In memoriam Chick Corea: Armando que estás en los cielos

©Ángel Vicente

Texto: Ramón García / Fotografía: Goio Villanueva & Ángel Vicente

Está claro que para pasar a la posteridad no hay más solución que realizar algo que perdure. Algunos, por desgracia, destacan en los libros de historia por sus maldades y tropelías en vida. Otros, por el contrario, perviven en nuestra memoria gracias a su aportación a la humanidad, muchas veces en forma de obras de arte. Chick Corea es uno de ellos. Nos dejó, pero no nos abandonó, porque su extenso legado, como el de Mozart, Beethoven, Duke Ellington y otras grandes figuras de la música, permanecerá para siempre. El cierre de la vigésima tercera edición del Festival de Jazz de San Javier el pasado 1 de agosto, es prueba de lo mucho que se le recordará.

José de Josele

Es sabido, él propio Corea así lo afirmaba, que el corazón de Chick tenía un latido español. Desde bien joven se interesó por nuestras músicas e intentó incorporarlas a su forma de hacer. No deja de ser paradójico que sus dos obras más conocidas en relación con «lo nuestro», La Fiesta y Spain, son embrionarias de lo que llegaría después, ya que las compuso en un momento en el que su conocimiento del flamenco y otras músicas de nuestra tierra era más bien escaso. Después llegó Paco de Lucia y lo cambió todo para el pianista norteamericano que compuso piezas posteriores con mayor conocimiento de causa.

Carles Benavent

Formo una nueva banda con la que disfrutar de esos acercamientos al flamenco que tanto amaba, la Spanish Heart Band. Con ella se paseó por el mundo y, lógicamente, también por nuestro país hace solo un par de años, cuando nadie imaginaba que nos iba a dejar tan pronto. En ella estaban precisamente algunos de los músicos que se reunieron en el auditorio del Parque Almansa para rendirle tributo.

Tino Di Geraldo

La noche comenzó con el reto quizá más valiente: José de Josele, el joven pianista, se enfrentó a un escenario vacío y un público expectante y, tras unas breves palabras de agradecimiento al maestro Corea, se sentó en su instrumento para ejecutar un bello standard en solitario, This Nearly Was Mine, precediéndolo de una intro en la que sonaron unos compases de My Spanish Heart.

Jorge Pardo

Tras él tomaron las tablas nada menos que Carles Benavent, Tino Di Geraldo y Jorge Pardo, uno de los tríos más potentes y con más solera de nuestro panorama jazzístico. Cada uno, por separado, ha tenido sus propias aventuras con Chick. Carles ya estuvo en el mítico Touchstone, junto a Paco de Lucia, y Jorge ha participado en varias bandas formadas por el maestro. A ellos, casi de inmediato, se unió el bailaor Tomasito, que adaptó para la ocasión su viral rap Sobreviviré.

Tomasito

A partir de ese momento el trio Benavent-Di Geraldo-Pardo demostraron su maestría como improvisadores: un largo solo de Carles, seguido por otro de Tino a las tablas indias sobre un sitar pregrabado, al que después se unió la flauta de Jorge, creando un ambiente muy evocador, próximo a las mil y una noches. También Pardo tuvo su momento en solitario con la travesera, haciendo guiños a La Fiesta e intercalando fragmentos de su composición Sanlucar-Mojacar.

Niño Josele

Restaba por aparecer el más flamenco de la noche, Niño Josele, que se arrancó con un bello y melancólico tema dedicado al homenajeado, A mi compadre Antonio. Uno de los momentos álgidos de la velada se produjo durante la interpretación de Yellow Nimbus, tema que Chick grabó en los ochenta con Paco. Josele explicó previamente como conoció esa composición siendo muy joven, para años más tarde grabarla con el propio maestro, y lo mucho que le emocionaba tocarla esa noche con su hijo sentado al piano. Por primera vez permanecen ya los seis músicos sobre el escenario y durante los siguientes quince minutos recrean una composición nada sencilla de interpretar.

A continuación se arrancarían con un extenso medley por bulerías hasta que Jorge fue el encargado de presentar el tema final, Spain. Como mandan los cánones, sonó el adagio del Concierto de Aranjuez –y no habían pasado ni 24 horas desde que Monty Alexander hiciese su particular versión del mismo- que da paso a esa sincopada y conocida melodía aflamencada que salió de la mente de un pianista cuyo corazón se alternaba para latir lo mismo por bulerías que por swing.

Todos los artistas habían mirado al cielo en algún momento para mostrarle sus respetos, pero la noche terminó con una sorpresa que nos hizo a todos levantar la vista para disfrutar de unos espectaculares fuegos artificiales. Es fácil ponerse sentimental y pensar que Corea nos sonreía en ese momento desde arriba, como a buen seguro también lo hizo si escuchó la propuesta de Alberto Nieto, ideólogo y organizador de Jazz San Javier, al comienzo de la velada: considerar la adopción de Spain como himno nacional, en lugar de discutir tanto sobre la idoneidad del actual. Pues no es mala idea: seguiríamos teniendo un himno sin letra, pero con mucha más aceptación, un titulo inequívoco y con fundamento.

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