Entrevista a Felipe Villar, director del festival Nigránjazz

Texto: Adrián Besada / Fotografías: Felipe Villar

La situación actual ha erosionado el sector cultural a diferentes niveles, ha hecho que muchos de los eventos y festivales se hayan suspendido, dejando un panorama desolador para la música en directo. El mundo del jazz ha sido un gran perjudicado por la cancelación de algunos de los festivales internacionales más importantes y visibles de nuestro país, sin embargo, todavía quedan esperanzas para la música gracias al trabajo de personas como Felipe Villar, guitarrista de jazz, profesor y director del Nigránjazz, que a pesar de los vaivenes y problemas que acarrea la crisis que estamos viviendo, reinventa y adapta su formato para mantener a flote este festival que se celebra los días 22, 23, 24 y 25 de julio en Nigrán, Galicia.

Con él hablamos sobre el festival, la situación del jazz en España y el panorama de la música en directo bajo las condiciones excepcionales que estamos viviendo y que afectan a un sector tan ecléctico, amplio y fundamental en el ocio, la cultura y el tejido social.

¿Qué es Nigránjazz, cómo surge?

Es un festival de jazz que nace en 2007, por lo que este año se celebra su decimocuarta edición. Se podría decir que el impulsor inicial es el actual alcalde de Nigrán (Juan González Pérez), que por aquella época transformó el plan cultural del pueblo y apostó por la música más allá de las grandes figuras y los circuitos más comerciales.

Este se puso en contacto con un diseñador que a su vez me contactó y me preguntó qué se me ocurría. Lo primero en lo que pensé, lógicamente, fue en hacer un festival de jazz, a pesar de que en aquella época no tenía la menor idea de cómo funcionaba este mundo de la dirección, organización o producción. Empezó siendo un evento muy modesto, pero que contaba con muchos factores a favor, como por ejemplo, su localización, que es maravillosa, el estuario del río Miño, un espacio protegido del que cualquiera puede disfrutar más allá del festival. Creo que esto es, en cierto modo, parte del éxito.

¿Qué tipo de criterio se sigue a la hora de seleccionar a los artistas?

Podría decirse que este festival pasó por dos fases. La primera, en la que todavía estábamos buscando y dando forma a la idea, hacíamos lo que podíamos. Recurríamos sobre todo a músicos gallegos y portugueses, funcionó muy bien y estuvimos así varios años. Desafortunadamente, mi compañero, este diseñador del que te hablaba antes, falleció y me quedé solo en la dirección del festival. A partir de ahí, como homenaje, comenzamos a celebrar lo que, para mí, es de lo mejor de este festival, que es el concurso de carteles, una parte que realmente me gusta y me parece muy emotiva.

A partir de esto comencé a tener más contacto con mis ídolos, con músicos de primera fila como Jorge Rossy, Peter Bernstein, Kurt Rosenwinkel, entre otros. Un día decidí probar suerte y me sorprendí de que estaban al alcance del festival, de que económicamente fuera posible tenerlos en Nigrán, cuando yo pensaba que esto era inalcanzable. En parte también porque los músicos, son un encanto y muchas veces son ellos los que ponen de su parte  para venir, así muchas veces se quedaban a dormir en mi casa, o venían ellos solos y tocaban con músicos locales, etc. Por lo que no puedo estar más agradecido.

El “problema” de esto fue que  después de poner el nivel tan alto un año, hay que mantenerlo. Sin embargo, creo que hemos conseguido tener sobre nuestro escenario a lo mejor del panorama actual, la élite del jazz mundial, a los que admiro y escucho. Muchas veces ni yo termino de creérmelo.

 ¿Cómo es el proceso logístico y cómo se sustenta un festival como este?

Una cosa importante a día de hoy es que el alcalde de Nigrán es el fan número uno del festival. Contamos con su apoyo total y tiene un equipo de gente con el que estamos muy cómodos trabajando, que no es fácil siempre. Entonces, su participación no se reduce solamente a la parte económica, sino que hay un interés real por parte de la institución hacia el festival, lo que genera muy buena onda. Esto creo que también se transmite y hace que se genere ese ambiente familiar, tranquilo y cercano que se crea cuando haces las cosas con cariño más que con dinero.

Es cierto que al principio lo hacíamos nosotros todo, suponía un gran esfuerzo, y ahora las cosas son más fáciles porque hay un equipo grande que colabora y participa en el festival, creo que todos estamos muy orgullosos de lo que hemos conseguido a lo largo de estos años y de tener un evento como este en nuestro pueblo.

¿Qué caracteriza a este festival?

Para crear este festival me inspiré mucho en lo que se hace en Cangas y Pontevedra, es decir, compartimos una filosofía respecto a la música y a los conciertos. El festival es mucho más que traer a grandes figuras, se trata de que se genere esa sinergia, que sea cómodo estar allí y, además, ofrecer actividades como el concurso de carteles del que te hablaba y además las jam session y las master class, que están dirigidas tanto a los músicos como a los aficionados, creo que esto genera un valor añadido y genera esta camaradería, esta comunión entre todos los que estamos allí.

En cuanto a los artistas que traemos, creo que hacen que el festival sea un valor en sí mismo, y personalmente es de las partes que más disfruto, porque seleccionar a los músicos es casi como soñar. Esto quiere decir que, para bien o para mal, el criterio de selección es el mío, aunque lo hago teniendo en cuenta también al público, ya que el jazz abarca sensibilidades muy amplias. Creo que se hace con cierto criterio y siendo consciente de las “necesidades”, por lo que intento escapar de las vertientes más vanguardistas y ofrecer un jazz digerible tanto para los oyentes más exigentes como para el público general.

Este año, a pesar de la situación que estamos viviendo, el Nigranjazz sigue en pie y es de los pocos festivales que, en principio, se van a celebrar. ¿Cómo es la gestión y organización dentro de este contexto? ¿Cómo influyen las nuevas condiciones? 

Lo cierto es que para nosotros también hay incertidumbre, este festival no es especial respecto a la situación. Los que todavía no hemos cancelado porque somos festivales pequeños y parece que nuestro formato se adecúa a las condiciones de las que se están hablando, estamos esperando a que se estabilice la situación y ver dónde se ponen los límites para poder programar, ya que, por ahora, es imposible. Por ejemplo, respecto a la programación planteada en un principio, tenemos que dar un giro, ya que todos los años intentamos traer a dos artistas internacionales y uno gallego, pero sabemos que ahora esto va a ser imposible.

Esto provoca una incertidumbre tremenda, pero al menos contamos, como te decía, con el apoyo del ayuntamiento, que nos mantiene el presupuesto y nos da su visto bueno para celebrarlo, siempre teniendo en cuenta las condiciones excepcionales y adaptándonos a las recomendaciones que se dicten.

Obviamente habrá límites de tiempo, de público, espacio, etc. que son factores a los que tendremos que adaptarnos. Por otro lado, es probable que tengamos que reforzar la participación de artistas locales, de músicos gallegos y nacionales, pero esto es lo que menos nos preocupa, ya que el hecho de no contar con nombres extranjeros no va a mermar la calidad de lo musical, ya que contamos con una cantidad enorme de músicos excepcionales. Nuestro objetivo y lo que nos hace ilusión es que el festival se celebre, por lo que seguimos trabajando y en una semana empezaremos las reuniones para tratar todas estas cuestiones de las que hablábamos. Está claro que va a ser una edición diferente y especial, estamos en un proceso de buscar ideas y adaptarnos.

Como dinamizador cultural y director de un festival, ¿Cómo crees que afecta, ya no solo al Nigránjazz, sino al panorama cultural, a la música en directo, y al jazz en concreto?

Obviamente va a ser un palo para todo el panorama cultural, pero respecto a tu pregunta, prefiero centrarme en el jazz, porque creo que es un género que pertenece a un circuito diferente al de la industria de la música al uso, a la burbuja que hay montada alrededor de las corrientes más mainstream. Aun así, tengo que referirme a esta porque en cierto modo espero que esto sirva para pinchar esa burbuja y se valore más el trabajo y esfuerzo de los músicos profesionales, que en cierto modo son de los que peor lo pasan en una situación como esta, en gran medida porque los medios y la industria de la música se centra y da visibilidad a figuras mediatizadas que, en mi opinión, no tienen ningún valor cultural o artístico.

Por otro lado espero que sirva para replantear los cachés y las cantidades absurdas de dinero que muchas veces se paga por eventos y conciertos que, culturalmente, no aportan nada. No entro a juzgar los gustos musicales de la gente, pero sí que me gustaría que se valorase el esfuerzo y talento de los músicos.

Sea como sea, en el caso concreto del jazz tenemos que lidiar también con el déficit de público, que se debe, en gran parte, a lo anterior, a que no es una música que esté en los medios, sino que es un género underground, prácticamente inexistente para la gente. Los festivales y conciertos de jazz son una realidad que se sustenta gracias al esfuerzo de los propios músicos, es el cariño y el amor por esta música lo que los mantiene, porque la labor institucional y por parte de los medios es nefasta.

El jazz ya estaba en crisis antes del coronavirus, no solo aquí, sino en todo el mundo; meses e incluso años antes de esta situación, la precariedad y la falta de trabajo para los músicos profesionales ya era una realidad. Los músicos de jazz llevamos unos años horribles y, en concreto, aquí en Galicia ha sido terrible por la ley de espectáculos. Pero sería injusto decir que solo afecta al jazz ya que, en general, la música en directo se ha banalizado completamente. Con esto me refiero a la concepción general de la música como entretenimientos, a la falta de visibilidad del músico como profesional. Con esto no quiero decir que no tenga que haber de todo, a lo que aludo es a la falta de educación en cuanto a la concepción de arte, lo que no puede pasar es que no exista diferencia entre Brad Mehldau y Bisbal, no pueden estar ambos dentro del mismo saco.

La situación no sé cuál va a ser, pero tengo cierta esperanza en que abramos los ojos y valoremos lo que tenemos aquí, que asistamos a más conciertos de músicos locales y disfrutemos de la música sin toda la parafernalia a la que estamos acostumbrados. Espero que de alguna manera, a pesar de que es muy difícil cambiar el panorama, sirva para abrir nuevos caminos en cuanto a la música en directo y vayamos hacia modelos culturales más justos.

Sea como sea, este tipo de problemas no deviene de esta crisis, sino que es una realidad que, como decía, vivimos desde hace muchos años. Se trata de educar, de que haya una oferta de calidad a todos los niveles y que esté al alcance de todos el poder ver un buen concierto, escuchar buena música en los medios, promover los espacios, porque hoy en día esto es ciencia ficción. Lo que están haciendo es momificar al jazz, cuando, para mí, es la música más viva de todas, es la cabeza visible de la música improvisada, que tal y como la entiendo es la más actual, la que más se adapta a la forma de sentir del mundo en el que vivimos. El jazz te ofrece eso, que la gente se exprese, que lo musical refleje la forma de vivir y de sentir. Estoy seguro de que si fuese visible y accesible a todos, tendría un público mucho mayor y la concepción sobre el mismo sería muy diferente a la que se tiene hoy en día. De todas formas, son objetivos a largo plazo, ahora mismo lo único que pediría para la profesión de músico es dignidad, porque creo que esta se ha confundido y tergiversado en los últimos tiempos.

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