Fred Hersch lanza nuevo disco y alista su presentación en el Festival de Jazz de Barcelona

Fred Hersch © Roberto Cifarelli

Texto: Eduardo De Simone

@eduardodesimone

“Cuanto más desordenado está mi estudio, significa entonces que estoy trabajando bien”, reflexiona Fred Hersch al exponer decenas de partituras volando al piso desde el piano que engalana su estudio, aquel que fue vehículo de notables grabaciones durante la pandemia y también durante algún tiempo en el que este premiado y admirado artista debió alejarse de los escenarios por razones de salud.

Pero los días del estudio como reclusión son parte de una memoria superada. Hoy esa guarida es un faro de creatividad y agitación permanente, de alistamiento para grabaciones, presentaciones y giras. Compromisos que nunca serán obligaciones, porque Hersch es un apasionado de la música.

En uno de esos tours se embarcará a Barcelona, donde será parte estelar del Voll-Damm Festival de Jazz con un concierto de piano solo que tendrá lugar el 29 de octubre en el Conservatori Liceu. Los tickets ya están volando.

¿Qué cabe esperar de ese show, que los adictos al jazz y a la buena música en general aguardan con ansiedad?

“Durante bastantes años trabajé mucho más en los Estados Unidos que en Europa. Pero eso parece estar cambiando, especialmente al estar involucrado ahora con el sello alemán ECM. Y en cuanto a lo que hay que esperar de mi show, como es habitual en mis conciertos de solo piano hay una combinación de música original, temas brasileños, aquello que podríamos llamar standards y composiciones espontáneas”, nos dice Fred Hersch, consultado especialmente para este artículo.

Su referencia al sello ECM tiene una luz de actualidad. El 19 de abril es la fecha de publicación de un nuevo álbum a través de esa discográfica que fundó Manfred Eicher. No es el primero para esa casa editora, pero sí el debut en solitario. Anteriormente, en 2022, lanzó The Song is You, una formidable colaboración con el trompetista italiano Enrico Rava, en la que el lirismo fue el emergente de un respeto compartido por la tradición y un profundo sentido de la innovación melódica.

El disco que acaba de publicar, y que sucede a aquel dueto, se titula Silent, Listening y termina de encumbrar a Hersch en el panteón de los grandes dioses del piano moderno y probablemente como uno de los cuatro o cinco grandes pianistas de jazz hoy en actividad, si se cuenta también a Kenny Barron, Herbie Hancock y Abdullah Ibrahim como las obvias leyendas que dan sustento al futuro del género. Keith Jarrett, se sabe, ya no puede dar conciertos, y otros gigantes como McCoy Tyner, Paul Bley, Randy Weston y Ahmad Jamal murieron en los últimos tres años.

Este disco es especial, principalmente a raíz de las circunstancias que rodearon su grabación: el piano soberbio, la acústica asombrosa del auditorio de la Swiss Radio en Lugano y muy esencialmente haber contado con el legendario Manfred Eicher como mi productor. Muy raramente trabajé con productores, yo mismo fui quien produje mis álbumes. Pero los aportes, la orientación y la energía de Manfred fueron en verdad muy valorables. Me sentí muy paciente con este disco, y el hecho de que la mitad de las composiciones son espontáneas supone algo distinto para mí”, reflexiona Hersch a este medio.

Fred no lo dice, pero este reciente trabajo certifica que él, nominado 17 veces a un Grammy, viene moldeando desde hace más de tres décadas el recorrido del piano en el jazz. Compositor, improvisador, líder de formaciones diversas, ahora se aventura con lo que él llama composición espontánea pero que no circula por las mismas avenidas que la improvisación libre de los cultores del free jazz.

El rito va por otro canal. Escuchar a Hersch en vivo supone verse envuelto en un trance durante el cual la mente se despeja y las emociones se atropellan. La madurez creativa que disco a disco exhibe este músico que ha tropezado más de una vez y se ha levantado más fuerte nos dice que el jazz puede ser acaso un punto de partida pero jamás un corset para la innovación y la apertura musical.

Mientras trabaja a todo gas para la presentación y difusión de Silent, Listening —disco del mes para la revista italiana Musica Jazz—, Hersch ya tiene un ojo en su próximo proyecto, una grabación en trío con el baterista Joey Baron y el contrabajista Drew Gress, que verá la luz en 2025.

“Joey Baron participó en mis dos primeros álbumes, Horizons, con Marc Johnson en 1985 y Sarabande, con Charlie Haden en 1986. Y antes habíamos tocado durante mucho tiempo juntos, inclusive con Toots Thielemans, una leyenda de la armónica. Con Drew Gress venimos tocando juntos desde 1987. Y tuve el gran placer de presentarme con estos dos músicos en el Village Vanguard y en Europa. El nuevo disco será un mix de composiciones originales y lo grabaremos en el escenario del Swiss Radio Auditorium de Lugano, sin los habituales auriculares que necesitaríamos en un estudio de grabación. Me doy cuenta de que toco mejor así, en un espacio de este tipo o frente a una audiencia, sin la forzada autoconciencia que surge al usar auriculares en el ambiente artificial de un estudio”, anticipa Fred a este medio.

No se detiene. A no dejarse llevar porque pueda aparentar fragilidad de aspecto. Su fuerza arrolladora, que le permitió superar con fiereza trastornos de salud que hasta le hicieron creer que no volvería a acariciar el piano está retratada en el film The Ballad of Fred Hersch, de Charlotte Lagarde y Carrie Lozano (2019) y por él mismo en su libro Good Things Happen Slowly, donde también habla de Dickens, el tenis, las artes visuales y su relación de amor-odio con Nueva York.

Vuelve a España una vez más, desde que deslumbró por primera vez en 2006 en Cantabria y años después ofició como telonero de Sonny Rollins en el Festival de Jazz de Vitoria. Barcelona lo espera, pero acaso él espere más a Barcelona. El pulso de la ciudad no le será ajeno: dirán que lo transita imperturbable, pero luego, seguro, termina explotando en su música.

 

Por Eduardo De Simone

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