Telewawachi Kilili: Tradición y modernidad

Texto: David «Dr. Decker» Vilches / Fotografías: Cortesía de Telewawachi Kilili

Tras varios intentos infructuosos debido a los rigores del confinamiento, consigo encontrarme con tres de los ocho integrantes de Telewawachi Kilili, la formación barcelonesa que firma “Otus Scops”. En un ático del barrio de Poble Sec, comparto café y reflexiones con Naná Rovira (clarinete bajo), Isaac Varga (guitarra) y Finn McLafferty (voz y teclados).

¿Cómo empieza a gestarse Telewawachi Kilili?

Isaac: Veníamos de otras formaciones pero ya empezábamos a hacer cosas juntos, y un día en un concierto se nos ocurrió hacer una versión de Mulatu Astatke. Por cuestiones de repertorio quisimos abrirnos un poco, y al hacer este tema pensamos: “esto está bien, no ha salido mal”. A los pocos días ya estábamos en ello.

Pero escuchando el disco parece que lo tenéis muy integrado, como si ya formara parte de vuestro ADN. ¿Habéis viajado a Etiopía o habéis podido ver en directo a alguno de los grandes artistas del género?

Finn: Yo he visto a Mulatu y a Hailu Mergia; a Mulatu lo ví hace años con los Heliocentrics cuando pasaron por Glasgow en 2010 y quedé impresionado. Ya conocía a Mulatu, como muchos de nosotros, que creó que entramos en esto por él y por la serie de discos Ethiopiques. En cuanto alguien mencionó el ethiojazz empezaron a sonar teléfonos. Ya lo teníamos un poco integrado por la escucha.

Isaac: Fue un primer año y luego vino Naná. Nos juntábamos en una carpintería y a partir de ahí empezamos a hacer indagaciones y transcribir canciones que nos gustaban.

Finn: Empezamos a estudiar los diferentes kinit, que son las escalas pentatónicas…

Naná: Hay un gran trabajo de investigación. En mi caso me incorporé más tarde. Buscaban un barítono, pero no lo encontraban. Soy amiga de algún componente del grupo y me llamaron para que entrara con el clarinete bajo. Conocía el ethiojazz por Mulatu, por la peli de Jim Jarmusch, Broken Flowers, y porqué me gusta toda la música africana; he tocado mucho jazz y free jazz sudafricano, lo conozco bien.

Finn: Por otra parte, nos hemos dado cuenta de que queremos ir más allá del ethiojazz, una vez que entras y te pones a escuchar música etíope uno ve que Etiopía es una constelación de músicas y de etnias, y que el ethiojazz en cierto sentido ni siquiera es etíope, nosotros no lo consideramos música etíope; es algo que surgió a partir de una música que se tocaba en los 60 y 70, que salió de Etiopía pero que se gestó fuera del país. Cuando llegó el Derg (comunismo totalitario que derrocó a Haile Selassie en 1974) cortaron por lo sano y esto se acabó, y lo que había se siguió gestando fuera, en el Reino Unido y EEUU con Mulatu, así que no lo consideramos música etíope. Cuando quisimos indagar un poco en la música etíope, en los knit, en las escalas, en los ritmos…vimos que existía la región del Tigray con su idioma y su cultura musical, la música Oromo, Ahmara, el Ambassel (escalas pentatónicas utilizadas en las regiones de Gonder y Wollo)

De hecho, supongo que sabéis que lo que conocemos como música etíope tiene raíces armenias…

Finn: La conexión con armenia es tremenda y también el nexo con Jerusalén. Ahora estamos escuchando mucho a la gran pianista Mariam Geblu.

Me gustaría que comentarais un poco más el tema de las escalas pentatónicas. Imagino que tenéis formación musical, porque para meterse en ese mundo y hacer esa transcripción no debe ser nada fácil, es como otro lenguaje musical…

Naná: Si, a mi es lo que más me ha gustado desde el principio respecto a esta música. Son otros colores, y dentro de que tiene toda la onda afro – el groove, el ritmo…-  las escalas pentatónicas que utilizan en Etiopía tienen un color completamente particular, sabes que son etíopes. Igual se utilizan en otros lugares del mundo, pero son muy características de allí, no se utilizan ni en Nigeria ni en Senegal. Y son pentatónicas muy sugerentes, las combinaciones de notas, las permutaciones son muy especiales, te encuentras modos enteros que además derivan en otros modos. Hay veces que la tónica es la de esa pentatónica si la ves de una cierta manera, pero si le cambias la fundamental se convierte en otra pentatónica distinta, aunque sean las mismas cinco notas, y lo que sucede es otra cosa. Y cuentan también con la historia de la música africana en general, con las cuartas aumentadas, que es la nota blues por excelencia. Es un modo muy particular que se utiliza mucho; una pentatónica menor pero con cuarta aumentada, quinta justa y séptima mayor, en lugar de séptima menor como haríamos habitualmente en una pentatónica de blues. Son disonancias que lo alucinante es que, por ejemplo el tema este que tenemos de “Addis Abeba Bete”, esta versión está hecha en una pentatónica que tiene dos tritonos…

Finn: que son notas disonantes…

Naná: En la época de los gregorianos el tritono era…

Finn: …demoníaco (risas)

Naná: estaba prohibido. Y es un tema cuyo original es como un James Brown etíope, la gente lo baila y lo canta con una naturalidad impresionante.

Finn: Addis Abeba Bete significa flor maravillosa o preciosa, refiriéndose a la capital de Etiopía. A mucha gente le suena tenso, esos dobles tritonos superpuestos le dan una cierta tensión por resolver porque hay tercera pero no hay quinta convencional. Pero para ellos es una canción de celebración y belleza.

Y eso, vosotros, ¿habéis tenido que escribirlo?

Isaac: La base la escribimos y luego los arreglos, en este caso, los vientos, los hacemos nosotros, son nuestros.

Naná: En este tema hay un tutti final que es un arreglo propio, un tutti de vientos, todos los vientos a una, con pequeñas armonizaciones.

Finn: Es homofónico…

Naná: …pero es nuestro y está llevado a un estilo más “metal”.

Finn: Es lo que te decía, estas escalas lo que nos sugieren a nosotros como europeos es algo más oscuro y agresivo cuando a lo mejor lo descontextualizamos y nos sugiere algo más agresivo, más metalero, y nos sale este giro con la guitarra.

Isaac: Respecto a lo que decía Nana sobre las pentatónicas y todos estos colores que te llegan y los identificas con el cuerno de Africa pero tienen mucho de Armenia y del mundo árabe, sobre todo las voces, las melismas, y eso se puede comparar con el flamenco, ya que cada escala o cada modo de esa escala es como un palo.

Finn: Hay algunas escalas, como la tizita, que a nosotros nos suena muy etíope pero por ejemplo también se utiliza en Japón, es una de las escalas que utilizan cuando afinan el koto o jushichigen, usan una escala que nosotros llamamos pentatónica menor o pentatónica japonesa, que también se encuentra en el ethiojazz. Y otra escala inusual es un modo del ambassel que suena muy parecido al gamelan indonesio.

Lo curioso es que son solamente cinco notas y son las escalas más comunes en la humanidad. La pentatónica mayor quizá sea la escala que mejor suene a la mayoría de la humanidad. La encuentras en Asia, en Europa, en África…Lo curioso es que, de todas las combinaciones posibles de esas cinco notas, se den tan poco estas que llamamos etíopes o indonesias; son sólo cinco notas, hay un número limitado de combinaciones.

En el momento de crear vuestra música, ¿hay una intencionalidad expresa de incluir elementos que no sean propiamente etíopes? o ¿queréis reflejar de la manera más fidedigna posible lo que es la música etíope?

Naná: Yo diría que ni una cosa ni la otra, simplemente fluye. Nosotros no somos etíopes y no tenemos la pretensión de que lo que componemos tenga que sonar etíope. Surgen elementos que no son etíopes porque lo que queremos es que suene auténtico.

Finn: Existe también una aproximación jazz, porque los solos son siempre improvisados, tanto en directo como en las grabaciones, lo cual es muy arriesgado. La estructura de presentación de un tema melódico y luego unas secciones de solos, viene del trasfondo jazzístico que tenemos todos.

En cuanto a la parte vocal, Finn, los temas están cantados en amhárico, también hay algún tema cantado en gallego…¿Cómo haces para cantar en amhárico, como se establece esa conexión con un idioma de raíz semítica?

Pues ha sido como un desafío. Me intimidaba mucho la idea de intentar cantar como Alemayehu Eshete o Mahmoud Ahmed. Es que estas formas vocales, estos melismas, los veo todavía imposibles de imitar. Pero yo me inspiro mucho en este estilo, y a nivel de idioma empecé transliterando fonéticamente porque me dedico a los idiomas en otros campos y me interesa mucho la fonética en general, disfruto mucho intentando imitar fonemas del amhárico, por ejemplo. Empecé transcribiendo fonéticamente lo que yo oía de estas grabaciones legendarias con todos los riesgos que esto supone (risas).

¿Ha habido una supervisión por parte de algún etíope?

Finalmente sí, pero los dos primeros años estaba jugando con fuego, porque mi mayor temor era que apareciese alguien etíope en un concierto y me dijera después del concierto: “bueno, esto que cantabas ¿que era exactamente?, porque yo no entendía nada” (risas). Pero las primeras personas etíopes que nos han visitado han sonreído y han sido muy amables; no me han dicho si lo hacía bien o mal, solo me han dicho que les gustaba mucho. Eso ya me animó a seguir con ese proyecto. Pero a base de hablar con gente en internet, he conseguido que me tradujesen canciones que cantaba y de las cuales desconocía el significado completo.

Pero hay temas compuestos por vosotros que también están cantados en amhárico…

Si, en ese caso las letras las compongo yo. Una decisión conjunta fue huir de idiomas grandes como el español, el inglés o el francés, que no tienen ninguna relación ni con el proyecto ni con nosotros. Dimos con el gallego porque es uno de mis idiomas maternos, nos gusta cómo suena y me encuentro cómodo escribiendo en gallego; es un idioma menor  y por eso llegamos al gallego.

El disco se reparte entre composiciones propias y versiones. ¿Cómo es el proceso compositivo?

Naná: Unos cuantos nos encargamos más de componer y de llevar la idea no completa al ensayo, una idea bastante elaborada y sobre eso vamos transcribiendo. Entonces cada músico aporta ideas, opiniones, y ahí empieza un trabajo más colectivo. Pero en general si que se empieza con una idea, más o menos clara, pero luego fluye; grabamos los ensayos y sobre las grabaciones vamos trabajando. De hecho ahora estamos haciendo sólo composiciones, estamos ensayando, queremos sacar un EP en unos meses, con cuatro temas nuevos.

Y en cuanto a las versiones, ¿cómo ha sido el proceso de escogerlas y hacerlas vuestras?

Finn: …Hailu Mergia, Mulatu Astatke…ya había canciones que para nosotros eran estándares – como los estándares del jazz -, como “Yematibela Wof” que es un tradicional, como “Addis Abeba Bete” y otras tantas versiones que hacíamos pero que no están en el disco; esta es nuestra forma de entrar en calor con el género y hacerlo propio.

Hay también una versión de las hermanas Bekele…

Finn: El tema al que te refieres de Hirut Bekele & Police Orchestra fue el primer tema que no era ethiojazz de los que decidimos versionar, una especie de reggae-soul de la época dorada de los años 70 que nos entusiasma también. En cuanto empezamos a indagar más allá del ethiojazz encontramos otras tantas cosas que nos parecían super frescas.

Naná: Las versiones que hemos hecho son de temas de los que nos hemos enamorado.

¿Qué me podéis decir de la producción de Vicente Sierra? Entiendo que es el ingeniero de sonido pero, ¿ha habido un trabajo propiamente de producción aparte de vuestro propio proceso compositivo?

Isaac: Vicente Sierra ha producido con mayúsculas. Se ha involucrado muchísimo, ha puesto muchas horas, ha estado en la cabina dándole y puliendo este sonido. Grabamos en directo y nos dio muchos consejos. Vicente intervino en los procesos de grabación, hablábamos entre todos buscando consenso en la forma de grabar siguiendo sus consejos.

Cuando dices que se grabó en directo, ¿te refieres a que estabais tocando todos a la vez?

Naná: Si. Hicimos pocas tomas de cada tema. Hay alguno que grabamos todos juntos y otros que grabamos por secciones, es decir, toma general y luego dos o tres tomas por sección. Todo en un tiempo record: día y medio para todo el disco.

Una vez acabado todo ese proceso, os encontráis con la pandemia y el confinamiento. ¿Cómo valoráis la difusión que ha tenido el trabajo?

Naná: Teníamos una presentación del disco el 25 de mayo, luego se pospuso a septiembre, y al final se ha quedado en el aire, así que el disco está por presentar oficialmente en directo. Cuando terminó el primer confinamiento pudimos grabar dos temas en video y todavía tenemos uno que saldrá próximamente, un tema nuevo que no está en el disco pero si grabado en video.

Finn: Fuimos a Nación Funk, donde Miguelito Superstar hizo un trabajo magnífico y hemos quedado muy contentos.

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