Combos UAX de Trinidad Jiménez y Ander García: Concierto en Café Berlín

Texto y fotografías: Daniel Román

@romanro.daniel

 

Siguiendo los pasos de las mujeres en la escena del jazz en España, me entero de que Trinidad Jiménez se presenta junto a los estudiantes de interpretación de la UAX. Escucho, de pasada, que estos conciertos no son tan relevantes en lo musical y son más bien una instancia pedagógica para que los estudiantes comiencen, desde el inicio de sus carreras, a experimentar la realidad del circuito. Sí y no, pienso yo. Porque nadie podría esperar de un estudiante que comienza –todos tuvimos nuestra primera presentación– un concierto musicalmente maduro, con una propuesta consolidada. Pero al integrarse profesores y estudiantes, el resultado musical es sorprendente.

En este sentido, el músico profesional nos recuerda el amplio espectro de habilidades y conocimientos que debe abordar; el de su instrumento –su historia y desarrollo– por cierto. Elementos técnicos que debe saber configurar y con los cuales debe lidiar; amplificadores, pruebas de sonido, efectos. Una mirada respecto a lo que quiere potenciar en susalumnos: pedagógica, valórica, estética, e iluminar la navegación por las caudalosas aguas de los clubes y salas de concierto. Afortunadamente, la experiencia de Trinidad y Ander, sumado a sus propias formas de entender la música, se infiltra en la música propuesta y, seguramente, en la imaginación de sus estudiantes. Standard de toda la vida, pero con un toque de autenticidad y con presentaciones en directo que reflejan el temperamento de cada cual: Ander García, que si almacenara la energía que le sobra podría iluminar unos cuantos pueblos de España. Una vigorosa puesta en escena y que las cosas sucedan intempestivamente.

Trinidad Jiménez, por su parte, se mantiene más cerca de los detalles, de potenciar los arreglos y de la cuidada interpretación del conjunto con una alegría que contagia. Dicho esto, la relación de un músico con la enseñanza, y la de los auditores con estas instancias iniciales, es absolutamente necesaria; nos recuerda el largo camino por recorrer para conseguir algo así como un proyecto propio, y que nuestra mirada sobre la enseñanza es tan relevante como nuestras ideas sobre la composición. Entre la hostilidad de un campo en ebullición permanente –el jazz– nuestra activa participación y soporte, puede definir la aparición de un nuevo proyecto, o el fin de una carrera que podría haber transformado, al menos levemente, la escena de la música española actual.

 

Por Daniel Román

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