Joel Ross: Good Vibes. Lo más fresco de Blue Note y NY en Recoletos Jazz en Madrid

Texto: Rosa María García Mira

@rosamgmira

Fotos: Recoletos Jazz

@recoletosjazz_madrid

“Todo es improvisado. No decido el set. Nos subimos, vemos cómo nos sentimos y empezamos a tocar”. Eso sentenciaba Joel Ross el pasado sábado en una breve entrevista tras su concierto del día anterior en Recoletos Jazz. Se trataba del final de su gira europea, y la primera vez en mucho tiempo que Ross y su grupo pisaban la capital española.

El jazz contemporáneo es bastante complejo y requiere de una preparación previa importante para cualquier oyente que se aventure a experimentarlo. No me malinterpreten; no se trata de ser un erudito, sino de tener una sensibilidad en el momento de la escucha que nos permita vivirlo. Pocas veces me he encontrado tan perdida en un concierto así. Recuerdo pensar para mis adentros: “Aquí hay melodías, hay canciones, pero no hay una pausa. ¿Están improvisando todo?”. Ross me explicó que se trata de una experiencia diferente.

“La gente toca canciones y las toca todas de la misma manera. Odio eso. No quiero tocar de la misma forma. Quiero que cada experiencia sea diferente”. ¿Y cómo sabéis lo que vais a tocar? “Utilizamos partes de las canciones, de las melodías como queues”. Ahh. Que están teniendo una conversación de verdad. Las melodías, para mí, son como temas sobre los que discurrir, que parecen estar conectados por la razón que sea en el momento, y sobre eso desarrollan tanto un acervo cultural previo (sus arreglos y secciones propias) así como un discurso novedoso (toda la parte improvisada). Tras un gran ejercicio de memoria e introspección, imagino, Ross consiguió enviarme un setlist elaborado póstumamente al espectáculo.

Así, el vibrafonista abrió la sesión completamente solo, con una introducción bella y acogedora en la canción “Barry”, canción que compuso en honor al maestro Barry Harris. Poco a poco, los músicos se unieron en comunión a la obra, creando un crescendo que acababa en un vamp con la melodía original. El primer solo de Jeremy Corren dio cuenta de sus posibilidades técnicas en el piano. Su acercamiento libre, divertido, rápido y cuidado aportaba a la música justo aquello que necesitaba. Corren, además de un pianista espectacular y con una brillante carrera por delante, se graduó en la Universidad de Columbia en temas de ingeniería computacional. En la misma tonalidad, Re bemol, la composición “Trinity” cogió el relevo. Fue particularmente especial que, en el primer solo de Ross, el auditorio empezó a gritar y a vitorear.

En Yup, Jeremy Dutton, el baterista y compositor con una ya gran trayectoria, se explayó de una manera que parecía costumbre en esta formación; sobre un vamp melódico que imagino podría ser compuesto en el momento. En ocasiones, usó solamente dos elementos, como los tambores, en un minimalismo tímbrico ciertamente refinado, que luego culminaba con el set completo de batería para volver a la melodía.

Kanoa Mendenhall es una contrabajista excelente. Además de estudiar con Ron Carter en Juilliard, también se graduó por la Universidad de Columbia en Lenguajes y culturas del este asiático. Su creatividad es ilimitada; algo que ya pudimos ver en trabajos previos suyos como Reciprocity, con María Grand y Savannah Harris. Su comping parece estar flotando e imbuir toda la música en un aura de misterio y expectación constante.

Había un cuidado sonoro palpable en la atmósfera del Recoletos. El público estaba tremendamente agradecido. En general, se escuchaba bien y los músicos se escuchaban bien, cosa importante para un concierto que duró más de una hora y no contó con una sola pausa. ¿Cómo puede ser posible que haya espacio, relajación de la tensión y, por qué no, paz, sin haber silencios? Lo comprendí cuando Ross hizo una analogía divertida. Básicamente, la única pausa narrativa que hay cuando estás viendo Netflix en casa, está cuando dejas de verlo o cuando se acaba la serie. Lo mismo ocurre con un libro, una suite, una sinfonía o una misa. La segmentación en pequeñas partes es algo que ocurrió en la música con la llegada del disco de 78 rpm. Los primeros soportes solamente permitían un número limitado de segundos, y la rápida expansión de los mismos, forzó al mercado de la música a adaptarse. Todo ello, culminando con que la primera música pop conocida fue el jazz. ¿Por qué continuar con esta panorámica? Ross quiere romper con la partición de sus historias sonoras y elaborar una narrativa continua que permita desafiar nuestra capacidad de atención.

En la música de estos artistas podemos atisbar una especie de conjunción, de unión, entre todos los miembros del grupo. “Espero que la gente pueda vernos y sienta que disfrutamos tocando juntos. Nos divertimos, bromeamos. Quiero que la gente sepa que la persona que eres es también el músico que eres. Nuestro objetivo es apoyarnos, no ser egoístas, ser humildes. Pensar en poner el bienestar de otra persona sobre el nuestro”. ¿No es eso, acaso, lo que todos buscamos? Un equipo, un lugar donde crear. Un grupo de jóvenes con ideas y espacio para ponerlas en práctica. Una carrera con Blue Note, una comunidad que los apoya.

Otro aspecto también muy importante en la música de Ross es la espiritualidad, y en concreto, el cristianismo. Se considera a sí mismo como un seguidor de Jesucristo. Esa filosofía de vida parece dictar una parte importante de sus acciones, también musicales. “Me gustaría que la gente adopte ese mindset en sus vidas. Eso es lo que intentamos demostrar; estamos apoyándonos constantemente, permitiéndonos espacio para expresarnos, que resulta en el mejor trabajo en equipo, y en la mejor experiencia. Incluso si no entiendes la música, puedes ver que estamos haciendo algo juntos que resulta en algo positivo para nosotros. Y ojalá que para la gente que lo recibe”. Al final, el amor y el respeto son valores latentes en su música. “Los conozco a todos desde hace mucho tiempo y los amo”.

La mayoría de los temas que interpretaron fueron de nueva creación o nunca grabados en disco, a excepción de “Vartha” (de Ambrose Akinmusire, ya presente en Who are you)?, “Gato’s gift” (también de Who are you?) y el propio “Who are you?”. En la primera, Dutton elaboró un backbeat e imbuyó al auditorio en una atmósfera de hip hop mientras Ross presentaba a la banda por primera vez en 50 minutos de concierto. La siguió “Repentance”, donde Mendenhall fue la estrella y el auditorio estuvo en completo silencio durante su magistral improvisación casi acapella, donde también estableció la queue para ir a “Gato’s gift”. Así, los músicos flotaron hacia una atmósfera gospel, balada. La música gospel tuvo mucha influencia en Ross: recordemos que es originario de Chicago, ciudad con una ferviente atmósfera de este tipo de iglesias y de música. Tras “Who are you?”, los músicos fueron forzados a volver al escenario tras la única pausa del concierto (porque en principio se había acabado), y volvieron con “A little love goes a long way”, un tema precioso y libre, rubato.

Corren estuvo siempre creativo y con fuerza expresiva, sin embargo, sin tapar a sus compañeros. El baterista, Dutton, fue maleable, sólido y flexible a la vez, en una dualidad rítmica muy interesante como es típica en su estilo, siempre proporcionando la base sólida que la música requería. El contrabajo de Mendenhall, por su parte, y como ya es típico en ella, desdibujaba constantemente la música, la deconstruía y la volvía a construir de vuelta en una especie de danza constante entre la canción y la improvisación. Ross, como es normal en él, hizo un despliegue virtuosístico de la tradición y del bebop, sin olvidar la expresividad melódica y espiritual de su música; siempre conectada con sus valores. Se nota de lejos lo mucho que las mentes de estos artistas están conectadas y todo lo que nos pueden aportar después de diez años haciendo música juntos. No sólo eso; parece que su acercamiento a la música fresco, vanguardista y atrevido nos aporta nuevos caminos, nuevas posibilidades musicales y vitales. ¿No es eso lo que debe conseguir una verdadera obra de arte? Esperamos que, ojalá, la próxima vez vengan más tiempo y a más zonas de España. Creemos que el público, y en especial, los jóvenes, se merece referentes capaces, preparados y valientes como los que pudimos ver aquel día.

 

Por Rosa María García Mira

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