ESCANDALOSO XPÓSITO: “Mi labor como productor sigue un poco esa estela de Quincy, un tío que viene del jazz, pero que de repente empezó a aportar su punto de vista a producciones populares”

Texto: Adrián Besada

@besagartha

Fotos: Darío Bravo

@dariobravo.es

 

Ya a mediados de la década de los ochenta, la escena del jazz se había polarizado en torno a, por un lado, la postura neoclásica de Wynton Marsalis, y por el otro, una más progresiva y experimental, de Miles Davis. Este último planteó y materializó la utilización de recursos del hip hop y la música electrónica para dar una nueva visión del género. Todavía hoy retumba el eco de las discusiones sobre la ortodoxia y heterodoxia en el jazz —un debate que ya debería estar superado hace tiempo—, sobre la pertinencia o impertinencia de ciertos sincretismos y mezclas estilísticas que, muchas veces, ponen en tela de juicio algunos de los elementos que se le presuponen a esta música. En España todavía prevalecen dos de las visiones estereotípicas del jazz: aquella que lo ve como una música de cabaré y big band, de las famosas formas bailables y ligadas al swing; y, por otro lado, una música desligada de lo popular, accesible a unos pocos y con una carga simbólica que remite al cosmopolitismo —o algo parecido— más vetusto. Más allá de esto, hay músicos que aman el jazz —la música— y que participan en ese proceso de abstracción, imaginación, creación y espontaneidad (el jazz en sí mismo). Porque si de algo va esta música es de vivir —y estar vivo—.

Aquí nos ocuparemos de una de las vías de desarrollo más interesantes del jazz —esto ya es cosa mía—, aquella que nutre a músicas modernas como el r&b, el rap, el neosoul o el funk, entre otras. En España, si bien cada vez es más común ver a grupos de rap y “música urbana” acompañados por músicos que han desarrollado su educación y actividad principal en el entorno jazzístico, este estilo comenzó a practicarse de forma consistente desde hace poco más de quince años. Uno de los ejes sobre los que se ha sustentado, por su alcance y repercusión, ha sido el disco Kase O Jazz Magnetism, de 2011, que revisaba diversas canciones del rapero zaragozano en clave de jazz. El penúltimo tema de este disco se titula “MC Escandaloso Xpósito”, y resultó ser un presagio de todo un fenómeno en el panorama del hip hop nacional, el pseudónimo de uno de los músicos que más ha hecho por el desarrollo del jazz rap en España, Hugo Astudillo.

¿En qué momento pasa Hugo Astudillo, músico de jazz salido de Musikene, a ser Escandaloso Xpósito?

Sucede cuando estábamos en proceso de hacer el disco de Kase O Jazz Magnetism, fue Kase O quien me dijo que le molaría que me hiciera un rap. Porque nos íbamos a tomar una birra y hacíamos freestyle en la puerta del garito —yo escuchaba hip hop por aquella época— y me dijo si me hacía dieciséis barras para el disco. Entonces tuve que pensar en cómo me llamo y ahí salió lo de Escandaloso Xpósito. A partir de ahí me di cuenta de que la palabra tiene una fuerza muy heavy en la música y empecé a escribir letras, ese fue el inicio de Escandaloso Xpósito.

¿Antes de eso habías estado en la escena del rap?

Sí, había estado como músico. Hacia el año 2000, yo tocaba el saxo en una banda mítica que se llamaba Guateque All Stars, que era de ZETA. Una banda de funk y hip hop bastante tocha de la época, estaba de saxofonista. Allí estaba gente como Frank T, por lo que ya me relacionaba con el rap. Además, soy de Alcorcón, donde siempre ha habido mucho hip hop, tanto en la música, como los breakers [b-boys], en el graffiti

¿Ya escribías por hobbie, o cuándo empezaste a tomártelo en serio?

He escrito siempre frases sueltas, por necesitad. Tenía una movida de una relación, o con un amigo y sacaba un cuaderno y escribía frases o cosas que sentía, pero lo de hacer canciones es desde MC Escandaloso Xpósito.

El tema del hip hop con el jazz ya viene de largo, ya desde la época de Doo-Boop (1992) de Miles Davis. Aquí en España, sin embargo, comenzó a coger fuerza hace unos quince años, más o menos. ¿Crees que en la escena nacional comenzó a haber una tendencia hacia eso a raíz de Kase O, o ya había cosas antes?

Si te refieres a si fue a raíz de esa banda que se instauró esa estética, te diría que en parte sí. Siempre ha habido gente que lo ha intentado, que ha hecho sus bandas con músicos y cosas cercanas al rap jazz; pero quizá sí que fue una piedra angular del estilo el disco de Kase O Jazz Magnetism. No pioneros, porque había más gente haciendo cosas parecidas, pero igual sí que fue el disco que cambió el panorama de ese estilo.

A partir de ahí empezó a visibilizarse más el tema del r&b en español, los grupos de rap con banda en directo…

Es algo que siempre ha estado ahí, solo que en España no es un género que le guste mucho a la masa. Ha estado un poco en la sombra, pero ha habido r&b antes de nosotros. Sí que creo que a raíz de que Kase O fuera con banda, yo he notado —quizás sea una paranoia mía— que en el hip hop español es más normal meter banda.

Sí, a partir de ahí empezaron a salir mil historias y proyectos, comenzó a hablarse de “música urbana”, que no deja de ser una amalgama de estilos que no está muy definida. ¿Qué piensas al respecto de esto?

Yo por un lado creo que la música urbana es toda la música que se desarrolla en la ciudad, como sucedió con el jazz o el blues, cuando este salió del entorno rural y pasa a la ciudad. Pero la música urbana es cualquier música que se desarrolla en el entorno de las ciudades, toda la música popular del siglo XX se ha desarrollado en este entorno. Por eso, por otro lado, está el termino música urbana que se utiliza para englobar a lo que podemos llamar como “músicas jóvenes”, que tiene relación con el hip hop, pero que engloba también al afro, el reggaeton, el dancehall, y se meten todos en ese saco que es un subestilo llamado música urbana. Se ha puesto ese nombre y es una manera de englobar diferentes estilos que no me parece mal, no es una mala etiqueta.

Tú fuiste uno de los músicos que más desarrolló, en los últimos años, esa hibridación o mezcla entre hip hop y jazz, llevas mucho tiempo haciéndolo, ¿cómo es el proceso creativo? Me refiero al proceso de ir del hip hop al jazz, hacer de ellos uno y que, además, suene bien.

De una forma natural y, básicamente, por una necesidad de hacer mis canciones, mis letras y, por supuesto, utilizar mis conocimientos jazzísticos, tanto de armonía como de saxofón. Ten en cuenta que tú en el momento que introduces un saxo ya cambia mucho la atmósfera y de repente parece más jazzy. De todas formas, dentro del hip hop, cuando se habla del sonido jazzy, hay un momento clave que es cuando aparece el Rhodes y el bajo eléctrico, es curioso que en el mundo del jazz a este sonido se le denomina fusión. Con esto quiero decir que no es lo mismo el jazz para un rapero que el jazz para un jazzero. A mi me pasa eso, yo para los raperos soy el jazzero y para los jazzeros soy el rapero.

Un clásico…

Sí, por eso siempre ando entre dos aguas.

En tus discos siempre hay referencias explícitas al jazz. Sin ir más lejos, tu último disco se llama Un Amor Supremo, en referencia a Coltrane. Siempre hay alguna idea o referencia a un disco, un tema, un músico… ¿Qué significa eso para ti, introducir esas cosas?

Sí, de alguna manera siempre he utilizado bastantes códigos, me refiero al hecho de hablar, por ejemplo, de artistas de jazz que, probablemente, no todo el mundo que suele escuchar rap lo va a entender. Es cierto que cada vez intento abrir más el espectro de gente que pueda entender lo que hago. Cada vez intento meter menos códigos si no son estrictamente necesarios.

Está bien, sí que al principio lo hacías más…

Lo hacía constantemente, todo el rato hacía juegos de palabras y dobles rimas. Ahora intento más expresarme y sí que me gusta que me entienda la gente; por ejemplo, Perro Verde (2023), creo que es un disco fácil de entender, y me gusta esa sensación de que me entiendan. Ahora, también está guay tirarte tu “quiada”, una rima con Ornette Coleman, y que alguna gente se quede con eso. Lo seguiré haciendo.

Una faceta que estás llevando más a cabo últimamente es la de productor, estás trabajando mucho con gente de la escena del hip hop y del r&b, abriéndote a cosas nuevas, ¿qué implica esa faceta de productor dentro de lo que es Escandaloso Xpósito?

Un poco lo que hablábamos antes de la entrevista, mi estela a seguir es Quincy Jones, aunque hay otros productores en la música popular afroamericana, o en el pop americano, pero fue sobre todo Quincy quien me ha inspirado para todo esto. Actualmente los productores son gente que tienen su ordenador y sus plugins, etc. unos trabajan más de oído, otros saben más de teoría, unos saben más de tendencias y otros menos. En este sentido, mi labor como productor sigue un poco esa estela de Quincy, un tío que viene del jazz, pero que de repente empezó a aportar su punto de vista a producciones populares. Entonces, lo que suelo hacer son arreglos, intros —de piano, orquestaciones de saxos, bajos, etc.—, composición, samples, entre otras cosas.

 

Me siento muy feliz de que me llaman para estas cosas. Ahora, por ejemplo, ha sido el disco de Foyone, también el de Cráneo y Lasser con GXNZX, y en el de Cruz Cafuné (Me muevo con dios, 2023). Es un honor, porque que cuenten contigo porque saben que musicalmente puedes dar tu punto de vista, es una pasada.

Claro, dejas tu sello como productor…

Sí, son arreglos y producción. Al final, lo que estás haciendo es co-producir música, porque yo soy un negado para la tecnología, yo soy el que toca los instrumentos y te digo: “espérate, coge este acorde y ponlo ahí”.

Me voy a comprar un Mac nuevo y quiero empezar a usar el FL [Studio], porque me tienta. Pero soy más de que necesito un ingeniero, soy productor vieja escuela. Necesito a un ingeniero que me coloque los loops y que me coloque las cosas.

Eres más bien un productor artístico…

Yo sé hacer música. Con la tecnología soy muy negado, aunque ahora estoy metiéndome más. Sí considero que eso es hacer producción, aunque sí que es cierto que, muchas veces, es el productor el que entrega el producto final, como puede ser Harto Rodríguez, que es un señor productor, él termina y entrega un proyecto. Yo no llegaría a hacer eso —dentro de mi proyectos sí—, por eso me gusta más considerarme como un co-productor.

Sí, en los trabajos que haces, creo que se nota que estás detrás, hay un sello personal en forma de sonido.
Sí, me dijo algo parecido Sceno respecto al disco de Foyone, al que le metí mis saxos y alguna “percu”. Que no es que le metas un saxo, sino que dices: “es el Escandaloso”. Eso para mi, ¡ya está!

Sí, es una cuestión de lenguaje y sensibilidad…

De qué frase meto, cómo la meto, etc. Para mi ese es el máximo premio que puedo recibir, es decir, tengo una personalidad, la desarrollo y hay gente que lo nota. Con eso me puedo ir tranquilo. Me hace muy feliz esa movida.

[…]

¿Hay cabida para un proyecto de jazz más ortodoxo?

Hay cabida y está grabado. Tengo dos proyectos míos de puro jazz. Tengo uno que va a salir inminentemente, que son standards “rebuscadillos”, que no fueran los típicos, aunque hay alguno que sí, pero he intentado rebuscar porque me encanta tocar standards y siempre voy a los que no se suelen tocar. Si puedo elegir temas para un disco, probablemente no toque “Autumn Leaves”, porque ya está, ya fue, aunque tocarlo bien es una labor importante. Pero prefiero meter un tema raro de Irving Berlin, o el “The Best Thing From You Is Me”, que la peña dice: “¿Cuál es ese?”. Pues esa es mi búsqueda dentro de los standards, buscar algunos que no se interpreten tanto por estos lares.

Luego, también he hecho otro proyecto, dentro del jazz más ortodoxo, homenaje a Charlie Parker —que también tiene que salir—, en el que hay mucha libertad. No es un corta-pega, sino más bien un homenaje a Charlie Parker.

Sí, leí una entrevista tuya respecto a esto, en la que decías que serían temas raros de él.

Sí, intenté buscar temas que no fueran los habituales, aunque siempre se te cuela alguno, pero bueno, que no sea lo típico de hacer el “Donna Lee”. Tuve una época en la que estaba completamente enamorado de Parker y estuve indagando en discos raros: una jam con Chet Baker, el disco The Washington Concerts —que el tío llegó tarde al bolo y no había ensayado y se pierde, lo escuchas en la grabación. Es increíble—… Siempre me ha gustado investigar en Parker en lo no habitual.

En cuanto a Escandaloso Xpósito, al rap, ¿qué se viene?

Ahora mismo estoy haciendo un álbum con Ruanda Récords, de un grupo que hemos montado que se llama We Ruanda, que es con Elphomega, Guerrita y Ciclo, en el que hay varios productores, aunque yo también estoy metiendo mano en la música. Somos tres rapers y Ciclo dirige un poco la producción. Ese disco supongo que saldrá a finales de año. Luego estoy haciendo otro álbum de rap con un amigo, que estamos produciendo entre los dos. Se llama Gravy, un chico de Barcelona, uno de mis mejores amigos, que es un pedazo de productor, y tiene una capacidad increíble para sonar super actual, una buena capacidad musical, es una pasada.

Claro, al final manejas cinco, seis, o diez proyectos al mismo tiempo…

Sí, porque también estoy haciendo un disco de psicodelia con otro artista, que lo tenemos a medias, y un disco con otro productor, un poco homenaje a Ryūichi Sakamoto, que en los años setenta tenía un grupo que se llamaba Yellow Magic Orchestra, y estamos intentando emular esa sonoridad como japonesa de música de baile de los setentas y los ochentas. Se va a llamar Isimoto Xpósito.

 

*Esta entrevista forma parte del reportaje audiovisual, disponible en YouTube: Hugo Astudillo: Un amor supremo. Entrevista con Escandaloso Xpósito.

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