Resolution 88: cazadores de talento

Resolution 88 fotografiados en el Jamboree Jazz Club de Barcelona el día anterior por Gemma Sagarra
Resolution 88 fotografiados en el Jamboree Jazz Club de Barcelona el día anterior

Los británicos Resolution 88 presenta su tercer trabajo discográfico «Revolutions» en la Sala Clamores de Madrid . 

Texto: Juan Ramón Rodríguez / Fotografía: Gemma Sagarra

Resolution 88 fotografiados en el Jamboree Jazz Club de Barcelona el día anterior

Resulta interesante constatar la evolución de los grupos actuales de jazz. Más aún si la juventud de sus miembros es palpable. Parece estar en sus manos una presión innecesaria. Aquella de revitalizar un género que no pasa por sus mejores días para algunos. Varias cualidades destacan. Hay ambición y desparpajo en las tablas. Complementan técnica con serias aptitudes al instrumento. La conclusión suele ser positiva. Señal de calidad en la mayoría de casos. Siempre con un mínimo denuedo de sorpresa. El eclecticismo de la propuesta puede jugar un papel relevante. Sobre todo en unos tiempos donde predomina la música popular.         

La Sala Clamores lustra sus zapatos de baile en una noche de funk. Resolution 88, revelación británica, ejercen de maestros de ceremonia. No es su primera vez en el templo madrileño. Esta vez juegan con mejores cartas. Presentan Revolutions, su tercer disco. La banda comandada por el teclista Tom O’ Grady genera expectación. Impone su Fender Rhodes en un escenario listo para el ataque. Acompañan Rick Elsworth en la batería, Alex Hitchcock al saxofón tenor, Tiago Coimbra al bajo y Oli Blake a la percusión. Su distribución recuerda a The Headhunters. Las comparaciones con la orquesta de Hancock son constantes.   

Comienzan Resolution 88 con “Broken Beat”, corte del homónimo debut. Los compases iniciales definen un estilo firme. La sección rítmica trabaja con auténtica precisión. El groove inunda el local. Sobresalen Tom y Rick con un singular contraste. El primero aporta finura, un inusitado lirismo en clave funk. El batería, por otro lado, es absoluta garra e ímpetu. Las influencias parecen claras en este sentido. Vuelven a la palestra los mencionados Headhunters. El recuerdo es para intérpretes de fusión setentera como Return to Forever o el Donald Byrd de Ethiopian Knights. Perfila Oli con un admirable trabajo de congas.   

Resolution 88 se sugieren más desinhibidos. O’Grady da las gracias a los presentes. Anuncia “Pitching Up”, apertura de su último registro. Un tema con aromas a On the Corner. Hitchcock enlaza líneas pentatónicas sin espacio para brillar. El viento metal parece relegado a cotas subalternas. No así el teclado, claro protagonista de la velada. Alterna clavinet con especial soltura. Sorprenden con una coda más próxima al rock progresivo. Los pies no dejan de moverse. El público aplaude las filigranas con manifiesto gesto de disfrute. Se intuyen algunos tímidos bailes. Los artistas se muestran partícipes y disfrutan con cada nota. 

“Sample Hunter” surge como homenaje a los artesanos del muestreo musical. La canción es trasladada al directo sin los arreglos de cuerda incluidos en la versión de estudio. No obstante, el esfuerzo es plausible. Hitchcock retoma la pentatónica con un solo a galope junto al bajo. Recoge el testigo O’Grady con sonidos marca Keith Jarrett. Hay hueco para el hip hop en el concierto. “Dig Deep” cuenta con letra de Marcus Tenney. Sin embargo, la voz suena pregrabada mientras los demás tocan. No da la mejor de las impresiones. Por suerte, los espectadores parecen no darle mayor importancia.  

Revolutions es revisado casi en su totalidad. También es turno de sus lanzamientos de 2014 y 2016, respectivamente. “Doin’ It” suena fresco y desenfadado. No reviste mayor complejidad. La balanza se inclina más por un funk sin condimentos cercano a la psicodelia. Alex y O’ Grady comparten protagonismo. Coimbra se desmelena con una buena exibición de slap. Constituye un buen síntoma no hablar de la labor del bajista. Lo cual no significa que pase desapercibido. Engrasa al resto de compañeros y apunta definición rítmica, elemento capital. Con el espectáculo en el bolsillo, las gratificaciones no se hacen de rogar. 

Resolution 88 gasta sus últimas balas. “Live Wire” se corresponde con su primer sencillo. Una cadencia latina embriagadora obsequio de Oli Blake. No tiene nada que envidiar a sabios del oficio como Arto Moreira o James Mtume. Con un pegadizo riff, O’ Grady demuestra conocer de memoria cada segundo de su discoteca. Vuelan las corcheas. Suben y bajan por un terraplen de virtuosismo. No puede evitar el teclista asentir fruto de alguna floritura. Sus muecas delatan desafío. Quiere cerrar el recital de la mejor manera posible. Queda un as bajo la manga. Tal vez un par de ellos. 

“Taking Off” es un número aislado de Afterglow. Repite el anterior enfoque. Más atrayente es “Warped Memories”, final de Revolutions. La unión más certera a la música londinense de club. Una melancólica base de un trip hop acústico. El Fender se torna cautivador. Cosecha postreros vítores y espanta las tinieblas de la pasada estancia en Madrid. Resolution 88 exhiben en una cortísima hora el crisol definitivo de facultades. Ya sin fantasmas en el camino, sólo queda escalar hacia la cima. Con el talento por bandera, cualquier cosa es insultantemente asequible. La pieza más difícil de cazar. No todos lo logran. 

 

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