María Parra: ‘La sensibilidad siempre está en el arte y no conoce de géneros’

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Texto & entrevista: Rosa García

La pianista María Parra acaba de sacar su nuevo disco Visión, compuesto íntegramente por temas de composición propia. Se trata de un proyecto a piano solo plagado de influencias musicales de diferentes estilos, así como de sugerentes evocaciones a imágenes de la naturaleza. Su inagotable creatividad, así como su maravilloso estilo compositivo, se plasman en esta interesante entrevista en la que nos ilustra acerca de esta innovadora propuesta.

– Tienes una larga trayectoria como pianista, así como una formación impresionante. ¿Siempre supiste que querías tocar el piano? ¿Cómo te acercaste a este instrumento y a los géneros que hoy en día interpretas?

Me acerqué a la música aún en la cuna. Tuve la gran suerte de tener un padre que era pintor y le encantaba tener música sonando todo el día. Música de cualquier tipo, aunque la clásica era tal vez el núcleo predominante. Había flamenco, canción de autor… Así que, desde muy pequeña, el hilo musical era constante desde que me levantaba hasta que me acostaba. La música forma parte de mi ADN. Yo era una niña muy movida, me pasaba el día bailando y cantando muy bien, y claro, un día mi madre me pregunto: ¿tú querrías aprender música? Otro día, que si quería bailar… Y le decía a todo que sí. Estaba llena de energía y mucha creatividad, de lo que mi madre se dio cuenta.

En cuanto al piano, mi abuela vivía en el medio rural, y había ido a parar en su casa del pueblo un piano muy desvencijado que adquirió mi tío por un precio de risa. Ella lo tenía allí como un santuario, cerrado con llave para que no lo estropeasen los nietos. Y yo, que tenía muy buena relación con ella, con solo 7 años, le pedí que me abriera y lo hizo; solía entrar sobre las cuatro de la tarde y no salía hasta la hora de cenar. Ese fue mi primer flechazo con el piano, con la música, como ya te he comentado, fue mucho antes. Me acuerdo de que creaba mis propias músicas. Fue mi madre la que vio que debería aprender y fui al Conservatorio de Tarragona, que era donde yo vivía desde niña. Nunca dudé de que la música fuera mi vocación. Luego, claro, la vida del profesional es mucho más dura que la de la niña que empieza. Las dudas vinieron mucho después.

– Fuiste la impulsora y fundadora de los festivales Bouquet Festival y el Vermusic de Reus, profesora en conservatorios de música, pianista profesional, compositora… ¿Cómo has sido capaz de compaginar todas esas actividades profesionales con el estudio personal y con tener una familia?

Creo que la energía motora siempre son las ganas. En mi caso, no hay nada forzado. Siempre he deseado trazar mi propio camino. Obviamente es importante la organización. Otras veces es la casualidad: así surgieron los festivales. Me encontraba haciendo unas visitas guiadas en Tarragona, y la persona que contaba conmigo, me comentó  que un día determinado tendría lugar un crucero, en el que habría un concierto y dispondrían de un piano. Se me ocurrió la idea de organizar un concierto por la mañana, que era el único momento del día que se podía hacer. Ese fue el detonante para organizar un festival de música en lugares bonitos de Tarragona; propusimos a los músicos ir a taquilla y organizamos un ciclo de 8 conciertos en 2013 que llamamos Bouquet Festival. Fue un todo un éxito, mejorando cada año y pagándose al final a caché. Y el Vermusic fue un poco un clon pero en Reus, maridando patrimonio, música ecléctica, gastronomía… Aunque al final se quedó sólo en Vermut.

Lo importante es la organización diaria; Estoy todo el día trabajando. Gestiono mí tiempo y mis hijas saben que soy una locura de madre. Al final creo que les he inculcado eso, una manera de vivir.

– En relación con la anterior pregunta, algo que me sorprende mucho es cómo, teniendo relativa estabilidad en tu trabajo en el mundo “clásico” debido a tu éxito profesional; tú has decidido seguir desarrollando tu creatividad, crear nuevos proyectos, componer, asimilar nuevas influencias musicales. ¿De qué manera ha influenciado esto tu disco, siendo el primero con temas exclusivamente compuestos por ti?

La música clásica, tal y como la he vivido, ha estado presente desde mi más tierna infancia. Al llegar la adolescencia, descubro tarde el rock, el pop, y otras músicas más populares. En mi casa todo era más elitista. En ese momento surge una primera crisis en la que vi que los estudios clásicos empezaban a ser muy tediosos, muy áridos, donde todo pasaba debido a algo preestablecido, un componente tradicional, con límites estrictos y sin capacidad para aportar nada personal. Me planteé una formación diferente y fue en el Taller de Músics de Barcelona donde inicié mis estudios e intenté ver si era compatible compaginar los dos estilos, clásico y jazz. Ambos estudios siendo muy exigentes, me encontré frente a un dilema. Finalmente, me dediqué a la clásica porque me di cuenta de que para cualquier proyecto musical era necesario un buen dominio del instrumento, y la clásica, debido a una rigurosa disciplina y la búsqueda constante de la perfección técnica, lo ofrecía. Contiene ese purismo beneficioso que desemboca en un profundo conocimiento del instrumento. La clásica te enseña rigor y perfección.

Entretanto, solicite una beca para irme a Nueva York a estudiar jazz pero no me la concedieron. Fue entonces cuando surgió la oportunidad de irme a París a seguir con mis estudios clásicos y aparqué temporalmente la parte jazzística. También es cierto que eran mundos opuestos: uno es el mundo de la noche y el otro el de madrugar y machacar. Dejé la parte de la creatividad y el jazz para mí misma. Al final, la vida te enfrenta a la realidad de que no existe una parte sin la otra. Con los conocimientos adquiridos del piano como instrumento tengo todas las herramientas para crear, que es lo que más me gusta. Puedo crear con un sustrato clásico, con sonoridades y técnicas; y con influencias de otras músicas. Sin embargo, no se puede decir que sea un estilo determinado: Contiene algo de pop, de jazz, de clásico… Pero todo pasa por el filtro de María Parra directamente a mi piano.

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– ¿De qué manera crees que ha afectado tu condición de mujer a tu carrera profesional? ¿Te has encontrado con obstáculos en diferentes etapas de tu vida, como en la formación, o a la hora de conseguir contratos; así como diferentes momentos de discriminación en el mundo profesional…? ¿Crees que tus demonios interiores han jugado un papel importante en la música? ¿De qué manera crees que te ha ayudado (o no) la música a tu propio crecimiento personal?

Sí, en diferentes ámbitos y en diferentes momentos. Muy joven, en Francia me encontré con chicos de mi edad que me decían que para tocar Brahms, Beethoven o esos compositores que son muy impetuosos, se necesita tener lo que hay que tener para ser hombre. Había prejuicios en que lo femenino tiene que ver con una sensibilidad pusilánime y que para interpretar compositores masculinos con una potencia y un vigor determinado, se necesita ser un hombre. Yo no lo veía así: de la misma manera que hay hombres muy sensibles y tocan música muy sensible. La sensibilidad siempre está en el arte y no conoce de géneros. Cuando alguien se enteró de que era madre, fue diciendo que “ser madre es incompatible con la carrera artística”. Desgraciadamente no son pocas las personas que conservan la imagen de su propia madre delante de los fogones todo el día, y son incapaces de ver más allá. Y así en múltiples ocasiones.

Afortunadamente, esa manera de pensar ha ido cambiando hasta normalizar el hecho de ser mujer, de ser madre y de ser profesional… Sacamos una varita mágica y lo podemos hacer todo a la vez, porque hay una parte de la maternidad que es más complicada en la mujer. Aún así, es una fuente de energía y de motivación. Cuando me encontré en situaciones duras que desembocaron en divorcio, dudaba si estaba siendo una buena madre. Pero lo cierto es que tú le das el ejemplo de lo que tú eres a tus hijos, no te lo tienes que inventar. Si eres una persona que está todo el día sentada delante de un piano, dándole a unas teclas y tus hijos te ven feliz, entonces ellos lo asumirán con total normalidad A mí me han molestado mucho ese tipo de situaciones. En el ámbito masculino es común que te critiquen porque les desborda tu capacidad de llevar a cabo varias tareas. Debes de poner doble o triple ímpetu para no dudar de que tienes todo el derecho de seguir adelante con todo lo que te propongas.

– Este es tu tercer trabajo discográfico en el mercado y ha sido publicado por el sello Warner Music Spain. ¿Cómo has terminado en este sello? ¿De qué manera afecta el sello con el que trabajas a tu música?

Empecé con mi producción discográfica bastante tarde porque no sabía cómo hacerlo. Vengo de una ciudad como Tarragona, donde no había ningún referente, donde los artistas locales publicaban sus trabajos discográficos ellos mismos. Decidí entonces grabar en casa y, contando con el apoyo del sello de la asociació de músics de Tarragona, saqué mi primer disco. Llegué a Madrid con el disco bajo el brazo: lo presenté en la tienda La Quinta de Mahler pero me dijeron que con ese disco no podían hacer nada. Me recomendaron enfocarlo de otra manera, más profesional…. Y eso hice. Así publiqué mi primero y mi segundo disco.

Con un trabajo tan personal, decidí dirigirme a las tres grandes compañías discográficas: Universal, Warner y Sony. Mientras seguía componiendo y creyendo firmemente en mi propuesta, surgió la multinacional Warner Music con los que hablé de forma muy clara y sin pedir nada, simplemente que me acogiesen. Lo puse tan fácil que aceptaron mi propuesta. No me veía otra vez en un sello independiente. Deseaba encontrar las mejores oportunidades para poder distribuir mi disco.

– Algo que me ha dado mucha curiosidad desde que escuché tu disco por primera vez ha sido la importancia de las imágenes o de la metáfora visual. Casi todos los títulos del trabajo (Nenúfares Bis, Rocío de la mañana, Amanecer…) evocan imágenes de la naturaleza. ¿Nos puedes hablar sobre esto y sobre tu proceso de creación?

Es un trabajo muy personal. Hace poco leí una entrevista de Yuja Wang y le preguntaba qué era para ella el piano, a lo que contestaba que para ella era similar a ser actriz e interpretaba papeles y personalidades diferentes para expresar la música. En cambio, yo no quiero interpretar papeles, bastante faena tengo con ser yo misma. Interpretar otras personalidades y adentrarte en la época de otra persona para tocar la música que ideó me resulta extremadamente pesado… En cambio, deseo transmitir un universo propio y por lo tanto no necesito presentarme bajo otro aspecto que no sea el mío y el que trasciende en mi obra. Hay muchas influencias que para mí han sido muy importantes, como por ejemplo, el Impresionismo francés, que es una época en la que convive perfectamente lo musical con lo pictórico. Hay música que se puede ver y pintura que se puede escuchar, y cuando las pones en paralelo, conviven perfectamente.

Sentía la necesidad de crear una película sonora donde el oyente pudiese encontrar un universo visual propio. Como cuando lees un libro y te describen lugares y demás, creas tu propia película. Como la música, sutil e invisible… Mi mayor deseo es llegar al público a través de un universo imaginario que permita ilustrar la música. La naturaleza es fundamental, y de ella saco mucha de la energía que tengo.

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– ¿Prefieres presentar un trabajo discográfico con las obras que tú compones o con las obras de otros compositores? ¿De qué manera afecta esto a tu carrera como compositora e intérprete profesional?

Cuando interpretas música ajena, resulta que existe una especie de “autoridad” para juzgar si lo estás haciendo bien o lo estás haciendo mal. Yo misma les doy un giro diferente a mis obras porque tienen múltiples prismas. Sin embargo, hay diez mil controversias de si Bach se toca con pedal, sin pedal, con legato… Es el problema de la clásica. Existe un criterio básico, tradicional, pero luego te pierdes en otros detalles.

Mi padre me reprochaba que me pasara la vida tocando la música de otros, que en definitiva solo estaba reproduciendo. Entonces me decía: “yo si quiero oírme las sinfonías de Beethoven, me voy a la Fnac y me las compro, seguro que todas están bien”. Te puedes dedicar a comparar obras, pero al final acabas escuchando la misma obra tocada por distintos intérpretes. Lo que es inmortal es la obra de ese autor. Para mí es mucho más gratificante tocar mi obra y no meterme en un terreno en el que todo el mundo tiene criterio para decir qué vale y qué no.

– Incorporas diferentes influencias estéticas en tus composiciones, como el jazz, el folk, el flamenco y la música clásica. ¿De qué manera las integras para lograr una mezcla tan equilibrada y personal?

Surge de forma natural. Cuando me pongo a componer, todo es muy intuitivo. Pongo las manos en el piano y empiezo a improvisar. Entonces, voy detectando hacia dónde va la pieza, y depende de mí que de aquella improvisación surja un núcleo y empiece a tirar del hilo hasta acabar siendo una pieza. Determino que influencia va a predominar si desde ese germen he encontrado un significado y decido desarrollarlo.

– Por lo que he podido escuchar, entiendo que hay una constante a lo largo de todo este entramado musical, y es la pulsación presente en las canciones del disco, ese perpetuum mobile. Otras obras tuyas como Il pleut sur Paris o Martha Tango, por ejemplo, de trabajos anteriores, se presentan más estáticas y con más espacio. ¿Por qué has tomado esa decisión de dinamismo? ¿Es parte del propio concepto del trabajo?

Es la propia evolución. Los dos primeros temas que incluí tímidamente en mis trabajos clásicos son las primerísimas obras que compuse. Son más estáticos porque no sabía tampoco cómo desarrollar los temas, no quería que se fueran por las ramas. Pero en este último disco me he quitado el corsé para que todo fluya. Me he dado cuenta de que muchas veces nosotros nos autoimponemos limitaciones, y cuando nos liberamos, es importante destacar cómo surge el movimiento… Ahora dispongo de material para otro disco, porque he estado componiendo, y siento que va más allá, es más dinámico. Cada pieza tiene vida propia. Es fluir y evolucionar; así es la vida. Si te paralizas por el miedo, por los prejuicios, por el qué dirán… Entonces no avanzas y estás bloqueada. El ritmo de mi vida, musicalmente hablando, lo marcan mis influencias. En mi opinión, lo más auténtico es poder reconocerse en algo que sea un reflejo vivencial de tus experiencias.

– ¿Nos puedes contar algo más sobre la “Suite Granada” y sobre las canciones Olvido y Miradas al sur? Nos gustaría saber sobre tu relación con el flamenco y de qué manera integras esa estética en tus composiciones. ¿Qué pretendías al crear esta suite?

La primera de todas fue Miradas al Sur. Le tengo mucho cariño. Surgió jugueteando, quería hacer algo más jazzístico, y pensé en darle también un aire flamenco. Al empezar a transcribirla, esa noche del 24 al 25 de febrero, soñé que Paco de Lucía me visitaba. Al día siguiente, oí en los informativos que había fallecido. Le dediqué a Paco de Lucía esa canción y ahí se quedó. El 12 de octubre, la canción fue acogida por el programa Ventana del Ministerio de Asuntos exteriores y por la AEICD, llegando a todo el mundo, y en ese momento pensé:»tal vez Paco ya lo sabía…».

Luego está Olvido, que compuse hace un año o así. Transmite esa necesidad de no olvidar ese patrimonio que posees tanto personal como cultural. España es un país muy rico en historia, sea la época romana, visigoda… La España Sefardí, Al-Ándalus dejan una riqueza y un legado cultural impresionante… Tengo un 25% de sangre granadina, estudié música española con Alicia de Larrocha, el flamenco siempre me ha gustado mucho, siempre he deseado encontrar un lenguaje propio en ese estilo. Tengo dos composiciones en ese palo, y al final decidí componer una suite entera dedicada a Granada. La primera pieza se titula Rocío de la mañana, que hace referencia al inicio del día en Granada, luego viene Amanecer, le sigue Atardecer , cerrando con Alhambra, ese momento en el que aparece la luz dorada del crepúsculo.

¿Puedes hablarnos de tus futuros proyectos?

Protagonizo una película en la que me interpreto a mí misma y donde también interpreto mi propia música. Teníamos intención de presentarla en festivales este año pero desgraciadamente no se pudo. Se titula Venus, y eso es todo lo que puedo decir de momento. También tengo el proyecto con el Ministerio de Asuntos Exteriores y la AECID. En Twitter se comparte mi música en las embajadas española repartidas por todo mundo, y eso es muy gratificante.

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