Las Noches del Botánico – Pat Metheny, una tormenta perfecta de dos horas y media

Texto: Federico Ocaña / Fotografías: Víctor Moreno & Las Noches del Botanico #NDB2022

Pat Metheny salió solo al escenario ante un público desconcentrado que aún buscaba su sitio en las gradas de Las Noches del Botánico. Se creó un contexto propicio para la leyenda: reivindicarse en soledad, ganarse al público sin efectos especiales, sin aditivos, comenzar a bocajarro, con una puntualidad tan previsible como insoportable climatológicamente (más de treinta grados, marcaba el termómetro al comienzo del espectáculo), comenzar con lo que podía haber sido una propina.

Metheny abrió el pulso contra el tiempo con una interpretación libre con su guitarra Pikasso, 42 cuerdas y 4 mástiles al servicio de la belleza, acompañándose a sí mismo, con los grillos del Botánico en stereo en los momentos de más calma.

Es la puerta de acceso que ha elegido Metheny para su último proyecto, Side-Eye, del que han podido disfrutar en los últimos días las ciudades de Zaragoza, Vigo, Madrid, Sevilla, Barcelona y Valencia, con las que ha cerrado un tour de dos meses por casi cuarenta urbes europeas. La naturaleza del proyecto le permite recorrer no sólo espacios, también épocas y álbumes pretéritos y ya de paso actualizarlos. “So May It Secretly Begin” supone el comienzo de este recorrido temporal. Por otra parte, el objetivo del guitarrista de Missouri es dar la alternativa a músicos jóvenes y dar a conocer su talento al gran público: con Chris Fishman, teclista de 25 años, y Joe Dyson, batería de 32, el primer punto está cumplido.

Ya con el trío ya sobre el escenario, Fishman y Dyson se encargan del segundo punto por ellos mismos. Metheny se pone de pie para recibirlos y ejecutar lo que resta de concierto, con Dyson, muy pegado a las figuras y acentos de su fraseo. La intensidad crece en “Bright Size Life”, donde Fishman llega a emplear los tres teclados a su disposición mientras Metheny acompaña sus solos – lo hará durante toda la noche. En “Better Days Ahead” y “Timeline” arraiga esa intensidad en los tres músicos, incluyendo a un Dyson, en principio discreto, que se anima con Timeline. Sigue un carrusel de temas clásicos de Metheny, como los temas más lentos “Always and Forever”, “When We Were Free”, “Farmer’s Trust”, casi un soliloquio lírico que nos recuerda al comienzo del concierto, o más clásicos incluso, como “Jaco”, con un diálogo exquisito entre los miembros del trío.

Mientras Fishman alterna órgano y teclados y la guitarra 175 deja paso a la roland, luego nylon, de vuelta a la 175, luego de nuevo roland y nylon, el estilo bascula de un concepto moderno de blues al latín jazz, del pop al bop, eclecticismo a partir del cual Metheny ha construido su sello propio. Como buen líder y padrino, se permitió incluso dar descanso, proteger a sus músicos, en dos temas de combinación imposible fuera de la interpretación en vivo: “Phase Dance” y “Trigonometry”, el primero a dúo con el teclado y el segundo con la batería. Es en este formato aún más reducido cuando los jóvenes exprimen sus cualidades y entregan al público una variedad que no había mostrado: el pianista, más explosivo, aporta en esta ocasión un virtuosismo menos barroco que en otras fases del concierto pero igualmente brillante (el público no aplaude su solo, ¿quizá por su espectacularidad?); Dyson, un abanico complejo de recursos que nos hacen olvidarnos del compás, transitando del tempo de vals al rock, alternando golpes violentos con una repentina suavidad.

Cuando acaba el concierto, Metheny lo ha hecho absolutamente todo con todos los temas y, lo que es más importante, ha arrastrado a sus pupilos al mismo nivel de exigencia, asegurando el relevo generacional, para lo cual deberán reformular los saltos en el tiempo en la discografía de Patrick Metheny y forjar la suya propia. Tendrán difícil igualar el talento y la energía de este tornado que, recontamos cuando acaba el concierto, dos horas y media después, solo se ha separado de su instrumento durante un minuto.

Talento y energía, tornado mutado en guitarrista, Metheny se resiste a abandonar: aún quedan cuatro o cinco bises, el público, ahora sí, entregado al Side Eye, pierde la cuenta. Metheny vuelve a instalar la noche en su huracán de cambio y transformación: de un solo que comienza a ser tímidamente acompañado hacia la mitad del tema, a “It Starts When We Disappear”, “Are You Going With Me” y “Song for Bilbao”. Si la actuación comenzó con lo que parecía una propina, Metheny acaba en plena efervescencia, en pleno ojo del huracán. Pareciera como, si por él y por el público fuera, se pudiera prolongar aún más el concierto.

Pero más que en dos horas, el concierto transcurre en dos tramos, dos noches, porque las agujas del reloj pasan de las doce. Metheny sale del escenario reforzando el papel de sus secundarios en esta ocasión, Fishman y Dyson, convenciendo a los escépticos, reafirmando su leyenda ante sus incondicionales. Todo ello, gracias a una tormenta perfecta dentro de cada tema y en su repertorio en general.

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1 comentario en «Las Noches del Botánico – Pat Metheny, una tormenta perfecta de dos horas y media»

  1. Opinar para menoscabar a un gran artista, increíble.
    Súbete tu a un escenario a tocar»opinologo»
    Para Metheny es marca registrada. Grande Maestro del Jazz Mundial.

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