batería, aunque yo empecé con la música antes, con 7 años. También, me afectó mucho el hecho de vivir justo enfrente del conservatorio, donde iba todas las tardes. Solo tenía que cruzar la calle para estar en el conservatorio. Al final, fue un poco una mezcla de todo esto, la influencia familiar que tenía en el instrumento, porque empecé tocando trompeta clásica en el conservatorio, y el aprovechar las tardes en el conservatorio.

¿Por qué este cambio de la trompeta clásica a la batería? 

Empecé con los estudios reglados en aquellos años que solo había clásico, en mi ciudad y en toda España. La trompeta era un instrumento que me gustaba y no me parecía mal. Pero con el tiempo, a medida que iba estudiando música y tenía más contacto con mi tío, empecé a pensar en que lo que yo quería era tocar la batería. Entonces él me dejó su batería y pude empezar a tocar en grupos de pop y rock de mi ciudad, y fue cuando me decanté definitivamente por este instrumento. Fue muy natural ya que tengo relación con la música desde que tengo uso de razón, ya sea por el conservatorio o mis amistades. Cuando ya tenía 14 o 15 años mis amigos eran parte de grupos de música. He trabajo en muchos grupos de pop y de rock, llegué a grabar una disco de heavy metal.

Durante tu formación recibiste varias becas para poder estudiar fuera, no siempre está relacionado el ser un buen músico y ser un buen estudiante. ¿En tu caso fuiste buen estudiante durante tu formación?

Sí, siempre he sido buen estudiante. No te lo voy a negar, tanto en el conservatorio como en el colegio. Me sigo considerando estudiante, sigo estudiando la batería, teniendo ganas de poder sentarme y de comprarme discos nuevos y aprender algo. Nunca he perdido la sensación de ser estudiante, en el sentido positivo de la palabra. Esto es un elemento, que, para mí, tiene que estar en un músico. Al igual que un científico que debe de estar al día constantemente. Así me imagino la profesión de músico, estando constantemente alerta, teniendo ganas de seguir avanzando con su instrumento. Aunque a ti te pueda parecer que no hay más cosas, siempre las hay. A mí me encanta considerarme un gran oyente de música, es algo vital en la profesión, tanto como tener un conocimiento amplio de la tradición de la música de jazz. Aunque también hay que conocer lo que está pasando hoy en día en la música, y por eso estoy constantemente escuchando discos actuales.

Has estado en Madrid, Barcelona, Nueva York y Dublín ¿Qué destacarías de la escena jazzística de cada ciudad en el momento en que estuviste?

Cada ciudad me ha supuesto algo diferente, ya que estuve en diferentes momentos de mi vida. En Madrid estuve de joven en una etapa formativa, al estar muy poquito no pude conocer la escena del jazz como la puedo conocer ahora. Es una ciudad que me encanta y el ambiente que se respira en ella. Hay una escena súper viva y muy creativa, que hace no tantos años no existía con tanta potencia. Cuando me desplacé a Barcelona me topé con la gran escena que conozco, es muy activa y dinámica, con muchas escenas diferentes abarcando muchas corrientes musicales diversas. Al contrario, en Dublín es una escena muy pequeñita. Lógicamente todo tiene relación, Irlanda es un país muy pequeño, una isla, y eso en el fondo se nota en su escena, a pesar de ello es de mucha calidad y con unos músicos increíbles. La diferencia que vi con Barcelona es que Dublín no tenía una escena tan amplia.

Gonzalo del Val trío & Albert Pla
©Aaron Barreiro

En 2019, tras dejar Dublín, te asientas en Barcelona donde fuiste nombrado Jefe de Departamento de Jazz y Música Moderna del Conservatori Superior del Liceu de Barcelona, tras haber sido estudiante y docente en la misma institución. ¿Cómo vives el equilibrio entre la actividad educativa y la experiencia cómo músico activo? Especialmente ante la situación de pandemia actual, en la que las restricciones en la educación musical y los espectáculos han sido tan duras en Cataluña.

Como todos los músicos, la relación que tenía en cuanto a lo pedagógico y a los conciertos era una antes de la pandemia y ahora es otra completamente diferente. Cuando vivía en Dublín tuve el ofrecimiento desde el Liceu para la dirección del departamento de jazz, aunque ya estaba barajando la idea de volver a España. Como bien has dicho, fui alumno y profesor del centro, y la verdad es que es un conservatorio espectacular con unas grandes instalaciones y profesorado. Poder trabajar y estar en contacto con este equipo, formado por algunos de los jazzmens más importantes de la escena nacional, es una maravilla. El compaginar todo esto cuando teníamos conciertos era duro, tenía una actividad concertista muy potente. Sin embargo, a partir de la pandemia el tema de los conciertos ha quedado reducido casi a la nada. En cuanto a las clases, hemos tenido la suerte de poder seguir académicamente y estamos en ello, pero el verdadero drama ha sido en el tema artístico. En los últimos meses casi me he dedicado exclusivamente a la dirección de departamento y a dar clases, aunque evidentemente he podido dedicar tiempo a mi instrumento y a componer cosas. Me afecta mucho el no poder desplazarme al pueblo de al lado para ir al teatro o a un concierto, se ha vuelto ilegal.

Meses antes de iniciar la grabación de Cancionero, realizaste con el trío y la colaboración de Benet Palet una serie de conciertos, pasando por el Jamboree Jazz Club de Barcelona. ¿Fueron estos conciertos un paso previo premeditado a la realización del disco o, por el contrario, el disco es la consecuencia de estos conciertos?

Con el trío llevo tocando desde 2009. Este es nuestro tercer disco, hemos tocado infinidad de veces juntos, y tenemos muchas coincidencias musicales entre nosotros. Soy un gran admirador de la música y del talento de Benet desde que empecé. Recuerdo que cuando compraba mis primeros discos de la escena de jazz de Barcelona siempre intentaba que fueran aquellos en los que estaba Benet. En 2019 David, que conocía mucho a Benet, me comentó que había vuelto a la escena y que estaba disponible para tocar. Le dije que me haría una ilusión terrible tocar con él. Nosotros tres ya tenemos un proyecto definido, quería comprobar que color nos podría dar la colaboración, aunque yo lo veía claramente. Una de las pocas incorporaciones que podría dar al grupo, que podía encajar perfectamente con nuestra idea, era Benet y dijo que sí. Hicimos estos conciertos y el germen del disco se dio en el concierto a cuarteto del Jamboree. Allí asistió el director del sello discográfico Fresh Sounds, Jordi Pujol, le gustó y entonces surgió la idea de grabar el cuarteto en un disco.

En general, Cancionero tiene una cierta atmósfera meditabunda, diferente a la de los anteriores trabajos del trío ¿Crees que ha afectado la presencia de Benet a esto?

Evidentemente, Benet nos ha mostrado su poesía tan nostálgica que tiene tocando, por ponerle palabras a la música, que a veces es un gran error. Nos ha dado ese color, al igual ahora con la trompeta se manifiesta más, pero también los teníamos en los otros discos. Creo que ha sido un color que se ha amplificado de la línea que llevábamos, pero no nos ha llevado a un nuevo terreno.

El álbum hace justicia a su título ya que efectivamente consiste en un cancionero, al ser el compendio de un conjunto de composiciones de autoría diversa. ¿Hay algún hilo conductor en la selección de los temas? ¿Se ha dado entre todos los músicos?

Como te he dicho antes, en el concierto del Jamboree surge la idea de grabar un disco. La selección de temas que llevábamos en aquel concierto es la que hemos grabado. No había ninguna línea determinada, estábamos haciendo un bolo. Lo mismo proponía Marco un tema, que había alguno compuesto por mí o simplemente alguno que lo llevamos al estudio y lo probamos por primera vez. No lleva una línea determinada en cuanto al contenido de temas pues, precisamente, el disco viene definido por el material que estábamos tocando en los conciertos que era propuestos por los cuatro. Todo ello sumado a una pista diferente que grabamos con Albert Pla.

El disco dura unos 50 minutos, aproximadamente, la mitad de lo que dura un pase de un bolo. ¿Se han quedado mucho material fuera o en el directo desarrollabais más los temas?

No se ha quedado ningún material fuera, es más, te diría que en directo tocamos menos temas, porque la sensación de libertad que quizás tenemos en los conciertos no la hemos mostrado en el disco. En mi caso, trato de que los discos no sean conciertos. Son conceptos completamente diferentes. No se nos quedó nada en el tintero, sino que hicimos un resumen de todo aquello.

Gonzalo del Val trío & Benet Palet
©Joan Cortes

Por mi parte, me sorprendió especialmente Lascia la spina. ¿Cómo surge esta revisión?

Me considero un gran oyente, no tengo ningún dogma para escuchar. En este caso este tema surge en una gira con un pianista francés, Pierre de Bethmann, que propuso en un concierto a trío este arreglo del Lascia la spina. Me alucinó como estaba tratado el arreglo, el problema era como encajaría en el cuarteto con trompeta. Finalmente, me encantó como había quedado y así fue la historia.

A título personal, creo que lo más maravillo del jazz es esta capacidad de coger material de cualquier origen y ver lo que surge.

El jazz es el género que siempre se ha atrevido a meter mano al resto, que luego se le ha llamado fusionar. Evidentemente, para mí, siempre hay que hacerlo con mucho respeto y conocimiento de la tradición, teniendo mucho cuidado porque no todo funciona. Por eso te decía que tenía muchas dudas de como hacer este arreglo en cuarteto, cuando estaba pensado para trío. La verdad es que funciona, a mí parece que está muy bien y el solo de Benet en este tema es grandioso.

En la última pista, Que nadie sepa mi sufrir colabora el cantautor catalán Albert Pla. ¿Cómo nace esta colaboración?

Tenemos amigos en común muy cercanos, además de que nos conocemos personalmente. Siempre hemos hablado de hacer algo juntos. Es cierto que en los conciertos ya íbamos tocando este tema a trío, lo había propuesto Marco. Al final pensé que era un tema que molaría que lo cantara Albert, por el espíritu y la letra que tiene. Cuando llegó el momento de la grabación del disco, le propuse a Jordi Pujol para grabar en el estudio 44.1 de Girona, siempre me ha gustado grabar allí. Sabía que Albert vivía cerca del estudio, le comenté si le apetecía venir, le encantó la idea y el tema. Se acercó una mañana y lo grabamos.

Por último, ya hay algunas fechas cerradas. Pero ¿Qué tal se plantea el recorrido por los escenarios en los siguientes meses?  

A pesar de las dificultades que estamos viviendo, el disco ha tenido mucho reconocimiento. El último ha sido el premio ENDERROCK al mejor disco de jazz según la crítica. Esto va a ayudar a los meses que vienen para los conciertos. Ya tenemos presentaciones de discos en Burgos, Bilbao, Terrassa, Huesca y en verano, que tengo una gran ilusión, me han llamado del Festival de Jazz de Vitoria, y lo presentaremos allí también. Está funcionando muy bien, los reconocimientos han sido muchos y hay mucha gente interesada en que vayamos a presentarlo, esperemos que todo mejore.

Al igual que Gonzalo, esperamos a que todo mejore y podamos asistir tan pronto como sea posible a las presentaciones de Cancionero. Siempre es un placer acercarse al músico y al creador, ya que termina por ser la guinda del pastel que cierra el mundo sonoro que se abre ante nosotros con un play. Estaremos más que atentos de ver si la colaboración entre Gonzalo del Val trio y Benet Palet se repite, pues sin duda ha sido un gran acierto.

Puedes escuchar y conseguir una copia de este álbum pinchando este enlace

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